Esta politización del oso, estos genocidios del hermano lobo o del jabalí. El hombre se define también por los animales con los que convive
La noticia del día no han sido las vacunas, ni tampoco el indulto. La noticia la ha dado un oso, un oso cabrón que ha atacado a una señora que andaba de paseo mañanero por los caminos de Cangas del Narcea. Y no me entiendan mal, lo de cabrón lo digo porque el alcalde del pueblo, José Víctor Rodríguez, ha declarado después que los osos se están humanizando. Quiere decirse que los osos merodean en lo humano y rondar la humanidad es también rondar su naturaleza moral.
Ahora que el hombre vive más desacreditado que nunca, debatiéndose entre la democracia y el fascismo, irrumpe un oso con toda la locura del hombre y con toda la nostalgia de su especie. Baloo ha perdido su bondad. En el siglo XXI los animales acuden a la llamada de la selva de un oso. Los animales sagrados se humanizan dispuestos a tomar el asfalto.
A falta de un buen enemigo, hemos encontrado uno en el hermano oso, que nos ha enseñado a todos la Ley de la Jungla. El oso no ha conseguido dominar la palabra, pero habla con la verdad de un relato de Kipling. Siempre vemos al oso deambular solitariamente, mendigando tiempo y alimentos, por los bosques de la Cordillera Cantábrica. La bondad del oso, la fortaleza del oso, con pasos de resignación y el fulgor pensante y meditabundo de la naturaleza. Según parece, es la primera vez en la historia de los osos asturianos que uno de ellos rompe la regla no escrita, prehistórica, de no atacar a los humanos. Siempre hay una primera vez, un precedente que marca la pauta, y esto apunta a una guerra entre el hombre y el oso como nunca antes hemos conocido. Quiere decir uno que al hombre se le acumulan las guerras con los animales. Primero fueron los lobos, después los jabalíes, ahora son los osos.
Jose Víctor Rodríguez atribuye la maldad del oso a su humanización. Ni San Pablo habría expresado mejor con esta fábula de Esopo cómo la semilla del mal está germinando siempre en la condición humana, incluso cuando hemos transferido la humanidad a un pobre oso. Al pueblo se le viene adoctrinando siempre con fábulas de animales. Unas veces es un virus. Otras veces es un oso.
«Vimos gruesas serpientes dibujar su pregunta», escribió Vicente Aleixandre. El animal ha refulgido siempre en un poema. «Ayer fue el oso, mañana puede ser el lobo o el jabalí», han afirmado los responsables de COAG Asturias en una nota de prensa que parecía casi un poema de Bertolt Brecht. La aldea perdida, quién lo iba a decir, se ha vuelto peligrosa, territorio comanche entre animales, pastores, propietarios. Uno abandona la ciudad para vivir la paz del campo y lo que menos se espera es que un oso lo ataque, como en un western, declarando una guerra entre especies. Esta politización del oso, estos genocidios del hermano lobo o del jabalí. El hombre se define también por los animales con los que convive. El oso ha sido nuestro último piel roja. Hoy forma parte de la raza de los acusados y alguno ya pide su muerte, ay.