«Por suerte tengo el timbre de voz de cuando Sabina era joven», explica este artista que, guitarra en mano, regala a los gijoneses actuaciones callejeras sin aviso previo con repertorio de temas del cantautor de Úbeda, aunque también se le puede ver en conciertos en salas

«Canta igual que Sabina». Es el comentario que sueltan algunos trabajadores cuando su calma es interrumpida por la interpretación de un tema para miGijón en la terraza del coworking Work Arena Xixón (WAX). No es algo excepcional, puesto que la primera reacción al escuchar cantar a José Taboada una canción de Joaquín es ésa. «Por suerte tengo el timbre de voz de cuando Sabina era joven», relata al respecto el artista, que se atrevió este verano pasado a sacar su repertorio del andaluz a la calle, alcanzando una repercusión no esperada, pero satisfactoria. Desde entonces acumula media docenas de fechas y tiene en cartera varias más, aunque no deja de tocar de manera improvisada en vías y plazas de la ciudad.
Nacido en 1971 en Lieja, población belga con una importante comunidad asturiana, Taboada regresó a Asturias en 1978. Autodidacta y «con buen oído», tuvo su primer contacto con la música «hace bastantes años, por un amiguete, compañero de trabajo, al que empecé a escuchar tocar la guitarra y me quedé asombrado. Empecé entonces poquito a poquito con un acorde, con otro acorde, con otro acorde, y luego ya sacando una cancioncita. Tendría unos 23 años».
En un primer momento, tiró por la rumba, por lo que «me perfeccioné más en lo que es el compás más que en la forma de solear con el mástil; lo que es rítmico de cara a la mano derecha, más que a la izquierda». También se adentró «en el tema del flamenquito, a coger los palos un poco más alegres: las bulerías, las alegrías, las colombianas y esas cositas». «Así estuve bastantes años», en los que tocaba en casa y en academias de baile acompañando a las bailadoras, «y siempre, claro, de forma paralela con el tema de Sabina».
El concierto del 89 en la plaza de toros
Un amor a primera vista con el cantautor que se gestó en la plaza de toros en el año 1989, «el único concierto que fui a ver de Joaquín Sabina». «Quedé exhausto: me dije, ‘joder, qué bueno el tío’», recuerda Taboada. Su dedicación al repertorio del de Úbeda cambió con otra actuación casi 20 años después, en esta caso en la Noche Sabinera, espectáculo de la ahora denominada Benditos Malditos-La Banda Sabinera, formada por los músicos de Sabina, en la sala Albéniz. «En esa ocasión dije ‘guau, qué es esto’. De aquella invitaban a la gente a subir a cantar, pero no se atrevían. Si lo hubiera sabido me habría preparado un tema y hubiera subido», explica.
Sí lo haría en Madrid en 2011, en la sala Galileo Galilei. «Ya fui con un tema preparado, me subí y armamos una muy buena», recuerda. «Estaba yo allí en el escenario y la gente, claro, no me dejaba bajar cuando terminé y yo ‘me cago en la mar’. Entonces los músicos miraban unos para otros y yo, claro, ‘¿qué hago?’. No tenía más temas preparados y empezaban ‘otra, otra, otra’, y Pancho Varona soltó ‘¡qué hijos de puta sois! Le aplaudís más a él que a nosotros’», relata entre risas sobre aquel día. Fue una manera de conocer a Varona, Antonio García de Diego o Beneyto, con los que volvería a cantar en el 2018 en la Plaza Mayor en un concierto dentro de la programación de la Semana Grande.
La similitud en la voz con la de Sabina hacía que le llegaran comentarios como «¿por qué no te presentas a concursos?» o «¿por qué no haces conciertos?», pero sus canciones siempre se las guardaba para la intimidad. Con la intención de perder el miedo escénico, aprovechaba sus visitas a El Hórreo para, «de manera muy prudente, hacer cosas con la guitarra». La gente que estaba tomando algo en este establecimiento hostelero de La Providencia «te escuchaba y te felicitaba. Al principio sólo tocaba, no cantaba, hasta que empecé a abrirme a cantar por Joaquín Sabina. Entonces ahí empecé a coger algo más de seguridad».
Primera actuación, en Campo Valdés
Sería en agosto de 2024 cuando Taboada se decidiría a coger su guitarra para dar el salto a la calle. «Me armé de un equipo bueno, porque yo soy muy escrupuloso con el tema del sonido. Y compré una guitarra, que de hecho es una anécdota que nadie sabe. Yo vengo de 30 años de tocar una guitarra de cuerdas de nylon, de guitarra española, y cambié a una guitarra acústica con un mástil mucho más estrecho. Para mí fue un tropiezo y un descubrimiento. Y claro, ahí fue cuando me di cuenta de que las canciones de Sabina pegaban al cien por cien», comenta el cantante, que escogió para su debut Campo Valdés.
