«Me sumo a la reflexión de la alcaldesa y no estoy dispuesto a cometer prevaricación dando la razón a quienes solo piensan en su bienestar personal»
Escuchaba hace unos días a la alcaldesa Ana González asegurar que aunque se lo pidiera el Pleno no estaba dispuesta a prevaricar (tomar una decisión a sabiendas de que no es justa). De esta forma, quiso dejar claro que defenderá la ubicación de la nueva estación intermodal que los técnicos designen y, a la espera del resultado del trámite ambiental, es la denominada ‘Moreda 2020 mejorada’.
Días después, y en uno de mis paseos, me tropecé con una nueva caravana de vehículos en protesta. Se trataba de una convocatoria de Stop Muro que recorría la ciudad para protestar por el cierre parcial del paseo del Muro, del que se acaba de cumplir un año. También por el cierre de la avenida del Molinón, por las restricciones a los vehículos sin distintivo ambiental y la pérdida de plazas de aparcamiento. Escuché a participantes en esta movilización, protestar enérgicamente porque estas medidas destinadas a la mejora de la seguridad ciudadana, la reducción de los atropellos y la reducción de los niveles de contaminación retrasa muchos minutos el desplazamiento desde sus domicilios en Somió hasta el centro de la ciudad. También oí las quejas de residentes en la zona rural, en concreto en Santurio, que no estaban de acuerdo con unas medidas que les obliga “incluso” a utilizar la autovía de la ronda para “bajar” a la ciudad.
Y tercera. Escucho en la radio a varios taxistas protestando porque los carriles bici, el cierre del muro y las semipeatonalizaciones dificulta su trabajo, por ejemplo, para acudir con rapidez a la llamada o traslado de un cliente.
¿Tengo derecho a quejarme? Pues sinceramente, derecho sí pero no razón
Crecí, como ya les conté en alguna ocasión, en un barrio en el que las calles no tenían asfalto. Conocí una ciudad en la que para llegar desde Ceares a Cocheras nadie te quitaba media hora. No les quiero contar, porque muchos y muchas lo habrán vivido, la aventura que suponía salir del Llano para poder llegar, por ejemplo, a La Calzada. Y todo ello en una ciudad donde el que mandaba era el coche por encima de todas las cosas (y digo encima de todas las cosas por no decir por encima de todas las aceras, en las calles que las tenían).
Respeto absolutamente todas las opiniones, pero desde luego no puedo compartirlas. Por eso me sumo a la reflexión de la alcaldesa y no estoy dispuesto a cometer prevaricación dando la razón a quienes solo piensan en su bienestar personal cuando hablamos de proyectos que afectarán a cerca de 300.000 habitantes.
Yo vivo en Viesques, me traslado a trabajar a Avilés todos los días y en la mayoría de las ocasiones lo hago en trasporte público. Si finalmente la estación intermodal se ubica en Moreda, necesitaría algo más de media hora en autobús y casi una hora a pie para llegar a la estación. ¿Tengo derecho a quejarme? Pues sinceramente, derecho sí pero no razón, porque en esto de las infraestructuras y el modelo de ciudad reivindico el beneficio general y no los caprichos o deseos personales.
Tardar unos minutos más, tener que coger una autovía o no poder ir tan rápido como nos gustaría no son, sinceramente, argumentos para una ciudad que lleva esperando décadas una estación intermodal digna y una reordenación lógica para que sus calles puedan ser compartidas entre vehículos y peatones. Exijamos que se haga bien; exijamos que, por ejemplo, el túnel del metrotrén deje de ser un pasadizo; exijamos que, llegado el momento, se soterre de una vez el tráfico en el Muro. Exijamos, pero no desde el mero interés particular. Gijón es una ciudad para todos y todas. Otra cosa sería prevaricación.