Cuatro de las librerías más relevantes de la ciudad abren sus puertas y analizan al lector gijonés: “Cuando llega un libro ya estás pensando en ese cliente al que sabes que le va a encantar”
Gijón es una ciudad que lee. Es una afirmación que corroboran algunas de las librerías con más solera de la ciudad, que engalanan un año más sus escaparates en este Día del Libro. De la rosa de Sant Jordi a los libros gratis de alguna librería gijonesa, las celebraciones a lo largo y ancho del país son cuantiosas, y la mayor ciudad asturiana no es una excepción. Que en Gijón se lea, y mucho, abre otras muchas incógnitas en este campo: ¿Quién lee más? ¿Y el qué? ¿De dónde viene ese especial interés de los gijoneses por la lectura? ¿Cómo se organiza este pequeño ejército de libreros para sustentar a toda la villa? ¿Es más que un sueño abrir una librería que pueda competir con Amazon? O mejor dicho, ¿deben las librerías competir con el gigante americano? Nadie mejor que los propios libreros, quienes cada mañana abren las puertas de su casa a vecinos y visitantes, para conocer estos y otros secretos de las letras.
Rafael Gutiérrez (La Buena Letra): “Somos mejores que Amazon en el 95% del trabajo”
En pleno centro, en la calle Casimiro Velasco, 12, Rafael Gutiérrez lleva 15 años recomendando libros a clientes de los que ya conoce nombre, apellidos y gusto. En plena crisis, en el año 2009, abrió casi por casualidad su librería, La Buena Letra, y desde entonces no hay día en que no agradezca el haberse lanzado a este proyecto. Y es que este profesor reconvertido en librero siempre tuvo el gusanillo dentro, pero fue el azar el que puso el local que hoy es su casa en su camino: “Siempre tuve el sueño de poder abrir una librería, y aunque de aquella ya había en Gijón algunas que acogían presentaciones, entendí que aún podía darse otro salto más. Quería apostar por editoriales independientes, un poco lo que era la Librería Paradiso, y acompañarlo de actividades culturales”. Dicho y hecho. En su librería conjuga esa parte más alternativa con la literatura generalista, una combinación que siempre le ha funcionado. Y es que tres lustros después, La Buena Letra no solo sobrevive, sino que se ha convertido en uno de los puntos de encuentro más referenciados por los lectores de Gijón.
¿El truco? Si lo hubiera, para Rafael sería el boca a boca. “Aquí funciona la recomendación. La gente se fía de quien hay detrás del mostrador, vamos creando entre todos una comunidad lectora, y eso es algo contra lo que plataformas como Amazon no pueden competir”, cuenta. Y es que es sabido que la inmediatez de la plataforma hace daño, y mucho, a los libreros de barrio como él. Sin embargo, el asturiano lo tiene claro: “No puedo competir en inmediatez, es absurdo. En el 95% del trabajo las librerías somos mejores que Amazon. Sabemos recomendar, conocemos al lector, trazamos confianza con él… lo de la inmediatez es ‘solo’ ese otro 5%”.
Entre la clientela hay de todo, explica, pero sí destacan las mujeres de mediana edad, quizá las más comprometidas con la lectura y el comercio de barrio. “Que en Gijón se lee lo demuestra el número de librerías que tenemos. Es una excepción a nivel nacional. Llegas a la Feria del Libro y encuentras más de 80 casetas. Hay una verdadera inquietud hacia el libro que, en parte, está sustentada en la gran red de bibliotecas públicas que tenemos. Son quizá otras bibliotecas, las escolares, las que más se deberían potenciar”. Habla de la Feria del Libro y es precisamente en esta cita, como en el Celsius, donde el público joven presenta las mayores colas. “Es falsa esa creencia de que los jóvenes no leen. Los índices de lectura dicen lo contrario, quienes más leen son precisamente ellos”, asegura el librero.
