«Existe una predisposición al desarrollo de determinados tipos de cáncer hereditarios y ahí es posible poner estrategias de detección precoz, cuando hay más posibilidades de curación»
Esta mañana, Juan Cadiñanos, director de laboratorio y director científico del IMOMA (Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias) y Fernando López, médico especialista en Otorrinolaringología y vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo, han dado sendas ponencias en la FIDMA (Feria Internacional de Muestras de Asturias) con motivo de la Jornada IMOMA de evolución y genética.
Cadiñanos ha afirmado en unas declaraciones previas a la ponencia que las alteraciones del ADN están detrás de todos los tumores. «Si queremos combatirlos, la mejor forma es atacar esas alteraciones, que distinguen a los tumores del resto de las células del organismo, buscar las vulnerabilidades y utilizarlas como talón de Aquiles para tratar el cáncer», ha dicho.
En los casos de cáncer hereditario, existe una predisposición al desarrollo de ciertos tipos de cáncer en determinados miembros de una familia y «ahí es posible poner estrategias de detección precoz, para coger los tumores lo antes posible, cuando hay más posibilidades de curación«, ha explicado el director científico del IMOMA.
Durante su ponencia, Cadiñanos también ha hablado sobre la ceguera y la sordera hereditarias. Con el diagnóstico de la sordera, un 29 % de los casos conlleva síndromes ocultos, que pueden provocar alteraciones renales, paratiroides, cansancio generalizado, broncoespasmos y cambios de comportamiento. En cuanto a la ceguera, la terapia génica ofrece posibilidades de revertir su avance, «hay que gente que empieza a ver cosas que ya no veía», ha explicado el director de laboratorio.
Por otra parte, López ha recalcado que «es fundamental el apoyo económico para que haya infraestructuras logísticas en la ciencia«. En esta línea, Cadiñanos ha destacado que en España «hace falta una carrera investigadora o que se puedan estabilizar los científicos de manera independiente, por ejemplo, a la docencia, que haya más puestos de científicos que se puedan dedicar a esto a lo largo de toda su vida de manera prioritaria y que siga habiendo fondos para financiar proyectos de investigación y se siga apoyando a todas las entidades que trabajamos en esto».
Fernando López en su ponencia ha explicado el cáncer de cabeza y cuello, un tipo de cáncer «menos mediático» del que existen pocos casos, pero es muy agresivo. Puede afectar a la boca, nariz, senos paranasales, glándulas salivales, garganta y ganglios linfáticos en el cuello, por lo que «puede dificultar el habla, el comer y la apariencia física, afecta mucho a la calidad de vida«.
En dos de cada tres casos de este cáncer el tumor «recurre y se vuelve más agresivo y resistente, tiene una supervivencia mediana de entre seis y nueve meses sin tratamiento, el problema es que a veces no lo hay». Aun así, entre el 40 y el 50 % de las personas sobreviven cinco años más.
En este sentido, la medicina de precisión intenta asociar determinadas características de los pacientes con cáncer para evaluar el riesgo y establecer estrategias de prevención. También mejora la toma de decisiones, con lo que se aplican las terapias apropiadas, se optimiza la prevención y se evitan los medicamentos de menor eficacia.
«Si a un fumador le dices que tiene una mutación genética por la que está predispuesto a tener cáncer de pulmón o alguna enfermedad pulmonar crónica, la tasa de fumadores se reduce mucho, así que sirve también para eso», explicaba López.
Pero «más que la medicina de precisión, lo que hay que hacer en España es agrupar casos«, es lo que hacen otros países y tienen un 180 % más de supervivencia, tal y como demuestra un artículo de El País.
Actualmente, solo existen tres fármacos aprobados para el tratamiento del cáncer de cabeza y cuello, «el gran hándicap es cuando sabes que un fármaco puede funcionar y no te permiten utilizarlo», ha indicado el vicedecano.