
«Fantástico comunicador en diferentes medios; gerente de empresas de hostelería y organizador de las mejores fiestas desde su juventud, su vida era trabajar, trabajar y trabajar. Solo su amor al buceo, que ya no podremos compartir, le daba un respiro a esa cabeza pensante»

Con toda la gente odiosa que hay en la tierra, tienen que irse, y siempre antes de tiempo, los mejores, los que más necesita este mundo.
Este domingo, que transcurría como uno cualquiera, de peli y manta, se derrumbó a última hora con la noticia de una muerte prematura.
Al todo terreno César Telenti, para la que suscribe «el señor Telenti«, se le rompió el corazón, como dice la canción, de tanto usarlo siempre para cosas buenas.
Fantástico comunicador en diferentes medios; gerente de empresas de hostelería y organizador de las mejores fiestas desde su juventud, su vida era trabajar, trabajar y trabajar. Solo su amor al buceo, que ya no podremos compartir, le daba un respiro a esa cabeza pensante.
Una no está preparada para estas despedidas tan puñeteras, tan injustas…
El recordar cómo y cuándo Cesar entra en mi agenda de teléfono, es volver a los inicios de plumilla, al año 2002.
«Llama a Telenti», me gritaba desde el despacho de Rodríguez San Pedro Fernando Canellada. Y cualquier duda quedaba resuelta una vez que resonaba la voz profunda de Cesar.
Allí estaba para darte el apellido de alguien, adelantarte algún asunto trascendente, proponerte participar en un programa de radio, recordar alguna efeméride vivida conjuntamente o, también, anunciarte algún fallecimiento de alguien conocido.
¡Madre mía, señor Tetenti! Le estoy dando vueltas a todo esto, y no puedo creer todavía que no me contestarás nunca más a alguno de mis cotilleos.
Te voy a echar mucho de menos.