Joaquín Alonso, expresidente de la Familia Olímpica del Principado
“Mi recorrido con la antorcha de Barcelona 92 fue en San Roque de Llanes, pero lo hice en bicicleta. De hecho, la tengo en casa como un trofeo muy especial”
“La Familia Olímpica empezó con mucha fuerza, pero cuando la gente que tira del carro como Manolo Llanos desaparece, todo se va diluyendo. En 2012 se paró toda la actividad”
Joaquín Alonso (Oviedo, 1956) era hasta el pasado mes de junio el presidente de la Familia Olímpica del Principado. La asociación creada para agrupar a todos aquellos que han pasado por unos Juegos Olímpicos contaba con la leyenda del Sporting como cabeza visible aunque, a decir verdad, era algo testimonial ya que desde hacía una década no había actividad. Quizá no muchos conozcan que la relación del asturiano con el olimpismo no se limita solo a los Juegos de Moscú en 1980. También hay una vinculación, además exitosa, a través del fútbol playa. Se muestra esperanzado con el nuevo tiempo que arrancará en septiembre y cree que la juventud y fuerza del equipo que lidera Jorge García unido a la experiencia de la junta saliente podrá llevar a buen puerto los proyectos.
42 años de los Juegos de Moscú 1980. ¿Todavía lo recuerda?
Eso es algo que no se puede olvidar en la vida porque el espíritu olímpico es muy especial. Nosotros no sabíamos si íbamos a participar porque fue el boicot a los Juegos. Al final sí lo hicimos, llegamos a la Villa Olímpica y nos mandaron el primer partido a Kiev donde jugamos con Alemania Oriental, selección que después consiguió la medalla de plata. Empezamos muy bien, luego nos fuimos a Minsk y no conseguimos la victoria ante Siria, empatamos y nos la tuvimos que jugar el último partido con Argelia, la selección que en el Mundial del 1982 se encontró en El Molinón con Alemania. Empatamos a uno con un gol de Rincón al empezar y al final quedamos fuera por diferencia de goles. Después volvimos a Moscú y estuvimos una semana hasta volver otra vez a España. Esos días vivimos muy intensamente la Villa Olímpica porque teníamos acceso y posibilidad de poder acudir a otros eventos, conocimos a la gente del baloncesto como ‘Epi’; coincidimos en la misma sala con Herminio Menéndez, a la postre el medallista más laureado del deporte español… Fue una experiencia única. Tengo una anécdota muy buena relacionada con la cita de Moscú. Jugué con el ‘1’ y en el 2009 estaba con Vicente Miera en un congreso de la Asociación Europea de Entrenadores en Minsk. Como había ponentes que hablaban en ruso, existía un traductor a español. En uno de los descansos se acercó a nosotros y nos contó que tuvo relación con Emilio Santamaría en 1980. Cuando le dije que yo jugaba en aquella selección me contestó que tenía una hoja firmada por todos los componentes del equipo. Efectivamente, debajo del ‘1’ estaba mi firma. Son de esas cosas que te llaman la atención porque habían pasado 29 años.
No creo que hubiera muchos integrantes en aquel combinado que estuvieran recién casados y de luna de miel.
(Risas). Fueron circunstancias especiales. Estaba en Mallorca de vacaciones y es cierto que fue el año que me casé. Como estaba todo en el aire porque no sabíamos si íbamos a acudir o no; llegó la convocatoria, tuvimos que ponernos las pilas y nos concentramos en Madrid en julio con muchísimo calor. Fue todo muy agradable porque éramos un grupo que veníamos compitiendo desde hacía algunos años para la clasificación, consiguiendo logros importantes como ganar 0-3 en Israel en uno de los partidos claves de la fase y después fue un disfrute porque éramos gente muy afín y muy amiga. Quizá lo más duro fueron los primeros entrenamientos. Como anécdota, recuerdo que ese año la AFE había hecho una gira por Sudamérica con jugadores también jóvenes y había algunos en ese combinado que habían participado. Cuando empezamos los entrenamientos estábamos rodando, pero no teníamos el ritmo de ellos. Nos costaba mucho seguirlos, sobre todo, cuando hacíamos carrera continua y teníamos que apretar. Poco a poco fuimos consiguiendo igualarlos y llegamos en buenas condiciones para competir. De hecho, podemos decir que estamos invictos y, sin embargo, quedamos fuera por diferencia de goles.
