Herminio Menéndez, presidente del Comité Olímpico Organizador de Barcelona 92
“Detrás de 1992 hay un trabajo de cinco años. Al deporte español le dimos la vuelta como a un calcetín porque había estado aislado 40 años del mundo de la alta competición”
“El fracaso de la candidatura de Aragón y Cataluña no ensombrece el deporte. Es decepcionante que los políticos no se hayan puesto de acuerdo, es la España que vivimos”
Herminio Menéndez (Candás, 1953) es una voz autorizada en la historia del deporte español. El asturiano fue el encargado de abrir el camino al piragüismo con la primera medalla hace casi medio siglo en Montreal 76. Cuatro Juegos Olímpicos y tres metales después, Menéndez pasó al lado de la gestión y estuvo al frente del comité organizador de Barcelona 92. Ahora muestra su apoyo al nuevo equipo de la Familia Olímpica del Principado, un organismo del que fue su primer presidente y que acaba de abandonar al igual que el resto de la directiva. “Estaré ahí para apoyarles en todo lo que pueda”, avanza.
Fue la penúltima persona en portar la antorcha olímpica en Barcelona antes de cedérsela a Epi. Tres décadas después, ¿todavía lo recuerda?
Eso no se olvida nunca. Hice la entrada en el estadio, di media vuelta a la pista olímpica y se la entregué a él. La entrada en el estadio con la antorcha fue un momento inolvidable.
Usted fue el presidente del Comité Olímpico Organizador de Barcelona 92. ¿Cómo le llegó el nombramiento?
Estaba en el Consejo Superior de Deportes trabajando como asesor del secretario de estado de Deportes Javier Gómez-Navarro y era el fundador y presidente de la Asociación de Atletas Olímpicos. Supongo que eso influiría, pero sobre todo estaba en el gobierno en aquel momento.
Menuda responsabilidad y encima en casa…
Si, la responsabilidad de Barcelona desde que estuve en Lausanne cuando se concedieron los Juegos Olímpicos con la delegación española y en ese momento trabajaba el Principado de Asturias. Después, desde 1987, tuve la suerte de formar parte del equipo que pusimos en marcha toda la reorganización del deporte español, la nueva Ley del Deporte y la nueva estructura del deporte.
¿Cuántas horas de sueño le quitó la organización?
Algunas, algunas. Muchos vuelos a Barcelona en avión casi todas las semanas durante dos años (risas).
¿Se sufre más al otro lado?
Es distinto. El sufrimiento de hacer deporte de alto nivel, tener éxito en lo que te gusta y ver cumplidos los sueños que tenías desde pequeño es diferente. Primero por participar en los Juegos Olímpicos. En aquel momento para España ganar una medalla olímpica no era un sueño, era algo prácticamente inalcanzable. Date cuenta de que en 1980 tenía tres metales olímpicos y era el 30% de las medallas de toda la historia del deporte olímpico español.
Todos los olímpicos con los que hemos hablado en esta sección coinciden en señalar el antes y el después para el deporte a raíz de la cita de Barcelona.
Viví y tuve la suerte de participar en el cambio. Detrás de aquel 1992 en Barcelona hay un trabajo de cinco años porque lo que hicimos con el deporte español fue como darle la vuelta a un calcetín. España había estado aislada durante 40 años del mundo de la alta competición, sobre todo, en medios y en conocimientos. Éramos un país aislado, no asistíamos a los congresos, la formación de los técnicos españoles era muy pequeña comparada con otros países, la medicina deportiva, la alimentación… Estábamos muy atrasados.
Echemos la vista atrás. Su primera cita olímpica fue Múnich en 1972. ¿Se pellizcaba para ver que era real?
Hombre, claro. Tú eres más joven, pero los que saben lo que era la España del 72, el cambio entre España y cualquier país de Europa era un abismo. Con esta situación, imagínate con 18 años llegar a aquella villa olímpica y ver ese ambiente y lo que había. Era todo maravilloso.
Luego llegó Montreal 76 con una plata, la primera medalla en el piragüismo en K4 1.000 metros. ¿Tenía claro que podían sacar una medalla?
Así como en el año 72 mi aspiración era llegar a una final y estuvimos a punto de conseguirlo, por unas décimas, esta vez no solo tenía claro que sacábamos un metal, iba a por el oro (risas). El año anterior, en 1975, habíamos sido campeones del mundo. De todas formas, en Montreal además de la medalla de plata fui cuarto K1 y no conseguí el bronce por 10 centésimas. Estuvimos media hora esperando a ver quién era el tercero, ahí si que se sufre (risas).
