Jessica Alonso, bronce de balonmano en Londres 2012
“Durante mi carrera deportiva siempre tuve la sensación de ser más querida en otros sitios donde jugué como Navarra o León que en casa. Gijón y Asturias no están a la altura”
“A los dos días de conseguir el bronce me tuve que ir a Serbia y no puede disfrutar del cariño de mi gente. Pienso que mi medalla pasó muy rápido y se olvidó”
La carrera de Jessica Alonso (Gijón, 1983) hace honor al apelativo de la Selección Española de balonmano femenina de la que formó parte y de cuyo combinado actualmente es delegada: Guerreras. No ha sido fácil el camino para la gijonesa que se vio obligada a ‘exiliarse’ a los 20 años para buscar una oportunidad en su deporte. Infinidad de sacrificios como quedarse sin hacer la selectividad por estar concentrada con la Selección o aprovechar las vacaciones para examinarse dan buena muestra de la dureza de la asturiana. Ahora se embarca en la aventura de la Familia Olímpica del Principado porque cree que otra visión del deporte es posible. Lo ha comprobado en otras comunidades y considera que el Principado también puede. Por ello, tiende la mano a los dirigentes para hacer el viaje juntos.
10 años de aquel bronce que obtuvo en los Juegos…
Sí. Han pasado rápido y a la vez lento, pero una década. De hecho, todas las chicas que obtuvimos aquel bronce hemos creado un grupo de WhatsApp para ver si conseguimos vernos este verano en Madrid y rememorar un poco la medalla.
Usted tuvo buena parte de culpa con el último gol que certifico el pódium. ¿Es algo que guarda para siempre en su memoria?
Sí, por lo menos es lo que más te recuerda a la gente y al final acaba siendo el recuerdo. Lo más importante es haber conseguido la medalla aunque reconozco que sí es cierto que a nivel personal, el hecho de haber contribuido con el último gol, da un poco más de satisfacción.
¿Es consciente de haber formado parte de la mejor o una de las mejores generaciones del balonmano femenino español?
Sí porque sigo vinculada a la Federación y veo las generaciones que están llegando, la gente joven y me recuerdan a cuando yo entré. También te digo que todo ha cambiado mucho porque la sociedad también ha evolucionado. La mentalidad, los valores y como llegan las jugadoras es distinto a como lo hicimos nosotras. Por poner un ejemplo: la visibilidad que tienen ellas y la que teníamos nosotras en medios de comunicación no tiene comparación. Mi vida cambió con esa medalla y soy plenamente consciente de lo que he vivido y hemos supuesto para el balonmano, sobre todo, femenino.
¿Una cita olímpica es diferente a cualquier otro evento?
Sin duda. Parece que mi carrera queda reducida a esa medalla cuando he conseguido copas EHF, ligas, copas de Europa… El esfuerzo diario que conlleva con el equipo y al final es cierto que lo que queda es la medalla olímpica y los triunfos en campeonatos del Mundo o europeos, como son cada dos años, parece que pasan desapercibidos.
Por cierto, año en el que compartió metal con otra gijonesa, Ángela Pumariega y su oro en vela.
Sí. De hecho, no nos conocíamos y desde aquel momento hemos generado una buena amistad. Siempre que tenemos la oportunidad de coincidir nos quedamos un ratito hablando y comentando un poco nuestras vidas (risas).
“Me fui con 20 años y he vuelto con 35. Siento mucho orgullo de haber paseado el nombre de mi tierra por todos los sitios en los que he jugado”
Al año siguiente de obtener la medalla recibió el homenaje del Sporting. Hay que aclarar que había que cuadrar agendas porque usted jugaba en Serbia. Supongo que cuando el deporte rey llama a la puerta hace ilusión.
Sí, lo que pasa que he vivido una situación diferente, por ejemplo, a la de Ángela. Vine de conseguir el bronce y a los dos días me fui a Serbia. Realmente no obtuve reconocimientos ni pude disfrutar un poco del cariño de mi gente. A eso hay que sumarle que con el paso del tiempo todo se olvida. Vuelves de vez en cuando y parece que eso ya pasó. Mi medalla duró muy poco si miramos a otros medallistas olímpicos de ese año. Por ejemplo, Saúl Craviotto, nuestro ‘adoptado’ en Gijón, sí obtuvo más reconocimientos y parece que su medalla perduró un poquito más en el tiempo. La mía, con la circunstancia que tenía, pasó muy rápido.