Doce años después llegaría la cita de Barcelona 92. ¿Cuál fue su recorrido con la antorcha?
Me tocó la zona de San Roque de Llanes, pero la hice en bicicleta. Es curioso. De hecho, la tengo en casa como un trofeo muy especial.
1992 es un año especial para usted ya que fue la temporada en la que se retiró del fútbol.
Sí, y además coincidí con varios componentes olímpicos que son amigos y eran gente muy cercana porque no solamente me refiero a los jugadores Luis Enrique, Manjarín o Abelardo sino que estaba también Vicente Miera, para mí uno de los entrenadores especiales que tuve; Jesús García Barrero, psicólogo que no podemos seguir contando con él porque falleció posteriormente y Miguel Sánchez. Por eso digo que la composición de la gente asturiana o relacionada con Asturias en el mundo del olimpismo era muy numerosa, es un hito que está ahí y hasta ahora nunca se ha superado.
¿Vibró mucho con el oro de aquella selección?
Sí porque todos los partidos fueron complicados. En aquel momento al olimpismo no se le daba la importancia actual y ahora esa medalla tiene mucho más valor porque el mérito es tremendo, sobre todo, la final fue algo muy especial.
“Mi primera incursión en el fútbol playa fue por ‘Lobo’ Carrasco en 1996 en la playa de San Juan. Pensaba que era como jugar en San Lorenzo y fue todo lo contrario”
Cuatro años después de colgar las botas se enrola en el fútbol playa. ¿Qué porcentaje de ‘culpa’ tuvo en la incursión de Joaquín en esta modalidad ‘Lobo’ Carrasco?
Mucha. Había una empresa española, Octagon Esedos, que fue la que acabó gestionando el fútbol playa. Venían del mundo del motor y empezaron a trabajar también con el tema de otros eventos como el fútbol playa. Contactaron con Canal Plus, el ‘Lobo’ Carrasco estaba trabajando allí y le dijeron para hacer un equipo e ir a jugar a la playa de San Juan (Alicante) en 1996. Pensaba que era como jugar en la playa de Gijón y era todo lo contrario. Vimos un vídeo de Brasil y alucinamos porque se jugaba por el aire, era la técnica que se usaba en aquel momento y todos la desconocíamos, pero lo hicimos muy bien. Ahí estábamos Abel Resino, Gordillo, Miguel Ángel Ruiz, Juan Estella, ‘Lobo’ Carrasco y yo y ayudados por algunos chavales jovencitos, tres en aquel momento. Así empecé en el fútbol playa, deporte que posteriormente sí tuvo relación con el Comité Olímpico porque participamos en eventos relacionados con el mismo.
Más de dos décadas en el futbol playa, primero como jugador y luego como entrenador. ¿Dónde se sentía más cómodo?
¿Sabes qué pasa? Al principio era un disfrute porque todo lo que teníamos enfrente, quitando a Brasil y alguna selección más como Estados Unidos, eran exjugadores como nosotros. Era una gozada porque era la incursión en una especialidad nueva donde todos estábamos aprendiendo y nosotros teníamos buen equipo y competíamos bien. Poco a poco se fue introduciendo también la gente amateur y aparecen, sobre todo, Amarelle, Nico, Roberto y ya se les va dando la posibilidad de que sean especialistas de la modalidad. El cambio sustancial fue cuando pasé al banquillo. Como entrenador me tocaba aprender todas las situaciones, sobre todo en aspectos técnicos y tácticos que íbamos viendo e introduciendo, observando principalmente a equipos brasileños porque eran los más fuertes en ese aspecto. Son posiciones diferentes, pero disfruté en ambas facetas.
En el banquillo consiguió una plata olímpica con los chicos en los Juegos Europeos de Minsk y un oro en los Juegos de Arena de Catar con las chicas. ¿De su mano España vivó un salto de calidad en la modalidad?
