El también presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa analiza con miGijón la evolución de esta festividad desde su restitución en 1995, tras veinte años de ausencia, hasta ahora
1995 marcó un punto de inflexión en la historia cultural y religiosa reciente de Gijón. Ese año, los esfuerzos incansables de los ya fallecidos José Luis Llorens y José Ramón Fernández Costales pusieron el punto final a más de dos décadas sin Semana Santa en la ciudad, y recuperaron una tradición que, casi treinta años después, se ha apuntalado y sigue creciendo, si no en participantes, sí en admiradores y seguidores. Una evolución de la que Ignacio Alvargonzález Rodríguez ha sido, y continúa siéndolo, testigo privilegiado desde que asumiese la presidencia de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales (Medalla de Plata de la Villa este 2024) en 2000, sólo un año después de convertirse en Hermano Mayor de la Ilustre Hermandad de la Santa Misericordia. Esa doble responsabilidad le ha curtido en la lucha por devolver su prestigio pretérito a los festejos cristianos por antonomasia; la misma que, este año, ha encontrado un apoyo hasta el momento desconocido: el del Gobierno municipal.
«El algo que se ha notado», afirma, durante un alto en los preparativos finales para que todo esté listo de cara a la semana próxima. Las pruebas de esa mejoría, aunque sutiles, están a la vista, pues ahora «tenemos os una interlocución mucho más fluida con el equipo de Gobierno; son receptivos ante cualquier cosa que planteamos, y nos escuchan, así que vemos un interés real por potenciar y apoyar la Semana Santa». Y, de hecho, en la mente de Alvargonzález, como en la de decenas de fieles, se agolpan las ideas que podrían precisar de ese empujón institucional. Sin ir más lejos, «algo que hay en otros sitios es un local dedicado a esta fiesta, abierto todo el año, desde el que se pueda divulgar nuestra labor, el patrimonio que atesoramos…». Tampoco harían ascos a una mayor publicidad desde el Consistorio. «Podría ser en forma de concursos de escaparates, de jornadas gastronómicas vinculadas a la Semana Santa… Es algo que, además, implicaría a las organizaciones empresariales; sería beneficioso para todos».
Llegar al punto de plantear tales formas de expansión no ha sido cosa fácil. Los veinte años de sequía se han notado, y aún pesan; sobre todo, en lo que a proyección de las celebraciones fuera de las fronteras de Gijón se refiere. «Es nuestro gran hándicap, porque en Avilés o en Oviedo no se dio esa interrupción», razona Alvargonzález. Aun así, y pese a que «se le podría sacar más partido del que se le ha extraído hasta ahora», está convencido, y con datos, de que «ha venido creciendo en los últimos años; sobre todo, en asistentes». Porque la gran asignatura pendiente de aprobar, como ocurre también en las asociaciones vecinales y en otras organizaciones voluntarias, similares, es la de siempre: la falta de un relevo nutrido y sólido. Como él mismo concreta, «las generaciones más jóvenes se caracterizan bastante por el individualismo», cosa que no le impide ser optimista. «Las Cofradías y Hermandades tienen un componente estético, de convivencia, bastante grande, que atrae a un sector de la juventud. De hecho, pienso que es más complicado, incluso, que vayan a misa los domingos».
Por ahora, con alrededor de 220 miembros, la Hermandad de la Santa Misericordia no puede quejarse de andar escasa de manos; todo lo contrario. La que Alvargonzález lidera es, hoy por hoy, la agrupación más numerosa de Gijón, aunque, como en todos los colectivos humanos, «hay quienes se implican más, y quienes sólo salen en las procesiones; tenemos que jugar con eso». En cuanto a esa juventud a la que se refería antes, representa entre un 8% y un 10% del total de Hermanos, una proporción que nada tiene que ver con la de mujeres, «muy pareja a la de hombres». Sus colores característicos, la túnica blanca con fajín y capirote negros, y capa color hueso, serán los que marchen por las calles de la urbe portando sus tres pasos característicos, a su vez piezas inseparables de un único Calvario: el ‘Cristo de la Misericordia y de los Mártires’, que les da nombre; ‘La Dolorosa’ y, por último, ‘San Juan Evangelista’. Todos ellos partirán el Miércoles, el Jueves y el Sábado Santos de la Iglesia Mayor de San Pedro Apóstol, su sede canónica.
«Lo que pedimos con más fuerza es que haga buen tiempo, y que, si es malo, que lo sea puntualmente», ruega. Aparte de eso, para la Semana Santa de este 2024 «cabe esperar que la gente nos acompañe, y que muchos se animen a vivirla desde el otro lado, desde dentro». Un objetivo, bien sabe Alvargonzález, que dependerá, en buena medida, de que se destierren definitivamente ciertas visiones pasada de la ciudad como capital del anticlericalismo. «Esa idea del Gijón laico y obrero también tiene bastante de mito, aparte de que hace referencia a una época muy concreta de la historia; me parece que influyó más el crecimiento poblacional de mediados del siglo XX, que trajo un aluvión de gente de fuera que no sentía nuestras tradiciones», teoriza. Algo que, a fin de cuentas, circunstancial. «Para la gente que tiene sus orígenes en Gijón, la Semana Santa ha tenido importancia durante siglos, no es algo que nos hayamos inventado hace treinta años. Y otra cosa importante: cuando empezamos de nuevo, en el 95, la gente nos decía que no tendríamos problemas, porque los gijoneses se suman a cualquier cosa que se haga en la calle… Y es verdad. Luego quizá haya más problemas para llenar las Cofradías, pero para vernos y arroparnos, no he visto ningún problema».