Está claro que quien espera desespera, Emulsa, y bien lo sabemos los gijoneses cuando a veces tenemos que pasar por delante de uno de tus coches escoba. A veces también está muy bien autolimitarse a uno mismo a la contemplación: sentarse y ver la vida pasar, o mirar a ver qué pasa. Sobre todo estos días en zonas céntricas de la ciudad, como esta calle Covadonga que se nos ofrece en la Gijonada de hoy, proporcionada por el fotógrafo y lector E.V.G. Y es que entre comidas, cervezas, copas, quedadas que se alargan de más, polvorones, fiesta, regalos, mercadillos y luces, si te levantas y vas a Sevilla… De una mesa a otra mesa, reunión y reunión, me levanto y me siento, y me levanto y me vuelvo a sentar. Este juego de las sillas estropeado que es la Navidad nos tiene a todos un poco nerviosos (o efervescentes de azúcar y contento, según como se mire), como le ocurriría al propietario de este asiento cuando decidiría adaptarlo al bipedismo. Euforia, rabia, alegría….¿de qué sentimiento sería fruto este accidente? Sea como fuere, a este vecino de Viesques le hizo su gracia el costumbrismo que creaba la bendita silla puesta en mitad de un señorial paseo en el centro gijonés, como si estuviese preparada para que alguien la utilizase en pasar un rato a la fresca, además de hacer compañía a los residuos plásticos de la calle.
Así es que, con motivo de la Navidad: tomen asiento, abróchense los cinturones y pónganse cómodos, que el espectáculo está a punto de comenzar.
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