Es que era la evolución natural porque nosotros tuvimos que hacer un cambio de ser exjugadores adaptados a jugar a profesionalizar el fútbol playa. De hecho, hay profesionales que son especialistas y viven solo y exclusivamente del fútbol playa. El caso de Amaralle en su momento, precursor de esta forma de funcionar. Llegó un momento en el que vivía del fútbol playa y participaba en distintas ligas, tanto europeas como internacionales y así ocurrió con más jugadores. Se fue abriendo un poco esa posibilidad, también la de participar con clubs y se fue profesionalizando el fútbol playa. En esa evolución también me tocó participar como entrenador, adaptándonos a diferentes situaciones, sobre todo en aspectos tácticos, porque tuvimos que hacer especialistas y hubo un momento que había jugadores en determinados sistemas que tenían que saber adaptarse, sobre todo saber jugar con el portero-jugador. En ese aspecto, nosotros hicimos la primera incursión en unos cuartos de final del Mundial de Uruguay en 2009 contra los anfitriones y posteriormente llegó el especialista. Esa evolución, consecuencia también del apoyo de la Federación para poder crecer dando facilidades tanto en instalaciones como en la posibilidad de hacer jugadores exclusivos solamente de fútbol playa, hicieron que el salto fuese real y ahora estamos entre las cinco selecciones más fuertes del mundo.
Igual todavía puede echar alguna pachanga en San Lorenzo…
(Risas) No, no. Ahora observar, ver y disfrutar de lo que es el fútbol desde otro prisma.
“En Asturias hay un reconocimiento muy alto a los olímpicos. El problema del olimpismo es que aparece cada cuatro años y los éxitos se diluyen en el tiempo”
Con todo lo que ha vivido en el deporte olímpico, ¿qué significa para Joaquín Alonso el olimpismo?
Es algo muy especial. Lo viví primero en la Olimpiada del 80 y después tanto en el 2015 en Bakú como después en estos dos eventos que apuntas. El funcionamiento es totalmente distinto. Tú vas a la Villa Olímpica, compartes apartamento con otros compañeros, ahí no hay excepciones para el entrenador, ni directivos; participas en todas las situaciones que se dan… En ese aspecto es digno de mencionar el tema olímpico porque nosotros tenemos unos dirigentes que funcionan muy bien. Alejandro Blanco es un referente, sobre todo, de la situación del deporte y funcionamiento en todos los aspectos y especialidades. Por ejemplo, en Bakú como en Minsk había otros deportes distintos. Ahí convivimos y tuve la suerte de conocer a Craviotto a Toro. Tanto Alejandro como Ricardo Leiva, director deportivo del COE, son un ejemplo de cómo se tiene que trabajar en eventos tan importantes como unos Juegos Olímpicos.
¿Cómo calificaría el trato del Gobierno asturiano al deporte olímpico?
Desde Asturias se sabe que hay un reconocimiento muy alto a los olímpicos porque tenemos también gente muy cualificada y que ha conseguido grandes metas. Lo que pasa que el olimpismo aparece cada cuatro años y al final muchas veces se diluyen esos éxitos, por ejemplo, en el tiempo porque parece que no, pero nosotros tenemos que resaltar muchísimo, sobre todo, el apoyo que teníamos hace años, incluso con un director del Comité Olímpico como Manolo Llanos, a ahora que en cualquier momento tenemos grandes deportistas que están ahí, solventan y representan lo que es el deporte asturiano.
El pasado 7 de junio disolvían la Familia Olímpica que usted presidía para dar paso a una nueva generación que cogerá ahora las riendas. Lo cierto es que la actividad había cesado hace una década. ¿Se habían cansado de pelear?
