Administración y asociaciones vecinales colaboran en una labor “complicada” porque: “Hay gente que no quiere ayuda y otros que la necesitan y no saben como pedirla”
En Gijón, la soledad tiene nombre de mujer y vive en el centro. Según los últimos datos del Plan de Acción Local para Mayores, en nuestra ciudad viven un total de 73.000 personas personas mayores de 65 años de los que 12.863 –un 18%– tienen más de 85. Se trata del colectivo más vulnerable: personas que a lo largo de su vida han ido perdiendo a cónyuges y familiares y que unido al progresivo deterioro de la salud ven aumentada la brecha del aislamiento social y sobre todo, la sensación de ser invisibles. Asturias y Gijón están a la cabeza de las estadísticas a nivel nacional tanto en índice de envejecimiento como proporción de hogares unipersonales. Nuestra ciudad es la cuarta de entre las de más de 50.000 habitantes con mayor porcentaje de habitantes mayores de 64 años, un 26,9% del total, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La brecha entre hombres y mujeres que viven solas es enorme: ellas son el 80,88%, ellos, el 19,11%. Gijón, que forma parte de la Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores, ya ha dado ya los primeros pasos para combatir esta lacra elaborando el Plan de Personas Mayores 2021-2024 en el que la lucha contra la soledad no deseada es uno de sus ejes específicos. Para Natalia González, concejala de Servicios Sociales en funciones, “la responsabilidad es de todos. Ciudadanos y administraciones debemos de hacer trabajo conjunto”. Una idea que comparten desde la FAV que defiende el papel de las asociaciones de vecinos como un ámbito de encuentro “para poder facilitar a las personas mayores un espacio de socialización”, tal y como propone Manuel Cañete, presidente de esta entidad. Las asociaciones vecinales de Laviada y Jovellanos de la zona centro llevan tiempo trabajando para conseguir que estas personas salgan de casa, se integren participando en actividades y vuelvan a socializar organizando actividades, talleres, charlas o excursiones, si bien reconocen que “es muy difícil llegar porque hay gente que no quiere ayuda y otros que la necesitan y no saben como pedirla”, explica Tina Alonso, de la AVV Laviada. Nuestra sociedad ha cambiado y se ha perdido la costumbre de preocuparse por nuestros vecinos. “Hay que recuperar el volver a hablar, estar pendiente y comprobar si alguien que vive solo necesita algo”, dice Ana Osorio, miembro de la asociación vecinal Jovellanos de la zona centro. El movimiento vecinal esperan que el relevo en el gobierno municipal despeje las dudas sobre el desarrollo tanto del Plan de Personas Mayores y el programa piloto para abordar la soledad no deseada. “Está por ver cómo puede afectar, pero desde las asociaciones seguiremos funcionando por y para los vecinos”.
La primera fase del proyecto piloto se ha iniciado en la zona centro
Natalia González, concejala de Asuntos Sociales en funciones: “Se trata de ayudar a quienes viven solos para que vuelvan a ser parte activa de la sociedad”
Gijón ha empezado a poner ya cara y nombre a las personas mayores que viven en nuestra ciudad en soledad no deseada, comenzando por la zona centro al tratarse de la zona que concentra las mayores tasas de envejecimiento de la ciudad. La Fundación Municipal de Servicios Sociales ya tiene censados a 2.257 personas que viven solas en esta zona. Este organismo coordina a un equipo formado por diferentes entidades del Ayuntamiento junto a otros recursos como los centros de Salud, Cruz Roja y Cáritas. En esta primera fase la atención se centra especialmente en los mayores de 80 años, considerado el colectivo en situación de mayor fragilidad. “Una vez detectados, vemos cuáles son sus necesidades y les ofrecemos una serie de servicios para ayudarles, bien sea atención médica, ayuda o comida a domicilio o teleasistencia”, cuenta Natalia González, concejala de Servicios Sociales en funciones. “Estas personas necesitan recuperar su capacidad para ser autónomas, acompañamiento, salir de casa y socializar”. En definitiva, se trata de ayudarles a que vuelvan a ser parte activa de la sociedad. El plan incorporará en fases posteriores a otros equipamientos como los centros de mayores y asociaciones de vecinos para formar una red que organice actividades de dinamización en cada barrio con el fin de “recuperar las redes de apoyo informales”.