«En vez de ponerme en los bancos, por donde la gente paseaba, me puse en el parque, muy atrás: ‘la gente está lejos y estoy tranquilo aquí’, pensé. ¿Qué pasó? Que cuando empecé la gente comenzó a acercarse, estaba acojonado, pero se sentaron y aplaudían. Entonces me di cuenta de que lo estaba haciendo bien», rememora. Repetiría en más ocasiones, la siguiente en El Náutico, y la suerte quiso que, en una ocasión, su sonido saltara a los medios de comunicación, lo que cambiaría su carrera.
Llegarían ofertas para tocar en diferentes escenarios, completando media docena de bolos desde entonces a la espera de otros que ya tiene en cartera para los próximos meses. Siempre dosificando, «porque quiero poner bien en su sitio a Joaquín Sabina”. «No es por desprestigiar a nadie, pero yo creo que Joaquín Sabina se debe a un sitio. Entonces yo selecciono muy bien los sitios porque Joaquín Sabina tiene un tema profundo; sitios donde hay más silencio, donde hay gente sentada, cómoda, que esté para el concierto», considera.
Como punto a favor para explicar este éxito, Taboada cree que «hay mucha gente que está haciendo tributos que cantan muy bien por Sabina, y yo, la verdad, que me quito el sombrero, porque lo hacen muy bien. Lo que pasa es que la voz que hacen es la voz de Joaquín Sabina, claro. Yo algunas veces puedo hacer algún guiño, alguna canción en la queda muy bien un poco la voz rota, pero un 75% de las canciones que yo hago las canto como me sale, sin forzar; es la voz del Sabina joven».
Un repertorio de 47 canciones y un sueño: conocerlo
En estos momentos cuenta con un repertorio de 47 temas de Sabina que escogió, en su mayor parte, a partir «de escuchar a la gente». «Son canciones de antes» principalmente, comenta Taboada, que no podría «elegir una», aunque ‘Y sin embargo’, «que la escribió Pancho Varona, es una de las canciones para mí por excelencia”. «Y luego, cuando estás un poco así en plan que quieres un poco rock y tal, pues me gusta mucho la de ‘Barbie superstar’; y la de ‘Conductores suicidas’. Me está gustando un mogollón ahora ‘La del pirata cojo’, que la tenía yo un poquitín así entre ojo y ojo, porque todas las canciones no solamente hay que cantarlas, hay que saber interpretarlas e ir cantándolas sabiendo lo que está diciendo y metiéndose un poco en el papel», añade.
Desde 1989 no vio más a Sabina en directo, pero este verano se reencontrará con su ídolo en el concierto en el Parque Inglés (Hermanos Castro) del 16 de julio, con todas las entradas agotadas desde enero, dentro del programa de Gijón Life. Y lo hará además desde la primera fila: «Me encantaría conocerlo, le tengo mucho respeto; tengo adoración por este hombre. Y tengo la guitarra con la que estuve 30 años tocando firmada por todos los músicos de Joaquín Sabina; en el centro me falta al maestro. Me encantaría poder llegar y conocerlo, y que me firmara la guitarra».
Mientras llega ese día, Taboada seguirá con sus actuaciones en pequeñas salas y en la calle, porque la calle es pura adrenalina para el artista. «Me aporta un chute de energía. Es muy diferente a un evento, donde ya estás condicionado por la gente que va a ir allí a verte. En la calle estás tan tranquilo, y bueno, decides hacer un temita mientras la gente pasa, se queda, aplaude… Y te lo agradece. Es un subidón». Por eso, «yo no creo que deje la calle jamás. De una forma u otra, necesito calle».
La semana pasada muchos viandantes tuvieron la oportunidad de sentirlo cantar en Corrida en un concierto, como siempre, improvisado; sin anuncios previos. «Venía de un resfriado grande y tenía ganas de tocar un par de horas. Me prestó mogollón», confiesa. Por eso, en un paseo por el centro de la ciudad, nunca dejen de poner la oreja por si acaso encuentran una actuación de Taboada en su máxima expresión al girar una esquina o llegar a una plaza. Es la forma más auténtica de conocer al artista, que también anuncia sus bolos oficiales en su página de Instagram.