El experto en comunicación política describe a Barbón como un presidente «cercano, con un discurso siempre muy institucional y que intenta estar por encima de colores políticos»

Termina un año muy movido, sobre todo en el ámbito político. En 2023, los ciudadanos han sido convocados a las urnas en elecciones locales, regionales y nacionales, con el consiguiente bombardeo propagandístico de múltiples campañas y decisiones controvertidas. El asturiano Jordi Rodríguez Virgili (Oviedo, 1973), doctor y profesor de Comunicación Política en la Universidad de Navarra, se encuentra especialmente “preocupado” por la situación actual de España: “Somos un país democrático, pero estamos viendo síntomas de alerta”.
En opinión de este experto, ‘Victory Award’ en la categoría de Mérito a la Excelencia del Periodismo Político, la política nacional se encuentra con varias carencias significativas: “En primer lugar, hay una falta de respeto mutuo entre opiniones divergentes. Asimismo, la contención institucional no se está aplicando, y vemos cómo se usan de forma rutinaria instrumentos excepcionales, como los decretos-leyes y ómnibus. Finalmente, observamos de forma inaudita cómo se pretenden instalar comisiones de investigación en el Congreso para auditar al poder judicial”.
Rodríguez Virgili tiene claro que “la polarización se ha instalado en la política española, lo que lleva a una merma democrática”. Afirma que “la política es precisamente gestionar la pluralidad y, cuando haces dos bloques, los puentes se rompen”.
Respecto a la maniobra de Pedro Sánchez de contradecirse a sí mismo y pactar finalmente con fuerzas separatistas a cambio de contrapartidas, como la amnistía para los presos del ‘procés’ o la alcaldía de Pamplona para Bildu, el profesor explica: “Ya en 2019 dijo que no iba a hacer cosas que acabó haciendo. El engaño parece ahora menor porque los votantes lo asumen. Lo que se nos está comunicando es que el fin sí justifica los medios. Los ciudadanos lo han comprado como alternativa a, como se ha vendido, los ‘fascistas y la ultraderecha’ de Vox’. Desde el punto de vista del relato, Virgili destaca que es precisamente Vox una de las razones que permite al actual gobierno “llegar a acuerdos y decisiones que su propio electorado no compraría, por medio de sacar a relucir términos como xenofobia, fascismo o homofobia”.

Las palabras gruesas y las etiquetas parecen estar, hoy más que nunca, en el centro del debate: “Estamos utilizando muchos atajos cognitivos y ponemos etiquetas a todo el mundo, antes de pensar en argumentos, razones, cotejar datos, etc. Al final todo deriva en que al enemigo ‘ni agua’. Se está hurtando el debate político y sólo se apela a las emociones. No obstante, en el caso de Vox por ejemplo, lleva tiempo en el gobierno autonómico de Castilla y León y que sepamos no ha habido ninguna debacle. No debemos perder el principio de realidad. Por su parte, EH Bildu ha llevado condenados por terrorismo en sus listas electorales, sí, pero llamar ‘filoetarras’ a todos sus miembros es una simplificación. Es cierto que dentro está Sortu, partido heredero del brazo político de ETA, Batasuna, pero también está Eusko Alkartasuna (EA), un partido con indiscutible pedigrí democrático”.
Comenta el asturiano que “hacer sencillo lo complejo, a golpe de tweet, de ‘socialismo o libertad’, daña” la capacidad del debate. “Se está confundiendo, además, el periodo electoral y sus luchas a la hora de captar votos con el día a día de la política en las instituciones, que se basa precisamente en el encuentro y en gestionar para todos -afirma-. Como resultado. se están utilizando los organismos desde un punto de vista partidista. El presidente del Gobierno de todos los españoles usa su altavoz para atacar a otros partidos o utiliza las redes sociales oficiales del Estado para promocionar un libro de una editorial privada”.
Rodríguez Virgili reside en Navarra pero siempre muy atento a la tierrina. Cree que Asturias tiene que aprovechar “la buena sintonía que parece tener el ejecutivo autonómico del socialista Adrián Barbón con Sánchez”, ya que tras las elecciones de mayo el mapa regional está ampliamente dominado por el Partido Popular (PP). Describe a Barbón como un presidente «cercano, con un discurso siempre muy institucional y que intenta estar por encima de colores políticos».
Sobre el PP asturiano, cree que se debe hacer una reflexión a nivel regional: “Tenían una candidata que había trabajado varios años y la cambiaron poco antes de las elecciones por una persona que venía de Europa, y que finalmente hizo lo que se pensaba que iba hacer: volver a su puesto de trabajo tras no conseguir la presidencia”.