Verónica Piñera (La Revoltosa): “Cuando llega un libro ya estás pensando en ese cliente al que sabes que le va a encantar”
Verónica Piñera y Oriol Díez idearon La Revoltosa desde las calles de Madrid. Buscaban un proyecto que les permitiera volver a casa, y tomando como modelo algunas librerías de la capital, pensaron que, si lo que más les gustaba eran los libros y la cerveza, unirlos en un local no podía ser mala idea. Diez años de intensa actividad les dan la razón, y han convertido a La Revoltosa en todo aquello que un día soñaron, un espacio que es mucho más que una librería y que apuesta por ser un lugar de encuentro para el barrio. “No teníamos ninguna experiencia en este mundillo, pero sabíamos que queríamos hacer una librería-café. Queríamos que fuera más que un negocio, que la gente pudiera venir aquí y encontrar un espacio cultural donde mostrar su arte, acoger presentaciones o apostar por los fanzines…”, explica al teléfono Verónica.
La Librería Paradiso, una vez más, viene a la mente de la joven al pensar en referentes, y confiesa que es ese trato con la gente al que hacía alusión su colega de La Buena Letra lo que hace que la gente repita. “Tenemos que entender que el libro no es una necesidad de urgencia. No necesitas pedirlo hoy y que te llegue mañana, puedes esperar un día. Lo que sí es imprescindible es esa parte de comunicación con la gente, poder recomendarles algo que, ya conociéndoles, sabes que le va a gustar. Podemos decir que lo que hemos construido en esta década es un espacio muy familiar. A veces te llega un libro y ya estás pensando en ese cliente al que sabes que le va a encantar”. Un primer cartel, a la entrada del local, confirma las intenciones y reza: “En esta librería te conocemos por tu nombre”.
Tras los muros de La Revoltosa, y junto a los libros, se halla una buena dosis de compromiso social, algo también premeditado desde un primer momento: “Si entras en nuestra librería, en un minuto te queda clara nuestra posición. Queríamos crear algo que tuviera ese peso social y político, que va también en consonancia con los libros que puedes encontrar aquí”. Buscando algunos de esos ensayos más comprometidos, explica, llegan hasta su puerta muchos jóvenes: “Es esperanzador ver chavales comprometidos”. Pero no solo es gente joven la que se acerca hasta el número 12 de la calle Juan Alonso. El perfil de La Revoltosa es variado, aunque, reconocen, se vende “mucho ensayo de izquierdas”, e intentan dar visibilidad a editoriales más minoritarias: “Tratamos de tener el libro que no vas a encontrar en otras librerías”.
Estefanía Álvarez (4 Letras): “Quien viene es porque nos conoce y sabe que le vamos a recomendar algo que le va a gustar”
Estefanía Álvarez no supo muy bien en qué se había metido hasta que una mañana de 2013 abrió por primera vez la verja de su propia librería, 4 Letras, en el número 9 de la calle Asturias. Venía, eso sí, de trabajar en una cadena de librerías en Madrid, pero cuando abrió la suya propia, cuenta, los vecinos del barrio pensaron que aquel negocio no duraría mucho. “Muchos años después algunos vienen y me confiesan que, cuando vieron el cartel de ‘próxima apertura, librería’, pensaron que cerraría en unos meses”, cuenta la librera. Más de diez años después, este local especializado en literatura infantil y juvenil es parada obligada para muchas familias gijonesas.
Comparte con sus compañeros de profesión la visión clara de que son justamente ellos, los libreros, quienes marcan la diferencia entre uno y otro negocio. “Es esa relación, la que establecemos con nuestros lectores, la que marca la diferencia. No somos una empresa al uso, no es una mera relación comercial, sino que cada lector conecta con uno u otro librero. Quien viene es porque nos conoce y sabe que le vamos a recomendar algo que le va a gustar”, señala. Ese “conocer por el nombre” al lector, queda patente cuando, en un momento de la entrevista, Estefanía abandona por unos minutos la conversación para atender a una clienta. Según entra por la puerta la saluda por su nombre y ya sabe qué es lo que viene a buscar. Es esa familiaridad a la que “echa la culpa” de que sus clientes repitan una y otra vez. Y es que su librería comparte cartel con La Revoltosa, en ambas se puede leer: “En esta librería te conocemos por tu nombre”.