El movimiento vecinal ya ayuda pero “hay mucho por hacer”
Ana Osorio, AVV Jovellanos (centro): “Hay que recuperar volver a preocuparnos por nuestros vecinos, especialmente si viven solos”
El movimiento vecinal está muy concienciado sobre la importancia de combatir la soledad no deseada. «Durante el covid se nos plantearon todos los problemas asociados a cómo atender a gente que vivía sola sin traspasar la puerta. Y todavía no los hemos solventado”, reflexiona Cañete. Desde la FAV proponen combatir este problema de una forma transversal, trabajando desde el ámbito público y en paralelo, desde las asociaciones de vecinos como lugares de encuentro. Y ello, señala, sumado a una ampliación de los servicios sociales para garantizar a estas personas comida y atención socio sanitaria, zonificando la ciudad por barrios o distritos si bien reconoce que “son líneas que todavía no tenemos desarrolladas”.
Desde la asociación de vecinos Jovellanos de la zona centro, llevan años trabajando para integrar en la vida social del barrio a las personas mayores. “Casi la mitad de los que vienen viven en soledad no deseada, sobre todo mujeres” cuenta Ana Osorio. Su sede acoge durante todo el año actividades como pilates, informática, talleres de manualidades, charlas o un club de lectura. Todo ello, con el objetivo de que la asociación sea un dinamizador social. “Siempre tenemos las puertas abiertas y hay un ambiente muy solidario”, destaca Osorio. Sobre el proyecto piloto contra la soledad no deseada, esta asociación ha propuesto que los mayores a los que se les facilita comida en los centros de mayores, puedan comer allí para que hagan vida social “porque sino ya no saldrán ni a por el pan y el aislamiento será mayor”. A la espera de que se produzca el relevo en la concejalía de Servicios Sociales, las asociaciones lo tienen claro: “Seguiremos trabajando para crear un tejido social en red”.
Tina Alonso, AVV Laviada: “Todavía no conocemos la necesidad real. Hay muchas personas solas”
La AVV de Laviada también es muy activa en el trabajo con las personas mayores y ha participado en las primeras reuniones del Proyecto Piloto . “Habrá que darle una vuelta a varias cosas del plan”, señala Tina Alonso, responsable del área de salud de la asociación. “El número de teléfono es difícil de memorizar y se le ha dado poca publicidad”, señala, “debería de ser uno de tres cifras tipo 112 porque sino va a ser muy difícil poder ayudar a esta gente”, lamenta, porque “los hay que no quieren ayuda y otros que la necesitan y no saben cómo pedirla”. Por su sede pasan también cada día decenas de personas para participar en sus cursos y talleres: desde yoga al manejo del móvil, talleres de memoria o charlas en colaboración con el centro de salud del barrio. Y aquí, otra vez, mismo perfil de personas que asisten: mujeres mayores de 65 años que viven solas como Loli, Maite, María, Otilia o Pilar que estos días participan en un curso de manejo de teléfonos móviles. “Venimos para formarnos y entretenernos”, cuentan. Otras como Amelia reconocen, “yo, por hablar y tener conversación”.
Algunas se conocen del barrio, otras no se habían visto nunca, pero tras asistir al curso, ya están forjando nuevas amistades y pensando planes en grupo, aunque sea solo “salir a dar un paseo”. Mucho antes del proyecto piloto, en la AVV Laviada, siempre han estado a disposición de las personas mayores que precisen ayuda. Sirva de ejemplo un caso ocurrido recientemente: una vecina acudió a la sede para contarles que desde hacía un mes, su vecina de enfrente, dormía todas las noches en el salón con la ventana abierta y una lámpara encendida. Cuando se acercó a preguntarle si estaba bien, le contó que vivía sola y el salón era el único lugar donde se sentía “segura” por las noches porque allí tenía el teléfono. La asociación de vecinos comunicó el caso a Cruz Roja que unos días le asignó una medalla de teleasistencia. “Es solo una historia de las muchas que hay y no nos llegan”, dicen, “no conocemos la necesidad real. Hay muchas personas solas”.