¿Notaron algún cambio en su deporte como consecuencia del éxito?
El cambio fue brutal. El piragüismo español hoy si no es la primera es la segunda potencia del mundo.
“Entrar en el Estadio Olímpico de Moscú con la delegación española y portando la bandera es algo único. Son muy pocos los afortunados que pueden decir eso”
Cuatro años después, en Moscú 80, a la plata le añadieron un bronce en K2 1.000 metros. ¿El crecimiento era imparable?
Tengo ocho medallas en campeonatos del Mundo. En ese momento, en cualquier competición que hacíamos estábamos en las finales peleándonos con países que, en fin, la medicación que tomaban era bastante dudosa.
¿Ser el abanderado de aquella cita es una de esas imágenes que no borra de su cabeza?
Son imágenes inolvidables, recuerdos bonitos que le quedan en su vida. Entrar en el Estadio Olímpico de Moscú con la delegación española y portando la bandera es algo único, son muy pocos los afortunados que pueden decir eso.
Cogía el testigo de otro asturiano y además de Candás, Dacal. También su lugar de nacimiento y un concejo que sí ha sabido dar el lugar que merecen a su olímpicos.
Es que no sé si hay algún otro país del mundo que pueda igualar la participación de un pueblo de 6.000 habitantes en el olimpismo y las medallas y los resultados que se consiguieron, es espectacular. Es algo que viene ocurriendo cada olimpiada, siempre hay algún candasín.
¿Presumía de su ADN en los Juegos?
Representando a España presumía de asturiano y de candasín por supuesto y dentro del ambiente donde nos movíamos la ‘tierrina’, Asturias estaba ahí, en un plano. Lógicamente uno sabe que estaba defendiendo los colores de España, de un país.
Su última cita fue en 1984 en Los Ángeles. ¿Aquel séptimo puesto en la final de K2 fue una decepción?
Fue la mayor decepción de mi vida deportiva. En 1984 había boicot de los países del Este, eran mis rivales. Llevaba diez años peleándome, principalmente con la República Democrática Alemana y la Unión Soviética y los favoritos no estaban. En mi cabeza iba con la idea de conseguir dos medallas y fue todo un desastre.
¿Y esto cómo se encaja?
Yo lo encajé realmente mal. De hecho, me retiré con 30 años y básicamente fue porque el apoyo al deporte allí no fue muy bueno. La Villa Olímpica no estaba en Los Ángeles, se ubicaba en la Universidad de Santa Bárbara. Era un sitio precioso al lado del mar, pero estábamos a 200 kilómetros del lago Casitas, el lugar donde se hacían las pruebas. Teníamos que hacer más de dos horas de autobús para ir y volver y la mayoría de los países habían alquilado unas villas, sobre todo en las fechas de la competición, en el lago. Se lo pedí al jefe de la delegación española y dijo que no había dinero para eso. Si un país que lleva a unos deportistas con las máximas aspiraciones no les cuida para que estén en las mejores condiciones es algo que no se puede entender.
¿Queda algo de aquel Herminio Menéndez que salió del Club Los Gorilas?
Queda mucho. Mi vida es Candás y el Club Los Gorilas. Lógicamente también hay una parte importante para el Grupo Covadonga porque desde 1976 formé parte del club. Ahí hay algo que me satisface mucho. Cuando Manuel Llanos, en paz descanse, me ofreció ser entrenador y a la vez piragüista me encontré con un club que había sido historia del piragüismo asturiano y español, pero no había nada, partíamos absolutamente de cero. Con el tiempo logramos campeonatos de España, triunfos y comenzó a ir hacia arriba. Hoy es un gran club, uno de los mejores de Asturias y de España.
Por cierto, una foto para la historia cuando todos los abanderados le hicieron entrega a Rafa Nadal de la bandera de España.
Es otro recuerdo entrañable. El Comité Olímpico nos invitó a los que habíamos sido abanderados y ahí estuvimos con el gran y magnífico Rafa.
46 años después del primer pódium en una olimpiada, ¿qué siente cuando ve competir a un piragüista como Saúl Craviotto?