No. Se forma la Familia Olímpica, sobre todo, por una importante iniciativa de Agustín Antuña, José Antonio Cecchini y Manolo Llanos; los que realmente fueron los precursores de todo esto. También Herminio Menéndez que fue el primer presidente y el objetivo era conseguir una meta importante como el Museo Olímpico. A José Antonio lo conocí en las Olimpiadas porque practicaba sambo aunque fuimos compañeros de instituto cuando éramos chavales. El Museo puede ser muy representativo de la cantidad de deportistas asturianos que existen y que estamos dispuestos a donar cosas relacionadas con la Olimpiada. Empezamos con mucha fuerza. De hecho, incluso tuvimos muchas veces representación en los Premios Príncipe de Asturias. Recuerdo tener con el actual rey una visita de cortesía y situaciones que se dieron que potenciaban la Familia. Lo que ocurre es que en el momento que gente que tira de esas situaciones desaparece, como es el caso de Manolo Llanos, todo se va diluyendo. Se intentó conseguir el Museo Olímpico en varias ciudades de la región y no fue posible, ahora sí parece que se puede realizar. En el momento que desaparece Manolo, parece que no, pero era un punto muy importante en el desarrollo de la Familia Olímpica y en el 2012 se paralizó todo. Ahora está volviendo gente con mucha fuerza como Jorge García que tiene mucho interés en potenciarlo. La última asamblea también contó con medios de comunicación que estuvieron en la Olimpiada porque nosotros, por ejemplo, no podemos olvidar que en 1980 estaba José Luis López del Valle. Ahora tenemos el último exponente con Pablo García Cuervo, jefe de prensa de la delegación española en Tokio. Es decir, siempre tenemos muy buena representación. Posiblemente en el mes de septiembre está previsto que haya una remodelación de la Junta Directiva. Nosotros ya renunciamos a ella y lo que vamos a hacer es apoyar para que este objetivo, que está cobrando fuerza y que tiene detrás un potencial grande, pueda llegar a cumplirse.
“Disfruté mucho como entrenador y jugador. En el banquillo me tocó aprender los aspectos técnicos y tácticos que íbamos observando, sobre todo, de equipos brasileños”
¿Le queda la espinita clavada de no haberlo podido conseguir?
Sí, pero fueron momentos también en los que a veces se dan circunstancias especiales. En todas las asociaciones siempre hay dos o tres personas que tiran por ello, potencian conseguir las cosas y, en este caso, a lo mejor se paró todo. Ahora los nuevos parece que quieren hacerlo con mucha fuerza. Es importante poder conseguirlo y después también están voluntarios porque antes hablábamos de Barcelona 92. Hubo muchos deportistas asturianos, pero también voluntarios. Un claro ejemplo es el actual concejal de Deportes del Ayuntamiento de Gijón José Ramón Tuero que ahora está potenciando la cuestión de la Familia Olímpica y fue voluntario en el 92.
Junto a Jorge García habrá personas como Jessica Alonso, Ángela Pumariega o Pablo Carriles. ¿Qué espera de ellos?
Que con esa fuerza que están acogiendo potenciar otra vez la Familia Olímpica consigan esos objetivos que en aquel momento no fueron posibles y volvamos otra vez a agruparnos porque fuimos de los pioneros en formar una Familia Olímpica. Siempre que se tiene el respaldo también del Comité Olímpico, es un paso importante para conseguir otros objetivos y potenciar las inquietudes que se tienen desde ese punto de vista olímpico. En Asturias tenemos muy buenos deportistas y hay que ayudar en todo lo que podamos. Ahí vamos a estar.
“Espero que el nuevo equipo de Familia Olímpica consiga el objetivo del Museo y agrupemos. Su fuerza y nuestra veteranía puede ser una buena combinación para alcanzar la meta”
¿Qué pensó cuando le plantearon por primera vez la idea de reanudar la actividad de la Familia?
Fue algo muy interesante porque lo teníamos casi olvidado. En diez años pasan muchas cosas y desapareció gente muy importante, precursores en el inicio de la actividad, algo que se dejó notar. Tuvimos una reunión donde se nos expuso lo que se quería hacer, nos pareció fenomenal y es un paso importante para potenciar y focalizar Asturias como un lugar relacionado con el deporte y la Olimpiada.
Una de las frases más repetidas por su parte es que quieren contar con los veteranos. ¿Su experiencia y la garra que aportan ellos puede ser un binomio de éxito?
Siempre lo es. Muchas veces es ese mix que se puede hacer con la experiencia de gente que tienen, sobre todo, muchísimas Olimpiadas. El caso de Ramón Gallego, por ejemplo, con siete Juegos Olímpicos. Es algo digno de mención, una leyenda en el mundo del arbitraje en el balonmano y alguien que tiene una repercusión tremenda.