En la región desde el sábado, esta brigada helitransportada ha estado combatiendo el incendio forestal declarado en Degaña, en un escenario muy distinto a aquellos a los que sus once miembros están habituados
La orografía y la insuficiencia de medios han dificultado la labor, algo parcialmente compensado por el apoyo de los compañeros del Servicio de Emergencias del Principado, y por el cariño de la población civil

El año 2025 pasará a la historia en Asturias como uno de los más trágicos en lo concerniente a incendios forestales. Y no, desgraciadamente no hay ni un punto de exageración en dicha afirmación. Con diecisiete focos registrados este martes, de los que ocho continúan ardiendo sin control, la titánica batalla que se libra desde hace una semana para extinguir los conatos localizados ha regalado algunas tímidas victorias, cierto, pero el duelo contra las llamas todavía parece lejos de su fin. Hoy casi todas las miradas están puestas en el flanco sur, en los incendios desatados en León y que, metro a metro, como una bestia hambrienta, ascienden hacia el norte, rebasando las fronteras de la región. Es allí donde se concentra el grueso de los recursos disponibles, desde efectivos de Bomberos del Principado hasta tropas de la Unidad Militar de Emergencias (UME), pasando por agentes medioambientales y empresas forestales. Y, dentro de ese vasto despliegue, cierta fuerza está destacando particularmente tanto por lo especializado de su cometido, como por lo lejos que está de su hogar: la brigada helitransportada enviada por Castilla-La Mancha. Once profesionales movilizados para reforzar a sus desbordados compañeros asturianos, y que han pasado los últimos días midiéndose con el fuego en Degaña. Esta misma tarde regresarán a casa, después de tres jornadas largas, duras, peligrosas y que les han exigido adaptarse a un escenario complejo, radicalmente distinto a los que sus miembros conocen.
«Ha sido un trabajo muy difícil…«, resume, agotado, Diego Tangarife Córdoba, tras doce horas de esfuerzo constante; parte de ellas, nocturnas. De 44 años y con diecisiete de experiencia, este técnico helitransportado se encuentra al mando de una brigada compuesta por otros siete bomberos forestales, como él; dos pilotos y un mecánico. Esa es la fuerza, cuidadosamente adiestrada y con una larga experiencia a cuestas, que el sábado respondió a la llamada hecha desde el Servicio INFOCAM del Gobierno castellanomanchego y, en apenas tres horas, dejó atrás el Alto Tajo y puso rumbo a Asturias a bordo del helicóptero Bell 412 que tiene asignado. Esa aeronave es, precisamente, la que da el carácter diferenciador al equipo que lidera Tangarife. ¿Por qué? Pensemos en un incendio forestal promedio. Si algo abunda en tales entornos es la vegetación; es decir, el combustible, que alimenta sin descanso las llamas y propicia su rápida propagación. Ante un escenario así, un helicóptero permite desplazarse rápidamente a los puntos ‘calientes’ en los que sea más conveniente trazar líneas de defensa, sin depender de vehículos terrestres o de agotadoras marchas a pie. Para eso es para lo que Tangarife y sus camaradas se han estado preparando, a lo que han tenido que enfrentarse en Castilla-La Mancha en múltiples ocasiones… Pero que aquí, en Asturias, ha adquirido una dimensión distinta.

