Cientos de personas en toda España denuncian haber sufrido engaños mediante una serie de anuncios de maquinaria agrícola fraudulentos, subidos a la red mediante perfiles que suplantan la identidad de terceros
Por el modus operandi y la similitud entre sí de las ofertas publicadas, casi todos los afectados señalan como presunto autor a Jordi Otero Barro, un conocido ciberdelincuente detenido en 2023 y que cumplió condena

«Ya verás… Al final, de tantos que somos, alguien va a llamar a esto ‘Desbrozagate’«. Hay un punto de humor en ese último palabro, nacido de la fusión del celebérrimo ‘caso Watergate’, que a principios de los 70 le costó la presidencia al estadounidense Richard Nixon, con el mucho más familiar término ‘desbrozadora’. Un humor ácido, eso sí, aderezado con unas cuantas dosis de amargura y frustración, más una pizca de mala leche. Nada extraño, por otra parte, si se tiene en cuenta quién la profirió, en el marco de una conversación con este periódico ocurrida a finales de la semana pasada. Su autor es uno de los cientos de afectados por cierta oleada de estafas digitales en la compraventa de maquinaria agrícola de segunda mano que, desde hace años, se suceden a lo largo y ancho de la geografía española. Éste, en concreto, reside en Gijón, y hace diez días contactó a través de Facebook con cierto individuo que decía vender una desbrozadora usada, al que hizo un pago por ella… Y del que nunca volvió a saberse nada. Bueno, sí, una cosa: que la identidad que estaba empleado no era la suya. Relatos similares, ligados a anuncios de productos de toda clase, pueblan las redes sociales. Tienen en común las mismas fotografías de los artículos, similares descripciones, la común exigencia de pagar por adelantado mediante transferencia o Bizum… Y casi todos aquellos que han caído en la trampa, ya sea en Asturias o fuera de ella, señalan a un mismo responsable: Jordi Otero Barro.
«Yo no sabía nada de ese tipo hasta que pasó lo que pasó«, recuerda el autor de la ocurrente palabra ‘Desbrozagate’, que, como todas las personas entrevistadas para elaborar este reportaje, ha pedido permanecer en el anonimato. Ese «lo que pasó» comenzó el 16 de mayo, cuando respondió al anuncio de venta de cierta desbrozadora de la marca Stihl que, poco antes, había sido publicado en el Marketplace de Facebook; el texto indicaba que el producto se hallaba en Pontevedra. «Esa máquina vale 1.500 euros nueva, pero él la vendía por 200, envío incluido; me dijo que se la quitaban de las manos, y que le escribiese por WhatsApp«, recuerda. Así lo hizo… Y comenzaron las sospechas. Porque, si bien el anuncio original indicaba Pontevedra como ubicación, «el tipo dijo que estaba en Villablino; me sonó raro, pero me mandó una captura de su DNI, con su foto y todo… Y piqué«. Ese mismo viernes el gijonés ordenó la transferencia, y al día siguiente escribió de nuevo al vendedor, que aseguró que realizaría el envío el lunes. Ni qué decir tiene que tal cosa jamás ocurrió… «Le escribí al mediodía del lunes, diciéndole que le iba a denunciar, y no me contestó; fui al banco, y me dijeron que la cuenta se había abierto cuatro días antes, a nombre de un extranjero«, detalla. Así que, agotadas todas las demás vías, contactó con el puesto de la Guardia Civil de Villablino. Fue allí donde le dieron un detalle descorazonador más: el DNI en cuestión no era del supuesto vendedor, sino de un vecino de esa localidad leonesa llamado C. L. R. que nada tiene que ver con la compraventa de maquinaria agrícola, y al que el estafador suplantó la identidad.
«Denuncié y hubo juicio, pero no se presentó; es más, el muy sinvergüenza envió un mensaje reconociendo los hechos»
El sentimiento de rabia e impotencia que embargó al protagonista del suceso anterior es fácil de imaginar, pero no tardó demasiado en descubrir que no era el único en esa situación. Ni mucho menos, además. A los pocos días descubrió la existencia de un grupo de Facebook, de alcance nacional, bautizado ‘Engañados por Jordi Otero/Yordi/José Barro/Antonio Pulido García‘. Ese largo nombre varía conforme se van descubriendo nuevas identidades de las usadas por el supuesto estafador. Lo que apenas cambia es la apariencia de los anuncios denunciados por sus víctimas, en los que es posible encontrar desde desbrozadoras y motosierras, hasta remolques, muebles y motocicletas. Todo ello, a precios de ganga, y accesibles previo abono del total del importe, o de una señal. Siempre a distancia, nunca en persona. Así fue como, a principios del año pasado, cayó en la trampa otro de los afectados consultados por miGijón, con domicilio en Coaña, que vio «una cortacésped con muy buena pinta, por la que pedía 250 euros; hablamos un poco, y acordamos que le pagaría por Bizum una señal de cien euros, y que le mandaría el resto cuando tuviese la máquina«. Como en el caso anterior, para reforzar la credibilidad del ‘negocio’, envió una imagen del que decía que era su DNI; es decir, el DNI del mencionado C. L. R. Desconocedor de la suplantación de identidad ante la que se encontraba, el de Coaña compartió su propio DNI, «menos mal que sin foto», y abonó la señal. De nuevo, ni rastro del cortacésped, del dinero o del ‘vendedor’ real, y sí la constatación de que, otra vez, la identidad era la del inocente de Villablino. «Denuncié y hubo juicio, pero no se presentó; es más, el muy sinvergüenza envió un mensaje reconociendo los hechos«, apunta el afectado, que no atesora dudas. «Es un depredador; te estafa por la cara y se ríe de ti«.