Una satisfacción enorme. Ver a Craviotto competir es algo que me traslada a mi juventud, me trae recuerdos continuamente. Sin lugar a duda, Saúl es junto a David Cal el mejor piragüista de la historia de España.
“Todo el proceso de lo que era el olimpismo y la esencia que pregonó el barón de Coubertin, el mercantilismo lo está llevando por otros derroteros que no comparto”
Viéndolo con perspectiva, ¿es meritorio comprobar la cantidad de olímpicos que ha dado Asturias con el tamaño que tiene la comunidad? Lo digo porque no han sido pocos.
Sí, sin duda. Coincidí con Manuel Llanos de director de Deportes en Asturias y fuimos los primeros que iniciamos un programa de ayuda a los olímpicos españoles para Barcelona. No era tan fuerte como el ADO, pero era un programa de ayuda a los olímpicos. También hicimos una campaña de captación de voluntarios que gracias al Grupo Covadonga y la Feria de Muestras fuimos la comunidad de España que más voluntarios aportó a Barcelona.
Sin embargo, no parece que en la actualidad la administración regional valore mucho este aspecto…
El olimpismo, bajo mi punto de vista, está perdiendo una cierta identidad. Las televisiones se están volcando en nuevos deportes porque los reclaman, las audiencias… Todo el proceso de lo que era el olimpismo y la esencia que pregonó el barón de Coubertin durante años, el mercantilismo lo está llevando por otros derroteros. Entiendo que hay que adaptarse a los tiempos, pero no lo comparto.
Usted era hasta la disolución uno de los vicepresidentes de la Familia Olímpica del Principado. ¿Con el paso de los años ha conseguido encajar la falta de un Museo Olímpico en Asturias? Porque les cerraron todas las puertas.
Fui el primer presidente de la Familia Olímpica. Desde el minuto uno intentamos hacer un museo del olimpismo en Asturias y tengo que reconocer que no hemos sido capaces, por un motivo o por otro no hemos sabido llamar la atención de los políticos. Espero que en esta nueva etapa en la que gente más joven recoge el testigo lo consigan. Estaré ahí para apoyarles en todo lo que pueda.
“Hasta Barcelona 92 el deporte femenino no existía. La mujer española parecía que no podía y no valía para hacer deporte y se demostró lo contrario”
Oiga, ahora tenemos a un asturiano presidiendo la Federación Española de Piragüismo Javier Hernanz. ¿Son tiempos más complejos que los de su época?
Son diferentes. Mi época en el deporte era la edad de piedra comparada con la actual (risas). Los medios que teníamos, cómo viajábamos y competíamos es para escribir un libro. La sorpresa que les dimos, en aquel momento sobre todo a los países del Este, apareciendo unos ‘españolitos’ porque España no había pintado nada en el concierto mundial y durante diez años les estuvimos apretando las clavijas. Fue algo que sorprendió.
Forma parte del primer Salón de la Fama del Piragüismo y comparte espacio con otra candasina como Luisa Álvarez. ¿Una mujer haciendo historia debería hacer reflexionar al deporte?
El Salón de la Fama acaba de empezar y pienso que en breve habrá muchísimas más mujeres. Cuando comienzas algo y echas mano de la historia desde el inicio, esto sucede. Si el deporte masculino era paupérrimo hasta Barcelona 92, el femenino no existía. La mujer española parecía que no podía y no valía para hacer deporte en este país y en Barcelona se demostró lo contrario. En cada cita olímpica las mujeres han superado a los hombres en el medallero.
Cuenta con tres medallas olímpicas, el mismo número de victorias que en el Descenso del Sella. ¿Qué significa para usted esta prueba?
Todo. Si me hubiera retirado del piragüismo sin ganar el Descenso del Sella, no voy a decir que sería una frustración, pero sí una espina que me hubiera quedado clavada para siempre. Afortunadamente lo gané dos veces en K2 y una en K1y cumplí uno de mis sueños.
El fracaso de la candidatura entre Aragón y Cataluña ¿ensombrece el deporte?
No, el deporte está muy por encima de eso. Ensombrecen los gestores que llevan este asunto. No tengo suficientes datos para decir quién es el culpable, pero es decepcionante que no se hayan puesto de acuerdo los políticos en cómo llevar una candidatura conjunta. Esta es la España que vivimos y no es solo en el deporte, pasa en más ámbitos de la sociedad. Desgraciadamente, cada vez cuesta más negociar con Cataluña cualquier cosa que vaya unida al nombre de España.