ENTREVISTA CON EL LÍDER DEL PROYECTO MUSICAL ‘UOHO’
BALANCE DE EXTREMODURO: «Fue una experiencia increíble, que me permitió formarme como músico y como persona, pero ya pasó. Sólo quedan los buenos recuerdos»
TELONERO DE GUNS N’ROSES: «Aquello fue un rollo; esa gente vive en otro planeta, que no sé si será mejor. Conozco a artistas con mucho más reconocimiento, pero también mucho más normales»
MÚSICA COMO OFICIO: «Hay demasiada gente con talento musical que no puede dedicarse a esto porque no le da para vivir; ningún músico tiene otro trabajo por vicio»
Para las legiones de fans que el ‘rock’ español tiene dentro y fuera de las fronteras de este país, Iñaki Antón González (Bilbao, 1964) aún es, y probablemente lo seguirá siendo durante largo tiempo, ‘Uoho‘, el incombustible guitarrista de bandas legendarias como Extremoduro o Platero y Tú. Sin embargo, hay mucho más en el fondo de este bilbaíno curtido durante más de tres décadas en los escenarios, de actitud risueña y profunda profesionalidad artística, para quien la música se ha convertido en una verdadera razón de ser. Un año después de haber puesto en marcha su proyecto en solitario, y decidido a consolidar su proyecto al margen de aquel pasado icónico, Antón visitará la Sala Acapulco de Gijón el próximo 9 de junio, a las 20.30 horas, donde ofrecerá un concierto en el que se estrenará como solistas, acompañado por los también veteranos de Extremoduro Miguel Colino, al bajo, y José Ignacio Cantera, en la batería, amén de por el organista y pianista Aiert Erkoreka.
Por encima de Extremoduro, de Platero y Tú o de su actual proyecto, hay una pregunta que, seguro, muchos lectores se hacen… ¿Por qué ‘Uoho’?
La cosa no tiene mucha ciencia. Es un mote que me pusieron en la escuela, cuando tenía diez u once años. Hubo una temporada en que me dio por imitar al oso Yogui, y los compañeros empezaron a llamarme ‘Yohohou’. Luego lo fueron acortando, y acabó en ‘Uoho’.
No obstante, ese apodo le ha acompañado durante toda su carrera musical; incluso en esta nueva etapa en solitario con la que llegará por primera vez a Gijón. ¿Cómo se siente ante esa perspectiva?
Llevamos desde junio con esta banda, y va a ser la primera vez que vayamos a Asturias. Por ese lado, bien, pero es que, además, a Gijón siempre voy con un sentimiento especial, porque es el lugar de nacimiento de mi padre. Dicho esto, vamos a pasarlo bien, y a intentar que todos los que estemos allí regresemos a casa contentos de haber ido y visto algo interesante. Y eso no es poco.
¿Qué se encontrarán en la Sala Acapulco quienes no conozcan esta fase de su carrera?
En esta gira concreta se van a encontrar ‘rock & roll’ y ‘blues’, y canciones que he compuesto a lo largo de mi vida, que estamos reagrupando. El recorrido acabará con el año, y será entonces cuando empezaremos a hacer cosas nuevas. Así que va a ser un concierto de recordatorio de lo que ha sido mi carrera.
Parecen las palabras de alguien decidido a retirarse…
Todo lo contrario. Es un comienzo. Me lo he tomado como un inicio en el que, primero, asiento la base con el trabajo, con las canciones de treinta años. Sobre esa base edificaré el resto de lo que quede de carrera. Con discos nuevos, canciones nuevas… Pero antes de eso queremos estar colocados. Estamos diciendo «Somos estos, y esto es lo que hemos hecho antes».
En esta gira, además, se estrena como vocalista. ¿Por qué se decidió a dar ese paso precisamente ahora?
Esa historia sí que tiene su curiosidad. Después de la pandemia, cuando pasó todo el asunto de la disolución de Extremoduro, nos reunimos todos los de la banda, y estábamos pensando quién podría cantar para esta gira y este disco. Y la condición fue que cantara yo, aunque ni siquiera me habían escuchado. Y como los músicos somos así, probamos y nos metimos en el proyecto.
¿Le ha costado aclimatarse a esa faceta?
Ahora ya es una realidad, estamos acostumbrados, es un hecho. Soy un guitarrista que canta y, la verdad, vemos que coge forma. Por mi parte, ya le voy cogiendo el punto, y canto mucho más cómodo que hace un año. Pero lo que me gusta es que veo que tengo mucho margen de progreso. Eso, como a todos los que disfrutamos de estudiar y de aprender, me parece perfecto.
Cuando, el 17 de diciembre de 2019, Roberto Iniesta comunicó la disolución de Extremoduro, la noticia cayó como un mazazo sobre el panorama musical español. Fueron, además, días de conflictos con la promotora, y en el seno de la banda. ¿Qué queda ahora en ‘Ouho’ de todo aquello?
Bueno… De aquellos treinta años, que se dice pronto, quedan un montón de buenos recuerdos. Desde empezar tratando de recomponer de lo que era aquello, o de hacer algo ordenado donde había mucho caos, hasta ir consiguiendo cosas con cada nuevo disco, con cada gira que hicimos… Fue un avance tras otro sobre lo anterior y, en lo personal, una experiencia de la vida increíble, que también me permitió formarme como músico y como persona. Con Extremoduro he viajado, he tocado, he obtenido reconocimiento profesional… Todo eso queda ahí, y es lo que verdaderamente merece la pena conservar.
