«El Retiro de La Guía, ya en los tiempos de ‘el Roxu’, se convierte en el lugar de encuentro más popular entre los aficionados sportinguistas de los primeros tiempos del club. Allí se departía en las horas previas al encuentro, comían muchos aficionados y era lugar de referencia al acabar los partidos para conversar y discutir sobre lo acontecido en el terreno de juego»

En el verano de 1890, abren sus puertas dos establecimientos hosteleros en el barrio gijonés de La Guía, a las afueras de la ciudad. El viernes 1 de agosto se inaugura El Retiro de La Guía, que fue abierto por Feliciano García, aunque su propiedad pasó a los pocos años a manos de José Argüelles ‘el Roxu’, quien mantuvo la gerencia del negocio durante mucho tiempo. El día 20 del mismo mes lo hace también El Norte, cuyo propietario era el conocido cocinero Germán Valdés.
Ambos establecimientos tienen bar-restaurante y merendero y revitalizan enormemente el barrio. A ello también va a ayudar, años más tarde, la cercanía con el campo de fútbol de El Molinón y la fuerza con la que el nuevo deporte prende en Gijón. El primero de ellos, El Retiro de La Guía, ya en los tiempos de ‘el Roxu’, se convierte en el lugar de encuentro más popular entre los aficionados sportinguistas de los primeros tiempos del club. Allí se departía en las horas previas al encuentro, comían muchos aficionados y era lugar de referencia al acabar los partidos para conversar y discutir sobre lo acontecido en el terreno de juego. Y es en ese lugar donde Ignacio Lavilla y Mario Orbón, primer y segundo secretario del Sporting (Orbón, además, fue un conocido árbitro de fútbol en los años veinte), organizan, a partir de 1910, las primeras comidas de club. A ellas asisten los jugadores que conforman la plantilla, algunos amigos y familiares y, por supuesto, cuantos aficionados deseen. Un menú en el que el plato principal siempre consistía en fabada y que, en los primeros tiempos de la década de los años diez, costaba en torno a las dos pesetas por cubierto.
Posteriormente, el merendero El Recreo del Piles, propiedad de Manuel Peña, es inaugurado en 1924. Estaba situado al final del puente del Piles, cerca del fondo norte de El Molinón, y coge el relevo como principal punto de encuentro del sportinguismo. Otro de los lugares de referencia de la afición gijonesa, a partir de la segunda mitad de la década de los 20, fue el Restaurante Las Delicias, en Somió, del que era propietario Florentino Villabona, que contaba además con merendero, juego de llave y baile.
Ya, alejado de El Molinón, abre en la plaza de El Parchís en 1930, el bar Casa Marcelo, propiedad de Marcelo Martínez Quintana, aficionado a los deportes en general, al fútbol en particular, y acérrimo sportinguista. Su local hostelero se convierte en el hogar de todo aficionado al Sporting. Sus paredes estaban decoradas. Abrió el 1 de marzo de 1930 y cerró el 1 de marzo de 1967, y en sus cristaleras se ponían, en una pizarra, los resultados de los partidos, especialmente del Sporting, y se agolpaban los curiosos para ver cómo iban: «Celta 0 Sporting 0, acaba de rematar al palo Dindurra, minuto 30”. Luego se colgaban en las cristaleras del bar los resultados y las clasificaciones en una hoja que era visible para los viandantes que se agolpaban interesados en las últimas noticias sobre la jornada futbolística.
En sportinguismo rivalizaba el local del ex futbolista Corsino Menéndez Solar, el restaurante El Retiro, sito en la calle Begoña y con fonda donde se alojaban (también lo hacían en la pensión, hoy hotel, Castilla) los futbolistas foráneos que venían a jugar a Gijón. En El Retiro encontró la muerte la gran estrella rojiblanca Ramón Herrera, al que el periodista madrileño Rienzi bautizó como ‘el Sabio’. Fue el 4 de octubre de 1960 y tras pedir una botella de vino de Rioja y dejar mil pesetas de propina a la sorprendida camarera porque “ya no volverían a verse”, ingirió numerosas pastillas que acabaron con su vida.
