La vuelta de tuerca al plato más icónico de la gastronomía regional no ha convencido a los asturianos, pese a que el chef catalán asegure haber seguido los pasos de su homólogo Marcos Morán, de Casa Gerardo
A lo hecho, pecho: en Asturias no gusta que se juegue con la comida. Cada uno de los platos que conforman la gastronomía de la región puede probarse, degustarse, disfrutarse o, en el peor de los casos, sufrirse, pero la receta no se toca. Algo que, pese a la abundancia de ejemplos de virtuosos de la cocina criticados por haberlo hecho, no parece haber calado en Jordi Cruz. El chef catalán, uno de los rostros más reconocibles del programa televisivo ‘MasterChef’, se ganaba hace algunos meses la animadversión de los norteños al reinterpretar la fabada, probablemente el más icónico de los platos asturianos; para muchos, incluso, sagrado. Y todo porque su vuelta de tuerca incluía algunos ingredientes, como mínimo, discutibles: azafrán, pimentón de la Vera, caldo de pollo, cebolla… Y el detonador de la bomba: mantequilla.
De nada sirvió que Cruz defendiese la de la fabada como una de las «diez recetas míticas» de España, ni que afirmase urbi et orbe haber aprendido de Marcos Morán, su homólogo tras los fogones del legendario restaurante Casa Gerardo, ganador de una Estrella Michelín. Tampoco ayudó la ausencia del lacón del compango resultante. Una vez compartido el vídeo de la preparación en su cuenta de Instagram, la red social comenzó a arder, a acumular comentarios críticos. «¡Eso no es una fabada asturiana! ¿¿¿Mantequilla??? ¡¡¡Por favor!!!», «Es que jamás nunca se vio mantequilla en fabadina« o «Eso no es fabada» son sólo algunas de las perlas aún hoy legibles, aderezadas con uno o dos sencillos y directos «¿¿¿Mantequilla???», y hasta ciertas sentidas expresiones de decepción, como cierto profundo «Jordi… Me has decepcionado», o un airado «No invente, Sr. Cruz, y documéntese un poco antes de publicar majaderías».
Por supuesto, al catalán tampoco le faltaron los defensores, bien de su obra, bien de su empeño. Ahí figuran un comprensivo «Para la próxima mejorará la receta», otro «Deliciaaaaa» con casi tantas letras ‘a’ como devoción por el plato, o cierto equilibrado «Cebolla no, por Dios; aún así, tiene buena pinta». Pero el veredicto conjunto y final es claro, resumido por uno de los seguidores de Cruz: «Madre mía… ¡¡¡Ven Asturias, y te enseñamos a hacerla, anda!!! Saludos, guaje«.