Jorge García, voluntario en Barcelona’92 y Oficial Técnico de Triatlón en 5 Juegos Olímpicos
“No se supo dar continuidad a la fortaleza de Barcelona 92 en todos los ámbitos, entre ellos, el del voluntariado. Se miró para otro lado”
“Cuando alguien va a unos Juegos Olímpicos, va al mayor evento deportivo del mundo, pero cuando vuelves a Asturias la casa está vacía, se nota la indiferencia”
Jorge García (Avilés, 1972) vive y siente el deporte. En la actualidad es director de competiciones de la Federación Española de Triatlón, pero su curriculum va más allá: seis Juegos Olímpicos y un camino que se inició en la cita de Barcelona como voluntario. Seguramente aquel chaval de 18 años desconocía lo que le deparaba la vida tres décadas después, pero ahora todas las miradas apunta a él como sucesor de la leyenda del Sporting Joaquín Alonso al frente de la Familia Olímpica. Dice estar ilusionado, pero a la vez critica abiertamente el tratamiento que el Gobierno del Principado da al deporte: “Asturias tiene que entender que el deporte es transformador, permite enseñar nuestra comunidad y es un polo de atracción económico”.
Quién le iba a decir a usted que Barcelona 92 le cambiaría la vida…
Lo hizo porque era ese momento en el que estás acabando el instituto y empezando la universidad y veías cómo ir a unos Juegos Olímpicos y vivir el deporte de esa manera era una posibilidad. Cuando ves que ese sueño que se empezó a plantear con 17 años se hace realidad con 19, como me pasó a mí, te coge en un momento muy clave en tu vida. Cuando se cumple ves que detrás de esa experiencia dejas mucho en lo personal porque fue un sacrificio hacer de voluntario en muchos eventos en Asturias para poder cumplir con el objetivo de llegar, sacrificas cosas por el hecho de estar apoyando y colaborando en el deporte.
“Vivir las dos ceremonias de Barcelona 92 en directo es imposible de olvidar. Recuerdo la final de waterpolo, la de fútbol, la medalla de Fermín Cacho en el estadio… Todo era diferente”
En la Olimpiada fueron 132 los voluntarios asturianos, la comunidad que más aportó. ¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza?
Muchos porque tuve la suerte de estar en un control de accesos en Montjuic. Iba por las mañanas cada dos días y luego tenías libertad para vivir los Juegos y la ciudad la Barcelona olímpica, es algo que no volverá a pasar: cómo se transformó para los Juegos y se abrió al mundo para recibirlos. Durante los 15 días que estuvimos ya no era solo ir a hacer la labor que teníamos asignada sino juntarnos con otros grupos de voluntarios con los que te veías por la noche e ibas a cenar, a otros eventos deportivos… Por ejemplo, haber tenido la oportunidad de vivir las dos ceremonias en directo es imposible de olvidar. Siempre se ha dicho que la de inauguración fue una de las mejores de la historia de los Juegos y estábamos ahí. Recuerdo otros deportes como la final de waterpolo, la de fútbol, la medalla de Fermín Cacho en el estadio… Hay mucho deporte que vimos en los Juegos porque todo era diferente: la televisión no tenía la llegada de ahora, no había internet, ni teléfonos móviles con lo cual al final era una ilusión. Cuando llegamos se nos abrieron los ojos de par en par porque era algo que no nos imaginábamos ninguno de los que fuimos en la parte de los voluntarios y cuando volvimos todos decíamos que había sido la experiencia de nuestra vida. Creo que, si preguntas a cada uno de los 132, todo el mundo te dirá lo mismo porque es algo que a todos nos marcó.
De hecho, Gijón albergó en 2017 un acto para conmemorar los 25 años. Se juntaron hasta 90 personas. ¿Esto demuestra que cuando Asturias quiere, puede?
Totalmente porque el asturiano tiene un orgullo de pertenencia. Somos gente muy asociativa, colaborativa, de trabajar en equipo. Somos gente que nos alegramos de los éxitos de los demás y sumamos. Ese acto de reencuentro modesto, sencillo, humilde que se organizó con motivo del 25 aniversario sirvió para que nos reencontráramos algunos incluso después de un cuarto de siglo, pero fue como si no hubiera pasado el tiempo, como si rebobinas y nos encontramos otra vez en Barcelona. Hay algo que es muy difícil describir, pero que a todos nos une. Cuando hablas de ello con cualquiera te emociona, lo digo en mi nombre y en el de los 132 que acudimos a aquella cita olímpica.
