El escritor ovetense Francisco Bescós construye en ‘La Ronda’, su quinta obra literaria, una «‘novela negra’ a ritmo de ‘thriller'» que convierte Madrid en el centro de una oscura trama internacional
Día a día, mes a mes, el número de enamorados de la lectura crece en España, seducidos por la infinidad de aventuras que la palabra escrita, ya se devore impresa en un papel o a través de una pantalla, es capaz de brindar. Y, en una proporción análoga, parece hacerlo la hueste de amantes de la ‘novela negra’, confirmando no sólo su buena salud, sino su condición como uno de los géneros literarios más longevos, incombustibles y sólidos de cuantos pueblan las estanterías. Ese es el territorio que ha convertido en su feudo Francisco Bescós Vargas (Oviedo, 1979), apuntalando su presencia en él con cuatro de los cinco libros que ha escrito hasta la fecha. El último de ellos, presentado estos días en la XXXVI Semana Negra de Gijón, es ‘La Ronda‘, una criatura policiaca que su creador describe como «una novela de intriga a ritmo de ‘thriller’, como pasar de de ‘The Wire’ a ‘Jason Bourne'», y que traslada al lector a una oscura trama criminal que tienen en la misma ciudad de Madrid a uno de sus protagonistas irremplazables.
Puede que el escenario sea crucial en este texto, pero sus principales rostros son los de Dulce O’Rourke y Juan Luis Seito, ambos agentes de la Policía Nacional destacados en la capital española, y que, desde puntos distintos de la megaurbe, convergerán mientras investigan una serie de extrañas muertes, apoyados desde la retaguardia por Laura Rodrigo, subinspectora de la Jefatura Superior del cuerpo. En sus caminos pronto surgirán los espectros de la mara Salvatrucha, de los asesinos de élite mercenarios, de los intereses económicos y políticos enfrentados, y de las injerencias internacionales, conformando un todo que, como el propio Bescós reconoce, «es difícil describir sin caer en ‘spoilers'». Una posibilidad, desde luego, nada deseable para sus potenciales lectores, motivados por las opiniones vertidas por muchos de aquellos que ya han catado ‘La Ronda’ y que, de forma casi unánime, claman porque plataformas audiovisuales como Netflix o HBO la tomen en consideración para elaborar una ficción cinematográfica.
«Creo que podría haber hecho esto con otros protagonistas, pero no en otra ciudad», admite Bescós, reforzando el rol de Madrid como agente capital para conformar la trama. Y es que, aunque nacido en Asturias, este publicista con alma de escritor, que centró sus tres primeras obras en Calahorra, el pueblo de su mujer, antes de cambiar radicalmente de género con ‘Las manos cerradas’, un homenaje a su hija, aquejada de parálisis cerebral, la elección del escenario y su explotación en la historia suele ser fruto de la necesidad; de ahí que el hecho de residir en la capital le haya impelido a utilizar sus barrios, calles y plazas para alimentar el fuego del relato. Como no duda en admitir, «no es que encontrase en Madrid una premisa concreta; Madrid me encontró a mí. Tiene unas características urbanísticas específicas y, al final, como paso mi vida encerrado entre la M30 y la M40, opté por utilizar la materia prima que tenía más a mano».
Satisfecho con el resultado que, por ahora, está cosechando ‘La Ronda’ entre el público, su creador pone especialmente en valor ese hecho a tenor del inabarcable número de títulos de ‘novela negra’ que conforman la oferta actual, y que crece año a año. «Me preocupa mucho la sobreabundancia que ahora tenemos en ella, y la posibilidad de diferenciarme de lo que están haciendo otros compañeros, pero no vas a hacer pasar un examen de oposición para decidir si algo se publica, o no», declara. Sus ‘enemigos’, además, son muchos y diversos, ya que a otros literatos se añaden «las películas, las series, los videojuegos… Todo aquello que compite por nuestro ocio, y que refuerza ese necesidad de novedad». Por todo ello, es consciente de que, al otorgar el protagonismo a dos policías, en esencia está regresando a uno de los perfiles más tópicos del género. Ahora bien, para el ovetense esa diferenciación necesaria, además de en la propia historia relatada, «no radica tanto en la profesión de quienes la desarrollan, sino en su personalidad. En ese sentido, se ha dicho del personaje de Laura Rodrigo que fagocita a O’Rourke y a Seito; además, hay un elenco de secundarios que hace que mis novelas parezcan corales. En parte, creo que eso contribuye a que gusten».
Mientras aguarda una posible llamada de alguna de grandes empresas del sector audiovisual, para las que la única línea roja a la hora de aceptar una adaptación cinematográfica «sería contar la discapacidad de una manera distinta a como yo la cuento», su mente está puesta, en buena medida, en su paso por la Semana Negra, donde percibió «una buena presencia de gente, con ventas razonables. Es verdad que la zona ferial estaba más llena, pero creo que siempre ha sido así, y si es el modelo mediante el cual este evento ha logrado perpetuarse, lo aplaudo, y que lo sigan haciendo de ese modo». Y, desde luego, su presencia en el festival da pie a una pregunta inevitable: ¿para cuándo una obra con su firma ambientada en la propia Gijón, o en alguna otra localidad del Principado? «Tengo escrito un relato largo en el que, bajo dos nombres ficticios, escondo las dos personalidad de Oviedo y Gijón; es un texto que me gusta mucho, y es posible que algún día le dé una segunda parte para crear una novela», comparte. Desde luego, materia prima no falta; «son dos ciudades que tienen potencial, pero dos potenciales muy distintos. Oviedo es una ciudad limpia, apacible, aparentemente pagada de sí misma… Puede ocultar muchos misterios. Y Gijón cuenta con todo lo contrario: mucho tejido productivo, mucha zona decadente, unos escenarios narrativos súper interesantes… Sin ir más lejos, El Musel es un relato en sí mismo».