Todavía hoy muchos fans se preguntan si el grupo se reunirá algún día, y ofrecerá esa gira de despedida que quedó pendiente. ¿Lo ve factible?
No es algo en lo que piense. La vida es un camino, y no merece la pena pensar en la meta, porque es la muerte. Y ahora estoy en otro paisaje, en otra parte del sendero, pensando en lo mío y disfrutando de ello. Extremoduro es, para mí, un recuerdo necesario, que no quiero borrar, pero que pasó.
Ampliando el foco más allá de usted, o de una mera formación, ¿cómo percibe el panorama del ‘rock’ en España?
Sinceramente, creo que no estamos en el primer nivel musical. Estoy generalizando, por supuesto, pero España es un país que aún demuestra poca madurez musical. Y eso es así desde el momento en que las modas nos van llevando de un lado a otro, y de un tipo de conciertos a otro. La diferencia con Estados Unidos, Reino Unido u otros países es que toda la música tiene cabida, no es reemplazada por un gusto nuevo, y la gente que sabe lo que le gusta; incluso se está más en contacto con instrumentos. Y si les llevas el reguetón, dirán «Bueno, qué bien», pero seguirán a lo suyo. En cambio, nosotros nos dejamos arrastrar un poco más, aunque ahora hay una generación más madura, y chavales que saben lo que les gusta, y no renuncian a ello.
Y eso que artistas como Rosalía pegan fuerte…
No es música que siga mucho. A ver, me parece lógico que en España surjan artistas y éxitos de este tipo; es música que forma parte de nuestra cultura, aunque, por ejemplo, Rosalía la haya modernizado. También ha hecho flamenco muy clásico y puro. Otra cosa es que ahora todos estemos en los conciertos de Rosalía. Pero, por lo poco que la sigo, creo que es una gran cantante, y en un país como España tiene que tener su sitio, desde luego, al igual que la copla, el flamenco…
Ya que lo menciona, ¿nunca, en estas tres décadas de carrera, se ha planteado dar el salto a géneros distintos del ‘rock’?
Soy músico, y estoy abierto a todo. De hecho, sí que ha habido experimentos. Sin ir más lejos, he tocado música de Bach, y si tocar la guitarra con la Orquesta de Brandeburgo no es experimentar… Es más, con Extremoduro dimos pinceladas de música clásica a canciones que podíamos meter dentro del ‘rock’. Creo que ha sido un grupo que, según se modernizaron sus discos, abrió su paleta.
Hace casi un año, el 7 de junio de 2022, su actual proyecto musical recibió un impulso importante tras tocar junto a Guns N’Roses en Sevilla. ¿Qué tal fue para usted aquella experiencia?
Si tengo que ser totalmente sincero, y puesto que la verdad es lo que hay que leer… Fue un rollo. Esa gente está en otro planeta, que no sé si será mejor, pero tengo mis dudas. Ni en Platero y Tú, ni en Extremoduro, quisimos ser teloneros de nadie, y, bueno… Fue nuestra primera experiencia en ese sentido. Eso sí, no sé si recomendaría estrenarse como teloneros con un grupo como Guns N’Roses. No se hablan entre ellos, no hay tiempo para nada… Es muy complicado. En estos años he conocido a otros artistas enormes, más grandes que ellos, con los que, sin embargo, puedes confraternizar con una naturalidad absoluta. Gente con un trabajo y con un reconocimiento terrible pero, a la par, muy normales.
¿Por ejemplo?
Hay tanta… En realidad, en este oficio hay mucha gente ‘guay’, y también mucho capullo. Billy Gibbons, por ejemplo, es un ‘crack’, y lo que le sigue gustando es tocar la guitarra, hacer cosas sencillas en la vida; le tengo mucho respeto y mucha admiración. Y, por decir otro grande, que sigue teniendo los mismos gustos y aficiones, y para quien lo principal es cantar, Fito Cabrales.
Ellos dos, como usted, pueden vivir de la música, cosa a menudo difícil…
Hombre, habrá gente que sea aficionada y que ande en la música como ‘hobbie’. Ahora bien, también hay muchas personas que quisieran profesionalizarse en la música, pero que no han tenido oportunidad de llegar a ello económicamente. Quiero pensar que tienen otros trabajos por obligación, pero que, si pudieran elegir, se decantarían por la música. El que trabaja en una oficina y hace música en su tiempo libre, si una de ambas actividades le diera suficiente dinero para vivir, probablemente dejaría la oficina. No creo que haya muchos músicos que tengan otros trabajos por vicio.
Y, por lo que a usted y a su nueva banda se refiere, ¿qué pueden esperar sus aficionados para el futuro?
Tengo que terminar los cuatro discos de interpretaciones a los que me comprometí, y los vamos a acabar ya. A partir de ahí, empezaremos a crear. Igual otra persona daría respuestas más concretas; nosotros, en base al ‘rock’, nos moveremos. La música es algo vivo, y ponerle muchas cartolas no me gusta. Así que no sé lo que va a salir de esto, pero haremos cosas nuevas, y a ver qué etiquetas les pone la prensa. A fin de cuentas, somos lo que somos: hijos del ‘rock’ y del ‘blues’.