Todo esto que ahora ha quedado en un recuerdo, ¿podría haberse potenciado?
No me cabe duda. Hubo unos años donde se hizo, pero luego se miró para otro lado y no se supo dar continuidad a la fortaleza de Barcelona 92 en todos los ámbitos, entre ellos, el del voluntariado. Ese espíritu, ese conocimiento y ese legado de los Juegos no se aprovechó cuando había ganas e ilusión por continuar el camino y por enseñárselo a generaciones futuras. No se quiso apostar por ello y eso provocó, lógicamente, el desánimo en las personas para poder continuar la andadura iniciada. A nivel político no se supo ver cuando quizás, ahora mismo, hacen mucha falta colectivos con este conocimiento, potencial o ganas para que el deporte siga creciendo o se siga apoyando en Asturias.
¿Qué era Andecha 92?
Era la familia de los voluntarios olímpicos asturianos. Cuando se creó el programa de los voluntarios de los Juegos se le dio el nombre de Andecha, una palabra cuyo significado viene a ser el de la colaboración desinteresada, el trabajo en equipo. El programa vino impulsado por la Consejería de Juventud con una persona como Antonio Rueda al que todos le tenemos un especial cariño porque fue nuestro padre en este proyecto y con una empresa contratada para la gestión de todo el programa. Todos llevamos en el recuerdo a Antonio y a Javier porque eran aquellas personas que se preocuparon por nosotros, su ilusión y su trabajo era que los voluntarios de Asturias -la comunidad autónoma que más iba a aportar a los Juegos-, llegaran lo más motivados y lo más preparados posible. Tanto Antonio desde el Principado como Javier desde la oficina que estaba contratada para para llevar esa gestión hicieron un trabajo encomiable y del que todos estaremos eternamente agradecidos porque fueron años de convivencia, de trabajo en equipo, de eventos, de fiestas, de viajes a Barcelona, de intercambios en el extranjero. Fueron tantas actividades, tantas cosas que vivimos cuando te pilla alrededor de los 18 que era la edad, no había otra.
Tres décadas después, usted ha estado en seis citas olímpicas. ¿Alguna como la de Barcelona?
De cada cita olímpica saco algo. Seis juegos son muchos, pero Barcelona fue diferente y siempre lo será porque se vivió de otra manera y eran los primeros Juegos en España, eso también cambia un poco la forma de percibirlos: unos Juegos con un ADN muy español, muy de nuestro país, de mucha identidad. Si elijo diría Barcelona y Tokio porque la experiencia de estar trabajando durante tres años codo a codo con un comité organizador para sacar adelante unos Juegos en el peor escenario posible que nadie se podría imaginar y, sobre todo, ver la ilusión del pueblo japonés y como la gente con la que nosotros trabajamos directamente puso todo lo que tenía de su mano para poder sacar adelante una cita olímpica sin que aparentemente pasara nada, siempre con una sonrisa es imposible de olvidar. Es muy duro irte de Tokio, decir que se han acabado tres años de trabajo de tu vida y ver que has estado metido en unos Juegos en medio de una pandemia, ojalá nunca volvamos a vivirlo. También digo que tengo claro que no había otro pueblo ni otro país como Japón que habría sido capaz de hacerlo.
¿El olimpismo tiene algo que engancha?
El olimpismo une y la acreditación no deja de ser una tarjeta con una foto donde da igual lo que ponga debajo. No importa si eres técnico, atleta, médico, oficial o voluntario porque todo aquel que haya llevado una acreditación a unos Juegos siente el orgullo de pertenencia y eso une. Al final es muy claro: los anillos olímpicos representan la totalidad del mundo, no hay más que decir.
Cuando se habla de citas olímpicas, parece que solo hay deportistas. ¿Le incomoda que no se valore la figura de fisioterapeutas, médicos, árbitros, entrenadores?
