La AS-356 hace años que es un peligroso lugar de encuentro de velocidades. Una prueba de montaña no puntuable que pone en riesgo a personas debido a la poca efectividad de los mecanismos de control sobre el tráfico rodado
Este fin de semana ha ocurrido una colisión en la carretera del Infanzón. La AS-356 hace años que es un peligroso lugar de encuentro de velocidades. Una prueba de montaña no puntuable que pone en riesgo a personas debido a la poca efectividad de los mecanismos de control sobre el tráfico rodado. Cualquiera de los días, y más los fines de semana, puedes pasar por la zona para comprobar que los sonidos de tubos de escape compiten con el silencio de una preciosa zona jaleada de casas de ceremonias y cuentos.
No es normal que pasen los años y no se haya podido controlar un lugar en donde se sabe que coches y motos pasan a una velocidad no acorde a la vía ni a las personas que por ahí transitan. Por suerte, quedan atrás los días en donde se pintaban las curvas de blanco y rojo, y suelen producirse controles esporádicos de la policía municipal, pero sigue existiendo una problemática que puede ocasionar una desgracia importante, ya que podemos estar hablando de vidas humanas.
Las bicicletas van por ese pequeño puerto del concejo de Gijón mirando hacia atrás cuando escuchan unas ruedas o un acelerón lo suficientemente importante para generar el miedo subido a una endeble armadura de aluminio o carbono. Ahí no sabes qué hacer: si pegarte al borde de una carretera sin arcén o ponerte en el medio de la vía para que te vean. En tus dudas, miras lo que queda para la siguiente curva, lugar donde las miradas no ven los maillots, y calculas lo que tardarás en llegar y si en ese punto de oscuridad será donde el coche se acerque demasiado hasta ti. Quien sea ciclista sabe de lo que hablo, pues cuando te recorre el sudor frío, este no proviene del esfuerzo sino del miedo. Al final lo sientes, está detrás, te ha visto, baja la velocidad, espera, respiras.
Algo se tiene que hacer para acabar con esta situación preocupante. Opciones seguro que hay: radares de tramo, radar fijo, bandas en la calzada… los expertos deberán instalar lo más adecuado a la vía y a los comportamientos de algunas personas, porque es extraño que no se haya realizado algo que elimine o, en caso de producirse, sancione el uso inadecuado de la calzada cuando es vox populi lo que ocurre, mucho menos que hace un tiempo, en la subida del Piles al Infanzón.
Porque parece que nos estamos acostumbrando a saber las cosas y mecernos en la pasividad o en la desidia. Y es que están pasando situaciones en nuestra ciudad no acordes a lo que somos sin que lleven consigo la repulsa contundente de la ciudadanía. La complacencia se acomoda en nuestro día a día, haciendo que el carácter revolucionario de la ciudad se esté quedando en el olvido. El silencio abarrota las calles donde antes el sonido llenaba las aceras. Recordemos que son muchas las situaciones que, en tiempo atrás, hubieran llevado a una enfurecida crítica ciudadana que hoy no se realiza. Ahora las protestas están en las redes, en esos lugares de anonimatos que alejan a las personas de manifestaciones comunes para dejarlas en las pantallas. En esos brillos en donde, generalmente, nos leen solo nuestros afines, no provocando con ello la permeabilidad o transferencia de saberes a través de los comentarios. Es ahí donde nos encontramos las opiniones y pancartas, pero sin la representatividad ni la heterogeneidad que tenía la calle. En un principio se decía que las redes sociales eran las plazas públicas donde hablar, ahora son las plazas por la noche, sin luz de farolas y con personas calladas sentadas en los respaldos de los bancos, ensombrecidas entre sus capuchas. Musk, Zuckerberg son personas que han contribuido enormemente a normalizar el insulto y el odio en la sociedad, a generar lugares de sombras para evitar la luz de la palabra. Son en estas plazas, cada vez más llenas de suciedad, donde ocurren las manifestaciones virtuales del hoy. La opinión se convierte en confrontación de bytes, las protestas en post mirados, que no vividas, las buenas noticias en reels de segundos. En eso nos estamos convirtiendo. No nos queremos manchar las manos con las protestas en la cara a cara, pero cada vez hay más clicks apoyados en la impulsividad y no en el pensamiento. La crítica de corrillo se deja atrás siendo suplantada en críticas de pantallas, menos enriquecedoras, más contraladas, peores.
