ENTREVISTA CON JAIME VIÑA OLAY, CATEDRÁTICO Y ORGANIZADOR DE LA CUMBRE NACIONAL DE MATERIALES COMPUESTOS
«El evento ha pasado de ser exclusivamente universitario a contar con la presencia de centros tecnológicos y empresas. Haber conseguido esta tripolaridad es un triunfo»
Este martes se inaugura el MATCOMP23 o, lo que es lo mismo, el encuentro más importante de España en el campo de los materiales compuestos. Una cita que convoca a 200 participantes, a casi 25 universidades y centros de investigación y a 17 empresas patrocinadoras. Como se resaltaba en una nota de prensa de Visita Gijón/Xixón, el evento vuelve a Gijón tras 22 años «gracias al empeño del catedrático Jaime Viña Olay, del departamento de Materiales e Ingeniería Metalúrgica de la Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI), quien ha presentado hasta en tres ocasiones candidatura para su regreso». El catedrático, que lleva ejerciendo como profesor desde 1988 de forma ininterrumpida, considera que este tipo de congresos “colocan a Gijón en el mundo”.
Fue organizador de la primera MATCOMP que se celebró en Gijón, en 2001. ¿Fue muy diferente a la edición que hoy empieza?
Antes los MATCOMPs se hacían en diciembre y eran muy difíciles de gestionar desde el punto de vista económico, porque los presupuestos ya estaban casi acabados. La edición de 2001 se celebró en el hoy Zentral Rey Pelayo, donde contábamos con dos salas. En total, éramos unas 70 personas y las comidas las hacíamos en el hotel. Todo era más pequeño. Ahora, hemos triplicado el número de asistentes. Contamos con gigantes como Talgo o Airbus, que van a exponer buena parte de sus investigaciones. El evento ha pasado de ser exclusivamente universitario a contar con la presencia de centros tecnológicos y empresas. Haber conseguido esta tripolaridad es un triunfo.
En un evento de este tipo, parece que hay una palabra que no puede faltar: ‘networking’.
Contamos con muchos doctorandos que exponen sus primeros avances y, algunos de ellos, acabarán trabajando en los centros tecnológicos que asisten al evento. Es un entorno ideal para construir relaciones.
¿Qué supone la MATCOMP para Gijón?
Gijón, desde hace muchos años e independientemente del color político, siempre ha hecho una apuesta muy grande por traer congresos a la ciudad. Notamos ese esfuerzo. Por otra parte, vemos que en la ciudad falta representación de gente joven, en la calle y en distintos foros. Esta falta de nuevas generaciones nos hace caer en un pesimismo muy extendido, que yo rechazo. Con este evento reunimos a 200 personas, y 140 de ellas son jóvenes. La MATCOMP inyecta juventud y optimismo a una ciudad pesimista. Además, la coloca en el mundo.
Vemos en el programa que se tratarán temas muy novedosos, como la autorreparación de los materiales compuestos. ¿En qué consiste este proceso?
En términos sencillos, se liberan dentro del material cápsulas que en determinadas circunstancias generan un nuevo material que cubre los huecos provocados por el deterioro. Es parecido a una postilla que nos sale en la piel, y que permite que esta se regenere debajo. A día de hoy, este proceso no alcanza el 100% de regeneración, pero se está avanzando mucho.
El MATCOMP también habla de materiales y arte, con la ponencia del creador Maximilian Pelzmann.
El programa era muy científico y queríamos reflejar el trabajo de un grupo de diseñadores y artistas que trabajan con este tipo de materiales y a los que nunca se les da la relevancia que merecen. ‘Max’ está muy animado con su charla de aplicación de materiales en el arte. Hay un gran auge en este sentido y no es raro ver obras artísticas con distintos materiales en muchas ciudades de España, como es el caso de Madrid y de las ‘Meninas’ que podemos encontrar en sus calles.
¿Somos conscientes de la importancia de los materiales en nuestra vida diaria?
Los materiales siempre han determinado las distintas edades del hombre, por eso las llamamos ‘edad del cobre, del bronce o del hierro’. Hay que decir que, cada cierto tiempo, en este campo siempre parece haber un material que va a solucionar todos los problemas en la vida. Hace unos años pasó esto mismo con el grafeno, pero tras un tiempo todo se pone en su sitio. Pasa lo mismo también con tecnologías como la impresión 3D. Creemos que puede acabar con todos los males y que sirve para todo, pero no es así. Este tipo de booms es muy frecuente en el sector.
Mucho del desarrollo tecnológico y de materiales que usamos en nuestro día a día tiene un origen militar. ¿Por qué parece que siempre va por delante del mundo universitario?
En primer lugar, los gastos que realizan en investigación son bestiales y muy superiores al resto. Estoy seguro de que si las potencias compartieran los avances en investigación militar que existen, nos ahorraríamos miles de millones. Resultados que estamos alcanzado hoy, la industria militar ya los logró hace 10 o 15 años.