Agentes medioambientales del Principado y del Ministerio para la Transición Ecológica han retirado el animal de la playa; el cuerpo será sometido a una necropsia para determinar las causas del fallecimiento y, después, será eliminado
POR BORJA PINO Y ADELA RIESCO
Ha sido, junto con los efectos de la huelga en el sector del transporte de pasajeros por carretera, la noticia del día en Gijón. Mediada la mañana de este jueves un ejemplar de cierto cetáceo aparecía varado en la playa de San Lorenzo, entre las escaleras 6 y 7, aún vivo, aunque en visible mal estado. Los esfuerzos de algunos bañistas por devolverlo a la mar resultaron infructuosos; minutos después el animal era devuelto a la costa por la marea, y poco después todo movimiento, reducido entonces a una tenue agitación de la cola, cesaba, sin que se registrasen signos de actividad en su espiráculo respiratorio. Desde entonces, poco a poco se han ido esclareciendo múltiples incógnitas en torno al trágico suceso y a su protagonista, retirado de la primera línea de playa por agentes medioambientales del Principado y del Ministerio para la Transición Ecológica, quienes también han certificado su muerte. Así, se ha confirmado que el mamífero era un cachalote pigmeo joven, de casi 1,8 metros de longitud, y que podría haber fallecido por causas naturales. No obstante, será necesario esperar a los resultados de la necropsia para confirmar ese último punto; después, el cuerpo será eliminado.
Los primeros vistazos han permitido a los técnicos de ambos organismos públicos arrojar luz sobre otros detalles. Por ejemplo, lo que en principio parecían tres anzuelos clavados en otros tantos puntos de la anatomía del cetáceo resultaron ser una forma de gusanos marinos, que acostumbran a parasitar a especies de mayor tamaño adhiriéndose a su piel. Del mismo modo, el personal de Transición Ecológica detalló a varios de los muchos testigos que la presencia de en estas aguas de esta especie, considerada protegida, no es particularmente atípica, aunque tampoco frecuente, siendo los mares profundos sus predilectos, lo que prueba del comportamiento «curioso» del cachalote pigmeo. De hecho, el que mamíferos marinos acaben feneciendo en los arenales asturianos no es algo inusual, aunque lo más normal es que se trate de delfines o, en casos puntuales, de calderones. Dos especies con las que, de hecho, el ejemplar protagonista de la triste historia de hoy fue confundido inicialmente por varios usuarios de San Lorenzo, sin que faltasen los que, en su desconocimiento de la fauna marina, lo tomaron por alguna suerte de tiburón.
Los perros comenzaron a ladrar a sus dueños, como reclamando su ayuda para atender al mamífero marino moribundo
En todo caso, el acontecimiento llegó a reunir en el que es el principal arenal gijonés a decenas de curiosos, muchos de ellos acompañados por sus mascotas, que inmortalizaron en foto y vídeo los momentos finales del animal. Especialmente impactante resulto el papel de los perros; varios de ellos se aproximaron al cachalote moribundo, lo rodearon en actitud defensiva y comenzaron a ladrar a sus dueños, como reclamando su ayuda para atender al mamífero marino exangüe. Nada de todo lo anterior se reveló útil, y a la llegada de los profesionales – muy criticada por la presunta tardanza, de más de una hora, que el grueso de los presentes entendió como excesiva -, el cuerpo fue portado con cuidado a la rampa derecha de la escalera 7; por su parte, la Policía Local selló sus accesos superior e inferior, para impedir el paso de civiles. Ahora sólo resta esperar pacientemente el resultado de los análisis post mortem, y confiar en que, de hallarse detrás de esta muerte la mano del hombre, sirva de lección sobre el necesario cuidado de los mares y océanos del globo.
Precisamente como parte de ese cuidado, las autoridades recuerdan que, al localizar un animal marino varado en la costa, aun estando vivo, no conviene intentar devolverlo a la mar, especialmente si se opta por arrastrarlo tirando de su cola. Y es que acciones semejantes, aunque movidas por la buena fe, podrían causar un daño irreversible, a menudo fatal. Por frustrante que pueda ser en un primer momento, lo idóneo es alertar a los servicios de emergencias a través del 112, fotografiar y describir en detalle la incidencia, y dejar que los técnicos intervengan aplicando su criterio profesional.