«La intimidaban diciendo que con su pecado condenaría a la institución que la había acogido»
María era joven pero no insensata, había meditado seriamente lo que iba a hacer. No era para menos, habida cuenta de las consecuencias de su decisión. Aunque la ley amparaba su derecho, un grupo pretendía amedrentarla. La intimidaban diciendo que con lo que iba a hacer mataría algo sagrado sobre lo que no tenía derecho alguno, que con su pecado condenaría a la institución que la había acogido, que jamás recibiría el perdón y que todos, en la ciudad, sabrían lo que había hecho. Algunos escribieron a las autoridades para solicitar que «no favoreciesen la utilización de tal procedimiento excepcional por el simple hecho de que», a María, «le pareciese oportuno», «ni, mucho menos, poner medios para su consecución, ni tomar partido a favor de la solicitante».
María se despertó aquel uno de septiembre iluminada con el coraje de verdad, tomó su carnet de identidad, y en ayunas, salió por la puerta de casa sin miedo y con esperanza. Caminó con paso tranquilo, pero firme, mientras escuchaba en sus auriculares Libertad sin ira, aquel himno con el que Jarcha inspiró a la generación de sus padres a defender la democracia desde la reconciliación, alejándose de todo revanchismo, y que contrapone los valores democráticos de la nueva generación al autoritarismo de muchos viejos del país. Cuando las guitarras de Jarcha tocaron su último acorde, María, sin miedo y sin ira, cruzó la puerta de la casa del pueblo y ejerció su derecho a firmar por unas primarias.
En caso de que haya primarias ¿quienes serán los candidatos /as…???