Al olimpismo no se le da el valor que tiene. En este caso tenemos que hablar de Asturias porque no podemos extrapolarlo al resto de España, cada comunidad autónoma es diferente. Asturias es una región pequeña en el marco de lo que tenemos en toda España y proporcionalmente en población hay menos personas con posibilidades de llegar a unos Juegos. Precisamente por ese espíritu que une a todo el olimpismo, ya no es una cuestión de reconocimiento sino el hecho de que hay muchas personas que hacen un gran sacrificio o un esfuerzo para poder llegar a unos Juegos en muchos ámbitos y eso muchas veces ni se conoce ni se valora. Detrás hay unas trayectorias que son impecables e intachables y unos currículos que son dignos de admiración. No es solo el hecho de llegar a unos Juegos, algo difícil, sino que hay un profundo conocimiento de gestión del deporte que se está desaprovechando para poder enseñar a las nuevas generaciones lo que es el deporte, cómo se puede llegar de muchas maneras y la importancia que tienen esas otras figuras dentro del marco del deporte porque sin todas ellas no sería posible. El deporte no son solo deportistas. Alrededor hay clubes, árbitros, técnicos, médicos, fisios… Es un entramado tan complejo que al final todo es necesario.
En ese lado en el que usted trabaja que hay unos cuantos asturianos.
Proporcionalmente posiblemente sea la mejor alineación que hay en España y es muy difícil igualarla. Es la alineación desconocida y todos nosotros, dentro de nuestra humildad, hemos estado o estamos en posiciones de una alta influencia internacional en el deporte y aportando conocimiento al desarrollo del deporte por todo el mundo. Eso se traslada en un reconocimiento final con la presencia en los grandes eventos como son los Juegos Olímpicos. No es fácil llegar ahí, pero me siento orgulloso de que Asturias tenga esa alineación.
¿Nota la indiferencia con el deporte olímpico cuando vuelve a Asturias?
Claro. Nadie busca ser diferente, pero cuando alguien va a unos Juegos Olímpicos va al mayor evento deportivo que hay en el mundo, no hay otro igual, marcan la diferencia cada cuatro años y cuando vuelves a casa lo haces vacío. Regresas de estar en un evento al máximo nivel, sabes que has dejado atrás una semana y cuando llegas te encuentras la casa vacía y solo te puedes apoyar en lo que has dejado ahí: amistades, legado, conocimiento, trabajo… Cuesta mucho llegar y cada cuatro años la misma historia se repite para todos los que hemos estado: un objetivo y trabajar para estar. Después esos cuatro años se transforman en una o dos semanas, pero cuando vuelves la casa está vacía.
“Asturias necesita y merece una Consejería del Deporte propia. Tendríamos que sentir envidia de cómo se invierte en el deporte en otras autonomías”
Todas las personas del olimpismo que han pasado por este espacio aseguran que no hay una buena gestión del deporte en la comunidad. ¿Lo comparte?
Sí. El deporte no es solo el de alta competición ni el de los deportistas, es todo: organización de eventos, tecnificación, centros de alto rendimiento, el trabajo de la base y Asturias necesitaría tener una consejería con identidad propia, que el deporte fuera algo en vanguardia. ¿Cuál ha sido la mejor salida de la pandemia? El deporte. Después de estar encerrados en casa, los ciudadanos querían salir a correr, caminar, andar en bici. ¿Cuál es el motor de la revitalización de la economía? El deporte, pero no se puede hacer nada si no hay presupuesto y, como pasa en otras comunidades autónomas, Asturias necesita y merece una Consejería del Deporte propia o por lo menos que tenga una presencia de mayor fortaleza con un presupuesto mucho más fuerte. Tendríamos que sentir envidia de cómo se invierte en el deporte en otras autonomías: clubes, federaciones autonómicas… ¿Para qué? Para poder desarrollarlo porque no nos olvidemos, hoy en día el deporte solo se puede desarrollar de manera profesional, de manera altruista no se va hacer ni en los clubes ni en las federaciones deportivas.
Asturias es precisamente una de las seis comunidades que no tiene consejería propia de Deportes. Incluso hay algunas como Galicia, Euskadi o Cataluña que, pese a no tenerlas, el apoyo al deporte es más cuantitativo. ¿Qué reflexión le merece ser una de las tres autonomías con La Rioja y Ceuta sin departamento?