En eso se está convirtiendo también Gijón: la alcaldesa de la ciudad es culpable de apropiarse del dinero de todos y las protestas se llevan a cabo en un espacio virtual y no en la Plaza Mayor, exigiendo su dimisión por una sentencia condenatoria. Se abandona la carrera de la capitalidad europea de la cultura y no hay una protesta contundente de la ciudadanía para haber, en su momento, revertido la situación pues es sabido lo que reporta ese merecidísimo honor a la ciudad. Gijón tenía y tiene mimbres, faltó el liderazgo. Hay una estabilización de plantilla de un organismo público, siendo el director de la Fundación Municipal de Cultura uno de los candidatos que se presentan a una plaza, donde, según lo leído en prensa, “la mayor parte de los miembros del tribunal son subordinados del aspirante”, y no pasa nada. ¿Se imaginan que la Consejera de Educación se presentase a la oposición del cuerpo de maestros y maestras con un tribunal de sus subordinados? ¿Qué pasa si el director, aspirante a un puesto técnico, es superado por otro candidato que será su subordinado? Veremos, pero déjenme dudar. El ayuntamiento gastará más de cien mil euros en el estudio de soterramiento del Muro, una obra que saben que no van a realizar, y no hay una condena unánime ante el gasto público innecesario (gracias Héctor Blanco por tu capacidad de divulgar y enseñarnos la historia de manera tan amena y cercana) Hay una concejala que compagina su trabajo para la ciudad con su función de comentarista de vela en las Olimpiadas de París y nadie se plantea que cuando está en Francia no está trabajando para Xixón. Lo mismo ocurre con un director de la concejalía de Cultura que participa en concursos televisivos. Supongo, y espero, que, al menos, esas ausencias hayan sido en sus días de vacaciones o permisos no retribuidos.
Pues esto es lo que está ocurriendo en una ciudad gobernada durante el 90% del tiempo por la alcaldesa de Xixón. Recordemos que Carmen Moriyón ocupa el 10% de su tiempo para labores particulares. Es la única ciudad de este número de habitantes que su alcaldesa no trabaja el 100% de su tiempo profesional para el conjunto de ciudadanos y ciudadanas de la misma. ¿Se imaginan que fuera agente inmobiliario? 90% trabajando para Gijón, 10% para compra venta de casas, llevando para su cuenta bancaria las comisiones establecidas. Eso es lo que hace. No le pongamos pátina de valores y sentimientos a una profesión privada, la medicina, y a otras no. Si esto hubiera ocurrido en tiempos pasados, la Plaza Mayor estaría llena de protestas ciudadanas. Nos hemos acostumbrado a los despropósitos con una gran capacidad de absorción del desencanto, facilitando con ello el “todo vale”. Parece que el clásico “tira que libras” se lleva ahora sin dudar, casi sin mirar para los espejos retrovisores, es más, enorgulleciéndose de esas situaciones donde se raspan la carrocería de la decencia, y no debería ser así.
No podemos normalizar las carreras en un Infanzón de bicis, como tampoco lo que ocurre en nuestro ayuntamiento ni en las redes asociales. La autoridad se basa en la coherencia y la defensa de los ideales. No puede ser que todo valga, no puede ser que las capuchas sombrías ocupen las plazas, no puede ser que el poder vaya por encima de las ideas. Al hacerlo nos enfrentamos ante una crisis ideológica que cualquier bombardeo de insultos y adjetivos de pantallas rompen las murallas del pensamiento aposentadas en los cimientos del conocimiento.
Dónde y cómo protestó usted cuando a Gijón le quitaron la sede de la comandancia de la guardia civil, rebajando su estatus, o cuando eliminaron la sede de la Junta Regional de Saneamiento, poniendo al organismo sucesor de sus funciones en Oviedo, o cuando protestó porque el gobierno socialista de Asturias sigue sin hacer la estación de autobuses, o cuando quisieron destrozar el Humedal, con talas incluidas, con un «intercambiador» que no intercambiaba nada nuevo, o con los retrasos de años en la ampliación de Cabueñes. De la demagogia de la capitalidad cultural mejor no hablar, ahí si que se sabe que es gastar el dinero imútilmente en intentar algo que se va a llevar Granada, seguramente. Recuerdo lo de la Aesia, así que compensación… De lo del Infanzón, le doy toda la razón, años y años con ésto. Incluidos muchos años de hobierno socialista. ¿ Reclamó esas protestas entonces ? No nos tome el pelo, señor ex concejal socialista de Gijón. Saludos
Seguramente para acceder a tu puestin de «Director» de un colegio publico de Gijon no tuvo nada que ver que lleves en el PSOE toda la vida.
«Cree el ladron que todos son de su condicion»…