Sucesos como los dos precedentes se cuentan por centenares, dentro y fuera de las redes sociales. Y, de confirmarse al cien por cien la autoría de Jordi Otero (las autoridades mantienen abiertas investigaciones en varios puntos de la geografía española), se estaría ante un delincuente reincidente. Y reincidente a conciencia, todo sea dicho. Ya en 2023, en el curso de la ‘operación Oterwanted‘, el aludido, que por entonces tenía 31 años, fue detenido en Jaén por la Guardia Civil como presunto autor de más de 250 delitos de estafa, extorsión y suplantación de identidad, llegando a cumplir varios meses de estancia en prisión. De hecho, fueros los mensajes contenidos en el citado grupo de Facebook, análogos a los que siguen nutriéndolo en la actualidad, los que posibilitaron el arresto del susodicho, aunque no parece que el tiempo pasado en la cárcel sirviese de correctivo… Y el que sus actividades, aunque abundantes y continuadas, se encuadren individualmente en la categoría de delitos leves dificulta una acción policial o judicial más a conciencia. Por ello, varios de los afectados se están coordinando en el ámbito digital para presentar denuncias colectivas, con más peso que las particulares, que, de alguna forma, ayuden a sacar al estafador de la circulación. Y, esta vez, para siempre.
«Ha llegado a mandarme a tres personas aquí, que me rompieron las jardineras. Y tengo dos hijos… ¿Cómo me voy a sentir, cuando estoy en boca de toda España?»
Todos los entrevistados anteriores han perdido más o menos dinero, algo de orgullo y mucha de su confianza como resultado de esas prácticas fraudulentas. Sin embargo, hay quienes sufren consecuencias sensiblemente peores… Y un ejemplo viviente de ello es C. L. R. El particular calvario de este leonés, padre de dos niños pequeños y con domicilio en Villablino «desde siempre», empezó en junio de 2024; en su caso, en la plataforma de compraventa Wallapop, en la que, como el gijonés en Facebook, quedó cautivado por el anuncio de una desbrozadora. «Me pidió que hablásemos por WhatsApp y nos intercambiamos el DNI; le hice un Bizum a una tal Nagore, que se suponía que era su mujer, por 75 de los 150 euros que exigía, pero el producto nunca me llegó«, cuenta. Lo que sí empezaron a llegarle fueron peticiones de explicaciones por parte de otras víctimas, convencidas de que él había sido el artífice de las estafas. Y no siempre en términos agradables… «A mí me mandó el DNI de un catalán, A. P., al que había suplantado la identidad, y desde entonces está haciendo eso conmigo, así que la gente cree que el delincuente soy yo«, apunta. Una confusión que se traduce en insultos, amenazas de acciones legales, y hasta daños contra sus propiedades. «Ha llegado a mandarme a tres personas aquí, que me rompieron las jardineras. Y tengo dos hijos… ¿Cómo me voy a sentir, cuando estoy en boca de toda España?«, se lamenta, desesperado.
¿Qué pueden hacer C. L. R., el citado A. P. y tantos y tantos estafados por las actividades delictivas de este individuo? Por ahora, y a la espera de que tanto los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, como el ámbito judicial, completen sus respectivas partes, esperar. Esperar… Y denunciar. Un hecho, ese último, que puede parecer lógico, pero que no se produce tantas veces como debería. Ni por asomo. «Calculo que alrededor de un 80% de los casos no llegan a plasmarse en una denuncia; al ser cuantías pequeñas, muchos afectados creen que el proceso les va a costar mucho más dinero«, concreta la abogada Montserrat Viedma Passolas. Desde su despacho, ubicado en Gijón, esta letrada ha asumido la tarea de representar a varios de los representados, incluidos algunos de aquellos que han aportado sus testimonios para este texto. Y es la experiencia cosechada a lo largo de años de trabajo la que le lleva a ser tajante al respecto: hay que denunciar. Siempre. Precisamente, para que «el Ministerio Fiscal pueda ejercer las acciones que le competen«. Eso, por lo lo que respecta a las estafas, pero… ¿Y en el caso de la suplantación de identidad? La respuesta es la misma. «En el mismo momento en que se tenga la sospecha, hay que acudir a las autoridades y cursar la denuncia«, zanja Viedma. Además, existe un matiz interesante: con la suplantación de identidad ya se entra en el peligroso terreno de los delitos graves, y el autor podría llegar a pasar en prisión de seis meses a tres años.
Las autoridades aconsejan acudir a dependencias policiales a la más mínima sospecha de haber sido víctima de estafa o de suplantación, y nunca enviar el DNI a terceros sin haber borrado antes datos clave, como la fecha o la foto
De todos modos, y como ocurre siempre, mejor es prevenir que curar, y tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil insisten periódicamente en ello. En consecuencia, desde ambos cuerpos insisten en estar muy atentos ante posibles actividades fraudulentas en el mundo digital, y ser cautelosos en los comportamientos propios. Por ejemplo, no realizando transacciones fuera de los cauces regulares que habilitan las plataformas de compraventa online, o evitando el envío del DNI a terceros. Si, por cualquier razón, facilitar dicho documento se vuelve imprescindible, las autoridades aconsejan borrar datos clave, como la fecha de expedición y de caducidad, y tapar la fotografía, de modo que no pueda ser utilizado para suplantar la identidad del emisor. Pero, por encima de todo, y en la línea de lo sugerido Viedma, ambos cuerpos de seguridad recuerdan que, a la más mínima sospecha de haber caído en las redes de un estafador, hay que correr a dependencias policiales. Es la mejor manera de atajar la situación con presteza… Y minimizar las posibilidades de que, en lugar de una desbrozadora, lo que uno se acabe llevando sea una agria experiencia difícil de olvidar.