Para empezar, si algo caracteriza el frente en el que esta brigada ha tenido que batallar es su escarpada orografía. «La zona de Degaña es muy abrupta, mucho más que las que tenemos en casa; no había suficientes líneas de control para asegurar maniobras y hacer ataques de flanco, y sólo pudimos seguir el fuego descendente«, detalla Tangarife. Por comparación en Guadalajara, donde se halla la base de Corduente, en la que él y los suyos están acuartelados, el terreno es más llano, menos pedregoso, cosa que facilita «ir construyendo líneas de defensa alrededor del fuego, encerrándolo para evitar que se propague, y hacerlo con herramientas manuales». Sin embargo, en Asturias esa táctica se ha revelado imposible; sin ir más lejos el domingo, en el barranco de Piedrafita, «tuvimos que limitarnos a trabajar mediante anclajes por puntos, y lanzando descargas de agua desde el aire». Eso, ojo, con un riesgo añadido: el muy real peligro de desprendimiento. Porque todo lo bueno suele tener su parte negativa, y en el momento en que el combustible del fuego, que son los árboles y demás plantas, se agota, esa zona concreta se vuelve propicia para que «el firme pueda ceder; a nosotros nos han caído encima piedras bastante grandes…«. Afortunadamente, no ha habido que lamentar heridos, un feliz balance en el que ha contribuido las lecciones cosechada por Tangarife durante un despliegue de refuerzo previo que, hace años, realizó en León.
Claro, que existen otros elementos que han facilitado enormemente, cuando no directamente posibilitado, la labor de esta brigada. Uno de ellos, el papel de los Bomberos del Principado, con los que los castellanomanchegos han trabajado codo con codo en Degaña, y que Tangarife no duda en describir como «grandísimos profesionales. Conocen el terreno, nos han ayudado a adaptarnos a él y nos han proporcionado el equipo que no pudimos traer; fundamentalmente, las emisoras de radio«. Otro de esos factores decisivos ha sido la población civil. Aunque, por la naturaleza del lugar de despliegue, «hemos visto a pocos ciudadanos, aquellos con los que nos hemos encontrado en el Puesto de Mando han sido muy colaboradores; nos han traído componentes que pudiésemos necesitar, agua, comida… Siempre han estado dispuestos a apoyarnos». Finalmente, Tangarife no quiere dejar fuera de esa lista al personal que regenta y atiende el Hotel Silvota, emplazado en Llanera, donde los once se han alojado y que ha sido su templo de relax durante los periodos de descanso, también de doce horas, de que han disfrutado. «Se han portado maravillosamente con nosotros, y en una situación como esta eso es muy de agradecer«, concluye.

En fin… Con la cruzada contra los incendios ya más encauzada en Asturias, y con el riesgo disparado en su región natal, a este esforzado equipo ya le ha llegado el momento de retornar al hogar para unirse a la lucha que, en otros puntos de Castilla-La Mancha, están librando sus compañeros del Serranillo, Albacete o Toledo, por mencionar sólo algunas fuerzas comprometidas en ella. No obstante, es poco probable que lo vivido en Asturias se le olvide a alguno de sus miembros… Incluso, como motivación para, en un futuro, recalcar las carencias que quedan por subsanar, y que estos días acaparan titulares a lo largo y ancho del país. «A nosotros, sin ir más lejos, nos faltó un especialista para estar completos; tuvimos que llamar a otro compañero para que hiciese de conductor«, narra Tangarife. No es un caso aislado… No en vano «mucha gente, cuando la llaman del dispositivo, prefiere no acudir, porque es difícil conseguir alojamiento y, sobre todo, por el problema de la estacionalidad, que hace que este trabajo no siempre dé para vivir«. La esperanza del jefe de la brigada y de sus subordinados es que el océano de llamas que aún arde en España impulse esa tan anhelada inversión en mecanismos de lucha y prevención… Aunque recuerdan que esa última cuestión es responsabilidad de todos los ciudadanos. «Hay que usar el sentido común, ser prudentes y asimilar que si, por ejemplo, te construyes un chalet en el bosque, lo que tienes alrededor es combustible. Mucho combustible. Y basta una pequeña ignición, una chispa, para que desate el desastre».
Gracias gracias gracias
A la comandancia de Diego tangarife cordoba su patrulla y los aliados de colaboran con esta ardua tarea.
Son nuestros héroes , los valientes que se enfrentan cada día a esta madre naturaleza que nos recuerda cuando vulnerables somos y como nos hace conciencia de el cuidado de nuestro planeta.
Gracias por su incansable riesgo y experiencia
Dios y la madre Gaia los proteja siempre.