Este 8 de marzo, exigiremos la igualdad de una vez por todas, el respeto, la dignidad…
Hoy no es un 8 de marzo como el de siempre. Hoy es un 8 de marzo lleno de dolor y de tristeza. Hoy es un 8 de marzo en el que casi no puedo pensar en el día que es hoy. Casi, porque por supuesto que me queda un resquicio de reivindicación por la igualdad de la mujer (que es lo que se espera de este día), aunque la reivindicación debería ser siempre. Mejor dicho, la reivindicación no debería existir porque significaría que por fin se habría conseguido un mundo igual, un mundo paritario y un mundo justo en todos los sentidos.
Hoy es un 8 de marzo en el que muchas mujeres ucranianas no podrán manifestarse por la igualdad. Mujeres que están luchando por sobrevivir, unas escapando del horror de su país, otras dejando a sus hijos en la frontera y corriendo a reunirse con sus parejas para luchar por su patria, para luchar contra los invasores rusos que les han robado la libertad y la vida aunque no la dignidad.
Hasta aquellas tierras llenas de terror, llega el machismo recalcitrante manifestado por un babayu candidato al gobierno de Sao Paulo (Brasil) quien fue capaz de decir, para mi estupor, que las refugiadas ucranianas que están en la frontera de Eslovaquia son tan bellas como diosas y que “son más fáciles porque son pobres”. ¿Pero qué tiene en la cabeza este individuo que ante semejante situación, cruzando la frontera como integrante del Movimiento Brasil Libre (MBL) para ayudar a esta crisis humanitaria, lo primero que dice son estas machistas apreciaciones?.
Por eso, este 8 de marzo, exigiremos la igualdad de una vez por todas, el respeto, la dignidad… y en nuestros corazones también estarán las mujeres refugiadas ucranianas que en este terrible tiempo de guerra, están demostrando que son tan capaces como los hombres de defender su país y enfrentarse cuerpo a cuerpo a los invasores rusos.
Hoy, 8 de marzo, va por ellas.
Montse Martínez es periodista de RTPA