¿No tener una recepción por parte del Ayuntamiento de Gijón es una espinita clavada?
Sí, claro. Ni de tu Ayuntamiento, ni de tu comunidad… En ese sentido, ya no sólo con la medalla olímpica sino en toda mi carrera deportiva, siempre he tenido la sensación de recibir más cariño de los sitios donde he estado jugando, como Navarra o León -ciudad a la que estoy muy unida por parte de mi marido-. De hecho, el Ademar de León me hizo un reconocimiento haciéndome bajar a pista y obteniendo el aplauso de toda la afición. No sé qué pasa en Asturias, pero es la línea que expresamos todos los deportistas: ni nuestra ciudad (Gijón) ni nuestra comunidad acaban estando a la altura.
Entre una cosa y otra ha paseado el nombre de Gijón y Asturias por media Europa…
Sí y son muchos años fuera dedicados al balonmano. Nunca me faltaron las ganas de jugar en mi casa, pero es verdad que el apoyo que hay al deporte en Asturias es muy poquito y es muy difícil poder tener un equipo en la máxima categoría. Sí ha habido muchos intentos, ahora tenemos a La Calzada que a duras penas ha podido salir en Europa, pero me hubiera encantado haber tenido más años de mi vida deportiva en Gijón. Por desgracia, he tenido que hacer mi carrera prácticamente fuera: me fui con 20 años y he vuelto con 35. Lo que sí siento es mucho orgullo por haber paseado el nombre de Gijón y Asturias por todos los sitios en los que he estado. Tengo mucho cariño a mi ciudad, me siento muy patriota cuando estoy fuera de ella y llevo la bandera de Asturias a donde sea con orgullo porque la gente de aquí es la leche.
Su ejemplo no es muy habitual en el mundo del deporte. Mientras jugaba en Serbia aprovechaba las vacaciones en Gijón para examinarse de un módulo de Gestión y Administración que estudiaba y también cursaba Ingeniería Mecánica. ¿Le daba tiempo a dormir?
Debo ser un poco masoca (risas). De la gente que me he rodeado siempre me ha gustado estudiar y pienso que ha sido porque nunca he podido dedicarle tiempo a ello. La vida universitaria siempre he sido algo que no he podido vivir, no he tenido la suerte de haber podido jugar en mi ciudad rodeada de familia, amigos… Siempre he tenido que ir fuera a jugar y haciéndolo a nivel profesional es imposible estudiar en una universidad. El hecho de no haber tenido ningún tipo de facilidad en mis estudios es una espina clavada. Ya en la EGB no me ponían ninguna facilidad y tampoco me pude presentar a la selectividad por estar con la Selección. Mis estudios los he sacado a base de muchísimo esfuerzo y he repetido algún curso, por supuesto, pero nunca he dejado de estudiar en toda mi trayectoria porque muchas veces era mi escape al balonmano, si no el deporte te absorbe. Estando en el extranjero, estudié a distancia ciclo formativo de Administración y los exámenes los tenía cuando regresaba, viviendo en León me tenía que ir a Palencia. Era un poco locura, pero algunos profesores me ayudaban y me cambiaban fechas. Con todo, los años han pasado y me siento orgullosa de haber podido formarme.
“A los deportistas hay que darles facilidades para estudiar. Soy incapaz de acabar la carrera en la Universidad de Oviedo porque no puedo compaginarlo con mi trabajo en la Federación”
La semana pasada Rocío Ríos, una de las mejores atletas españolas de la historia, hacía hincapié en la importancia de estudiar para tener un futuro. ¿Habría que inculcar a los deportistas una formación para el día de mañana?
