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Desde finales de junio, la costera del bonito es un ritual en el calendario cotidiano de Gijón porque marca el inicio del período estival y vacacional y porque se incorpora a la dieta un pescado de alto poder nutritivo y de distinto sabor. Durante los meses de julio y agosto el acercamiento de los atúnidos a la costa cantábrica permite a las lanchas pesqueras apresar en sus redes importantes cantidades de bonito del norte. Las principales lanchas boniteras eran y son asturianas y vascas, procedentes de Bermeo, Lequeitio o Fuenterrabía, que se establecían en el puerto de Gijón durante toda la costera y que hacían salidas cada dos o tres días a la mar hasta llenar las bodegas.