“Recuerdo el primer libro que vendí, tengo todavía guardado el billete con el que me lo pagaron. Fue un chico, un vecino del barrio, que vino a por uno de los primeros libros para su hija, que por entonces solo tenía unos meses. Hoy sigue viniendo por aquí, pero el bebé es ya una niña de once años”. Y es que por el local de Estefanía han pasado niños que ahora miden metro ochenta y jóvenes hoy convertidos en padres. También, cuenta, se notan las ausencias. “A veces echas en falta a alguno de los clientes más mayores y te cuentan que han fallecido”, lamenta. Un ciclo de la vida, entre quienes llegan y quienes nos dejan, con el que Estefanía toma el pulso a su barrio: “Somos una ciudad muy implicada con la cultura, una ciudad pequeñita que, sin embargo, cuenta en proporción con muchas y diversas librerías, algunas de ellas muy jóvenes. Para llegar a este contexto se ha trabajado mucho, también desde los entes públicos”. En cuanto a la pregunta del millón, ‘¿qué leen los jóvenes?’, la librera cita la gran revolución del cómic, con ejemplares para niños a partir de los 6 años, y el intento de las editoriales de acercar la lectura a través de creadores de contenido y tiktokers. “Dejando a un lado la calidad, es una forma más por la que se está intentado que los niños se enganchen a la lectura”.
José Luis Álvarez (Librería Paradiso): «Hoy en día editar y publicar un libro es más barato que entonces, y hay libros muy bien escritos, pero no sé si aportan tanto como entonces»
No es posible hacer un artículo sobre cultura en Gijón sin mentar a la Librería Paradiso. Este oasis de las letras, situado en la calle de la Merced, muy cerca de la Plaza del Parchís, es el espacio en el que un buen puñado de generaciones de músicos, escritores, libreros y amantes de la lectura se encuentran desde hace casi 50 años. Inaugurada en 1976, poco después de la muerte del dictador, Paradiso se fue convirtiendo poco a poco en un icono, en un local donde encontrar discos y libros que era casi imposible hallar en otra parte. Detrás de todo ello, el culpable, José Luis Álvarez, quien casi cinco décadas después sigue acudiendo a su Paradiso, controlando cuentas y gestionando el día a día.
“Siempre hemos intentado tener un nivel alto de calidad. Hoy en día editar y publicar un libro es más barato que entonces, y hay libros muy bien escritos, porque en estos días la gente escribe bien en general, pero no sé si aportan tanto como entonces”, reflexiona el librero. Recuerda que en Paradiso, desde siempre, decidieron apostar por una línea progresista y de calidad, trayendo desde países entonces mucho más avanzados culturalmente las últimas novedades. Así, en las estanterías de Paradiso se encontraban ejemplares editados en Chile, Venezuela o Argentina y temáticas que versaban desde el trotskismo o el maoísmo hasta todo lo derivado de Mayo del ‘68. “La gente fue acercándose poco a poco, también a la parte musical. Entonces no había muchas biografías musicales, muy de moda hoy en día, pero los pocos libros del género con que contábamos eran grandes obras”.
Tantos años después, la línea que sigue manteniendo Paradiso ha variado poco, y si lo ha hecho, reconoce José Luis, no es más suave que entonces: “Hay muchas otras librerías donde encontrar libros que nosotros no trabajamos, prefiero que sean ellas quien los vendan. Alfaguara, Planeta…hay algún libro interesante, claro. Pareo en general no aportan gran cosa”. En sus comienzos, y en plena Transición, la competencia en su ‘estilo’ de librería no era mucha en la ciudad, algo que sin duda también benefició la buena marcha del local. Y de aquellos tiempos a estos, más modernos, cuando pese a la enfermedad que padece, el asturiano no se desvincula de su proyecto, y donde aquella primera ocurrencia de montar una librería acabó derivando en lo que hoy es considerado por muchos como uno de los templos de la música y las palabras en Gijón. Un referente al que muchos miran a la hora de iniciar campaña, y que el librero toma como buen halago. “Cuando empecé yo también me fijé en lo que habían hecho otros antes. Pase unos años en Madrid, en un tiempo en el que leía mucho, me pasaba el día en las librerías. Y algo me llevé de todo aquello que vi, aquellos locales llenos de política, de temática social…”. A poco menos de dos años para llegar al medio siglo, y preguntado sobre una hipotética gran fiesta, el librero fantasea con un concierto de grupos asturianos ‘de toda la vida’: «Si ellos quisieran, sería lo que más me gustaría».