Sí, pero además habría que ayudar a los deportistas a facilitarnos los medios para poder estudiar. Es una situación que, ahora que estoy retirada, me encantaría poder cambiar porque la gente esto lo tiene que saber: nosotros no tenemos ningún tipo de facilidad para estudiar. Estoy terminando Fisioterapia en la Universidad de Oviedo y te puedo contar mil historias que tengo y no soy capaz de acabar la carrera porque no tengo medios ni forma para compaginarlo con mi trabajo en la Federación Española. Cuando les digo que voy a un campeonato de Europa y que no puedo acudir a las prácticas nadie te da ninguna facilidad. No quiero ser diferente a otra gente que trabaje, pero es verdad que llevo muchísimos años sirviendo al deporte y para mí ha sido un trabajo. La gente que nos hemos dedicado a esto deberíamos de tener un plan diferente al resto que nos permitiese formarnos a la vez que compaginarlo con nuestra vida profesional deportiva porque, de lo contrario, es muy difícil hacerlo.
Después de Londres 2012 regresó a unos Juegos en 2021, los de Tokio y además con otra responsabilidad: delegada de la Selección Española Femenina. ¿Por su cabeza había pasado el retorno a una cita olímpica?
Que va, para nada. De hecho, cuando vives unos Juegos dices: ‘Imposible vivir otros’. En mi caso, sabía que estaba complicado porque llevaba tiempo pensando en la retirada y ahora poder disfrutarlos desde el otro lado, ya pienso además en los siguientes (risas), me siento muy afortunada. Es cierto que cuando los vives como jugadora es difícil hacerlo con la misma intensidad, pero también los sientes de otra manera y le sacas otro jugo diferente.
Así que en su cabeza ya está París 2024…
Sí, claro. Ahí estamos las Guerreras preparándonos, luchando. Si no me echan, la idea es estar en la cita olímpica (risas).
¿Podría calificar los Juegos de 2021 como extraños?
Sí, han sido rarísimos. El COVID evidentemente los ha hecho raros y al mismo tiempo especiales porque han sido un poco sinsabor, se han quedado algo descoloridos: los pabellones vacíos, cuando si algo tiene bonito los Juegos Olímpicos es poder competir ante 15.000 personas. Después de haber vivido unos con público y otros sin él; unos con COVID y otros sin crisis sanitaria, tengo que decir que sí han sido extraños.
Pese a una diferencia de nueve años, ¿cuándo una vuelve a una cita olímpica tiene esa sensación de olimpismo, de que no ha pasado el tiempo?
No lo sé, es una sensación rara. Puede ser que una vez que estás allí sientas que ya lo has vivido y que lo conoces. Las Olimpiadas tienen algo de especial porque cuando llegas a la villa te transformas, entras en una tercera dimensión. Es algo diferente que solo lo puedes describir cuando lo has vivido. Por ese motivo quizás es como que te teletransportas rápidamente a nueve años atrás y dices: ‘Esto ya lo he vivido’.
“El recuerdo que tengo de Barcelona 92 es ver a gente en los pódiums y emocionarse. Cuando subí en Londres me acordé de todo aquello”
¿Sufre más en la pista o en el banquillo?
En el banquillo siempre se sufre más. De hecho, ahora muchas veces digo: ‘Salgo yo a lanzar el penalti’.
Echemos la vista atrás, hasta 1992. ¿Cómo vivió la cita olímpica con ocho años?
No lo vivo. El recuerdo que tengo de los Juegos es ver a la gente subir a los pódiums, emocionarse y las palabras en inglés que dice un hombre a la hora de entregar las medallas. Fue lo que viví en Londres cuando subí al pódium y me venía el recuerdo de cuando lo veía por la tele. Cuando eres niña nunca te imaginas que vas a llegar ahí, no está en tu cabeza, no entra dentro de tus planes.
¿Qué pensaba aquella niña de los Juegos Olímpicos?
Nada porque estaba empezando a jugar a balonmano. Con ocho años piensas en las muñecas y en lo que te van a traer los Reyes Magos (risas).
Ahora el olimpismo vuelve a su vida si cabe con más fuerza porque pertenece a esa generación que está llamada a hacer grandes cosas en la Familia Olímpica del Principado. ¿Cómo lo afronta?