Otro de los lugares casi sagrados de la tribu rojiblanca gijonesa fue La Caperucita, una fábrica de bombones y caramelos que también tenía tienda para la venta al por menor de sus productos. Estaba situada en la calle Menéndez Valdés 8, justo al lado del centenario negocio Cafés Caso y muy cerca de la conocida tienda de ultramarinos de Carmen Riera. Allí, tras el retorno del fútbol después de la Guerra Civil, su propietario colgaba en los escaparates los resultados de los partidos y las clasificaciones, debidamente mecanografiadas y al detalle, de Primera, Segunda y el grupo de Tercera donde jugaban equipos asturianos. A la espera de tal información, cada domingo, se agolpaban a sus puertas decenas de aficionados, cortando por completo el tráfico rodado y dificultando el paso de tranvías.
No fue el único establecimiento ajeno a la hostelería que se convirtió en centro de peregrinaje de la tribu sportinguista. Electrodomésticos Berne fue una tienda que funcionó en la misma calle Menéndez Valdés, en el número 13. Los propietarios del establecimiento, los hermanos González, acudían a todos los partidos que el Sporting jugaba fuera y los grababan en películas de super-8 que luego proyectaban en sus escaparates. La hora de la proyección, se hacían un par de ellas por semana, era anunciada debidamente en la prensa. Allí se agolpaban decenas de sportinguistas para ver el encuentro del Sporting. El sobrino e hijo de los propietarios, Enrique González Garamendi, además de ser un conocido y reconocido sportinguista, fue presidente de la Comisión de Fútbol-Sala de la Real Federación Asturiana de Fútbol.
Otro emblemático, aún abierto, es Casa Aurora, que en tiempos previos al actual bar era conocido como Casa Celesto, un bar-tienda que llegó a ser vestuario y taquilla de El Molinón. El actual local está regentado desde su apertura en 1954 por la familia del añorado Félix Canal, que fuera futbolista del Club Gijón, que se proclamó campeón de España de Aficionados; del Oriamendi, que fue rival del Sporting en Segunda División; y del filial sportinguista, el Olympia. Pero ante todo, Canal fue, como lo es toda su familia, un gran seguidor del conjunto rojiblanco gijonés. Casa Aurora sigue siendo un lugar sagrado para el sportinguismo.
Hubo otros tres locales donde no solo eran punto de encuentro de sportinguistas, sino servían como domicilio para aquellos jugadores solteros de fuera de Gijón que fichaban por el Sporting. El primero, la sidrería Luis Canal, propiedad de Luis Canal Cortina ‘Pilu’, suegro del gran delantero navarro Rafa Marañón. Canal tenía, además, equipo de fútbol federado, el Deportivo Luis Canal, que contaba también con filial, el Atlético. El segundo, Casa Herminio, propiedad de Herminio Álvarez, tenía los dos pisos sobre el chigre, y allí vivían los jugadores. El tercero sería El Altillo, un bar con pensión sito en la céntrica calle Capua. Fue el último alojamiento de los jóvenes jugadores rojiblancos y por ahí pasó una gran generación de futbolistas: Felipe Miñambres, Tomás Hervás, Fernando Tocornal o Tino Aller, entre ellos. Su propietaria, Azucena Menéndez Pidal, ejercía no solo de hostelera, sino también un poco de madre de todos ellos. Además, El Altillo fue la histórica sede de la actual decana de las peñas rojiblancas, la Peña Sportinguista Inter, hoy presidida por Luis Pereda González.
Por supuesto, no podemos dejar de lado la que fue sede de la primera peña nacida en Gijón, el bar Imperial, situado en la calle Corrida. El establecimiento era propiedad de Juan Palacio Vega, gran deportista que llegó a ganar en dos ocasiones el Descenso Internacional del Sella y, además, era hermano del tenista Monchu Palacio, fundador del Club de Tenis de Gijón y campeón de Asturias. La peña estaba presidida, desde su nacimiento en 1941 hasta su desaparición a finales de los años cincuenta, por Ángel Varela, cuyo hijo, Luis Ángel Varela Villalobos, fue presidente del Grupo Covadonga y uno de los fundadores del Gijón Baloncesto.
Hoy, otros locales toman el relevo de aquellos lugares cargados de sportinguismo ya desaparecidos. Uno de estos, sin duda, es la cafetería La Regence, auténtica referencia de la tribu sportinguista del siglo XXI, negocio magníficamente comandado por Xuacu Rodríguez y Lorena Tuero y que es sede de la Peña Sportinguista Sentimiento Rojiblanco, una de las más activas y viajeras del sportinguismo.