A nivel del Gobierno del Principado no se entiende el deporte como una prioridad y cuando no es así poco más se puede hacer. Asturias tiene que entender que el deporte es transformador, permite enseñar nuestra comunidad por España y por el mundo y es un polo de atracción para que la gente venga a Asturias a muchos niveles. Los deportistas medallistas olímpicos o potenciales campeones del Mundo, campeones de Europa son personas que con orgullo pasean la bandera de Asturias por el mundo y eso es la mejor marca de exportación, es marca Asturias y se exporta a través del deporte. Cuando hacemos eventos de atracción directa hacia Asturias es traer a gente de fuera con motivo al deporte y hay que buscar ese equilibrio porque otras comunidades autónomas ya lo han entendido hace años.
“Avilés sí ha sabido valorar la gestión del deporte. El fin de semana del Mundial de Duatlón el impacto fue de millón y medio de euros directos. Los datos hablan por sí mismos”
Durante el Mundial de Duatlón celebrado en Avilés en 2021, la cita dejó un impacto económico de un millón y medio de euros en un fin de semana. ¿Se refiere a eso?
Sí. Fue el único evento internacional oficial de una federación internacional que se hizo en Asturias en el marco de una pandemia. Asturias no es que sea una comunidad autónoma que arrastre mucho evento internacional en los últimos años y Avilés ha tenido dos campeonatos del Mundo: años 2016 y año 2021, el último en un momento complicado ha ayudado a regenerar la economía. Tres días de evento, un millón de euros directo, medio millón en valoración en medios. Un impacto directo de millón y medio de euros. Los datos lo dicen, hablan por sí mismos.
Sobre esa indiferencia de la que hablaba cuando llega a casa, en febrero de este año el Comité Olímpico Español le reconocía su labor otorgándole la Insignia Olímpica al Mérito Deportivo. ¿Le felicitó algún miembro del Gobierno regional?
No hubo ninguna felicitación por parte del Gobierno autonómico, pero tampoco la he demandado. Sí es cierto que comuniqué al Principado que me la habían otorgado porque entiendo que cualquier acto que signifique poner en valor el trabajo por el deporte y que lleve un reconocimiento, debe ser conocido por las instituciones pertinentes porque a lo mejor no les llega la comunicación de manera directa. Lo que sí tengo que decir es que estoy muy agradecido a mi ciudad, a Avilés porque no soy una persona que le gusta ser el centro de atención, pero creo que el Ayuntamiento sí que ha sabido valorar la gestión del deporte y a todas las personas que han significado o han hecho por poner en valor a la ciudad a través del deporte. Me lo ha reconocido con diferentes acciones, en ocasiones pienso que hasta más de lo que merezco, y Avilés es ejemplar. Soy de los que cree que los reconocimientos tienen que ser una herramienta para ayudar a hablar del deporte.
“Los voluntarios y la prensa tienen que ser tener presencia en la Junta Directiva de la Familia Olímpica del Principado. Debe ser un grupo abierto con vocación de trabajo”
La pasada semana el catedrático José Antonio Cecchini aseguraba en una entrevista en MiGijón que el espíritu olímpico de Pierre de Coubertin ya no existe y apostaba por una política de ayuda al deportista que representa a Asturias o España y que tenga un reconocimiento. ¿Es necesario?
No sabría decirte porque soy de las nuevas generaciones, no conozco la parte anterior a Barcelona 92. Descubrí los Juegos a partir de ahí, ese momento que fue el cambio. Compañeros míos que son de generaciones que han estado en Juegos anteriores a Barcelona seguramente lo perciban de otra manera. A lo mejor es cierto que en otros Juegos intermedios que he estado se ha perdido algo, pero como me he quedado con la sensación de Tokio, una cita que la he vivido de una manera tan estrecha, tan directa tengo la sensación de haber percibido que el espíritu olímpico es algo diferente.
Hablemos de la Familia Olímpica del Principado. Todos los ojos miran a usted para ser el sucesor de Joaquín Alonso. ¿Va a liderar el cambio?