Contenta de que haya salido esta iniciativa porque ni yo misma conozco a más de la mitad de los olímpicos asturianos. Ahora nos vamos a conocer y darnos cuenta de que todos tenemos las mismas opiniones sobre el deporte en nuestra comunidad y en nuestra ciudad, sobre los problemas que tenemos y que nadie parece que los conozca. De repente encuentras una red de amigos, con lo cual tienes un montón de cosas en común con todos y pienso que podemos hacer algo bonito, importante, pero sobre todo aportar a nuestra ciudad y a nuestra comunidad una cosa que falta hoy en día: los valores del deporte. Ahora parece que está muy de moda, pero parece que solo en los medios de comunicación porque a la hora de la verdad nadie apuesta por ellos. Con todos los problemas que existen en la sociedad, son una herramienta fundamental para llegar a los niños, para inculcarles valores y ser parte de la educación de las nuevas generaciones a través del deporte.
“Asturias siempre ha tenido muchos deportistas y muy buenos y no tenemos cultura deportiva porque la gente no los conoce”
¿Un Museo Olímpico es irrenunciable?
Me parece que no se puede desaprovechar la oportunidad porque es un medio más para visibilizar lo que es el deporte. Asturias siempre ha tenido muchísimos deportistas y muy buenos y no tenemos cultura deportiva porque la gente no los conoce. Los que estamos metidos en esto tenemos la obligación de transmitir a la gente joven el conocimiento y que sepan lo que es el olimpismo, el deporte. El Museo es una parte más de todas las cosas que queremos hacer ahora, pero que sea visible, por supuesto.
¿Es una asignatura pendiente con el mundo del olimpismo?
Sí, porque estamos olvidados. Soy la primera que no conoce a los demás, pero no lo haces porque tu ciudad, tu comunidad muchas veces no pone los medios para que los conozcas. Desde el Gobierno regional nos tienen que apoyar en toda esta iniciativa, tienen que aprovecharse de nosotros para dar a nuestra ciudad y a nuestra comunidad visibilidad y aportar todo lo que el deporte da. En Asturias es una asignatura muy pendiente.
¿Asturias debería cambiar su forma de concebir el deporte?
Hay tantas cosas que habría que decir. Me cuesta entender por qué cuando ves otras comunidades que sacan un rendimiento enorme a sus deportistas y hacen un montón de cosas con ellos, promueven un montón de actividades a través de los colegios…No entiendo porque nuestro Gobierno no lo ve y no trata de encauzar por ahí muchísimas actividades que aportarían tanto a nuestra sociedad. Me gustaría tenerlos delante y saber qué es lo que opinan, por qué actúan así, por qué no nos involucran y vienen con nosotros de la mano.
¿Y qué le diría al presidente del Principado Adrián Barbón?
No le tendría que decir nada. Me gustaría escucharle a él, que me dijera qué opina del deporte porque yo lo tengo claro. ¿Qué es para él el deporte? De verdad que querría saberlo porque además veo en otras comunidades cómo se trata, la aportación que hay y la importancia que le dan porque con el deporte van otras muchísimas otras cosas unidas. De verdad que no lo puedo entender. Me gustaría que acudieran un día, se sentaran con todos nosotros, nos escucharan y entre todos fuéramos de la mano y creáramos algo bonito que es para el bien de nuestra ciudad y comunidad.
“En Francia los deportistas son diamantes. Los meten en sus empresas, los forman en lo que ellos quieren y tienen máximo rendimiento”
Además de la liga serbia, también pasó por la francesa, país con el que trabaja ahora mismo un nombre propio del arbitraje como Ramón Gallego. ¿Francia un modelo a seguir?
Sí, pero a todos los niveles: liga, estructura, medios de comunicación… Para que te hagas una idea en los clubes, tres veces al año, nos reuníamos con todos los patrocinadores porque allí hay un interés muy grande de las empresas en querer colaborar con los clubes. Los encuentros de las jugadoras con las empresas servían para empezar la captación con el objetivo de que una vez que se retiraran o incluso en activo, les facilitaran la entrada o les formaran en sus negocios. Hablábamos antes de formarnos mientras somos jugadores, pero también me gustaría decir que los deportistas, sobre todo los que acabamos a alto nivel, nos llevamos formando muchos años. Ahora me llaman para dar charlas de coaching en las empresas porque no necesito una formación, es y ha sido mi vida. Durante todos los años que nos dedicamos a ello estamos formándonos, lo que pasa que hay gente que lo quiere valorar y otros que no. Cualquier deportista que fuera llamado para una empresa tendría una capacidad de rendimiento de grupo, de capacidad de esfuerzo, de sacrificio, valores y cosas que, si no las tienes desde pequeño, no se hacen de un día para otro. En Francia los deportistas son diamantes. Los meten en sus empresas, los forman en lo que ellos quieran y tienen máximo rendimiento.
En España formación sí, pero cotización no porque en muchos casos también hemos visto gente que ha dedicado media vida al deporte y que cuando con 34 o 35 años se ha retirado ha tenido que empezar de cero su vida laboral.
Yo soy uno de ellos. Cuando me retiré estaba muy preocupada con mi futuro porque había estudiado, era delineante industrial y había terminado con 22 años. Luego hice el módulo de Administración y había empezado la carrera de Ingeniería, pero no la pude terminar y me quedé a la mitad. Ahí me pregunté: ‘¿Y ahora qué?’ porque soy delineante, pero hace diez años que me saqué el título y no he ejercido, por lo tanto no tengo experiencia. ¿Quién te va a llamar? Nadie. Tuve la gran suerte de coincidir con la candidatura de un presidente de la Federación Española de Balonmano Paco Blázquez que apostó por el deporte femenino, por la igualdad y por echar una mano a los deportistas y entré en sus planes. Me ofreció estar dentro de la Federación Española como delegada, además de formar parte de la Junta Directiva para poder aportar y mejorar el balonmano femenino. Soy de esas afortunadas que me abrió la puerta mi casa, mi federación, pero ni el Ayuntamiento de Gijón se preocupó por mi situación cuando considero que hay muchos cargos muy ligados al deporte y qué mejor que nosotras como deportistas sabemos de la problemática, dónde hay que invertir y cómo hacer las cosas en lugar de personas que no han hecho deporte en su vida y que no saben lo que es el deporte. No lo puedo entender. En Canarias el Departamento de Deportes estaba formado por exjugadoras y exdeportistas de diferentes modalidades. ¿Por qué nuestros gobiernos no nos brindan una oportunidad para entrar ahí? Luego te puede gustar o no o decidir si aceptas o no, pero por lo menos que te lo planteen.
¿Le da tiempo a ver al Balonmano La Calzada?
Poco. Tengo un niño de tres años y la verdad es que nos quita bastante tiempo. Sí intento estar en los partidos importantes (risas). El año pasado las vine a ver el último encuentro en casa y con la entrenadora Cristina Cabeza tengo además muy buena amistad. Con Manoli Fernández, la vicepresidenta, tengo contacto por WhatsApp y sí que estoy al tanto de sus problemas y de su funcionamiento.
¿Da que pensar que estas chicas hayan tenido que poner en marcha una campaña como ‘Préstanos Europa’ para poder competir en el viejo continente?
Es que es el día a día de los deportes en Asturias. Yo cuando marché recuerdo que teníamos baloncesto, voleibol, balonmano y además compitiendo arriba, pero es que he vuelto y no hay nada, ha desaparecido todo. Se ha dejado de invertir en la base, en balonmano por lo menos han dejado de salir deportistas, y no es que no haya entrenadores, hay un montón, pero todos los entrenadores y jugadores nos vamos fuera. Os asustaríais si empiezo a poner encima de la mesa la cantidad de técnicos asturianos de máximo nivel que hay y no los conoce nadie porque están fuera y no los tenemos aquí. Con algunos entiendo que, a lo mejor, no se puede llegar económicamente, pero hay otros muchos que sí. El deporte está olvidado en Asturias y en Gijón. Por eso no me llama la atención que hayan tenido que salir públicamente a pedir por favor que colaboren con ellas.