Estoy dispuesto a liderarlo siempre que la gente lo quiera. Me hace ilusión, tenemos que tirar del carro porque se lo debemos a todos: la familia olímpica asturiana se lo debe al deporte olímpico. Joaquín (Alonso) y el equipo que ha estado con él: Herminio Menéndez, Agustín Antuña, José Antonio Cecchini Alfonso Menéndez, Ramón Gallego, Luisa Álvarez y Jorge David López han hecho un trabajo encomiable, han dejado un legado y tiene que tener continuidad. Eso pasa porque la familia olímpica es una única familia y sobre todo que esa familia olímpica ahora mismo tiene que agrupar ya no solo a los que han estado con una acreditación en los Juegos, como se recoge en los estatutos de la Familia Olímpica, sino que tiene que reagrupar a los voluntarios de Barcelona porque han sido un principal activo y ese colectivo sigue vivo, tiene que agrupar a periodistas… Tengo ganas porque como vengo del voluntariado, entré por esa puerta y ahora me dedico profesionalmente al deporte me hace ilusión poder dar continuidad a una llama olímpica que se había ido apagando. Antes de que el pebetero se apague completamente tenemos que volver a lanzar la flecha y que la llama se vuelva a encender (risas). También hay motivación para que los valores olímpicos se den a conocer de nuevo y que no desaparezcan porque hay mucha gente que necesita que su nombre salga a la luz, que se sepa lo que hace y que seamos capaces de volver a transmitir los valores del olimpismo a los colegios, a los clubes, a las federaciones autonómicas. Además, el olimpismo tiene que tener un hueco en nuestra comunidad e intentar entre todos y con un llamamiento a las instituciones hacer ver que Asturias necesita y merece Museo Olímpico. ¿Por qué? Porque Asturias ha hecho mucho por el deporte a través del olimpismo y no solo los medallistas sino que todo lo que constituye la Familia Olímpica.
“El Museo Olímpico es una reivindicación silenciosa de todo el olimpismo asturiano durante estos últimos años y las puertas se han encontrado siempre cerradas, hay que intentar abrirlas”
¿Tiene en su cabeza el equipo que le acompañará?
Tiene que ser la gente más joven y soy joven, pero me considero de los veteranos porque llevo 30 años en el deporte, se dice pronto (risas). Llevo tres décadas, seis Juegos Olímpicos y tomé la decisión de que en la parte de oficial técnico de mi deporte, el triatlón, no iba a volver a los Juegos porque si llegas a ser delegado técnico en una cita olímpica, la designación más alta que te pueda otorgar una federación internacional, no tiene sentido seguir ocupando una posición. Hay que ser ejemplar y dejar paso a futuras generaciones. Eso es lo mismo que Joaquín y el equipo han decidido hacer. Ahora toca coger ese relevo y lo tenemos que acompañar la gente de alrededor de nuestra generación, personas que están dispuestas a subirse al tren como Ángela Pumariega, Jessica Alonso, Pablo Carriles… Digo estos nombres porque son los que claramente han decidido que hay que estar ahí, pero no descarto a nadie porque cuando se haga la reforma de los estatutos, los voluntarios tienen que tener presencia dentro de esa Junta Directiva, también la prensa. No debe ser algo cerrado, tiene que ser un grupo abierto con la vocación de trabajar y ser capaces de que el olimpismo asturiano se da a conocer porque hay mucho desconocimiento.
Precisamente Ángela Pumariega señalaba que el museo tiene que estar antes de París 2024. ¿Lo ve factible?
Habrá que intentarlo porque todos tenemos ganas, tenemos cosas en casa, recuerdos y necesitamos un punto de encuentro, una casa y no puede ser otra que un museo. Las generaciones futuras tienen que conocer el legado de la gente que ha sido olímpica porque eso no puede quedar en el olvido. Es una reivindicación silenciosa de todo el olimpismo asturiano durante estos últimos años y las puertas se han encontrado siempre cerradas, hay que intentar abrirlas y que haya ese espacio porque tiene que servir también para que todo el deporte olímpico se conozca. He estado muchas veces en el Museo Olímpico de Lausanne (Suiza) y se me cae la baba porque es como entrar en tu casa, algo que es tuyo. Cuando vas pasando por los Juegos te das cuenta de que es algo más. En mi casa tengo mi museo: mi antorcha, mis reconocimientos, mis acreditaciones y mis diplomas colgados en las paredes, las mascotas de cada uno de los Juegos en el salón… Cada uno de nosotros tenemos nuestro museo olímpico en nuestra casa y estaríamos encantados de donar nuestras cosas a un futuro Museo Olímpico asturiano. ¿Por qué? Porque nos ha costado mucho a todos llegar ahí, mucho. Por eso necesitamos y queremos un espacio.