Acompañado por el portavoz de IU Xixón, Javier Suárez Llana, el director general de Agenda 2030 del Principado, presenté en la librería La Revoltosa su nueva obra, una reflexión sobre los verdaderos intereses que oculta el pensamiento neoliberal

La historia del siglo XX, larga y turbulenta como la de pocas de las centurias que lo precedieron, suele considerarse culminada con la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989; la disolución de la Unión Soviética, dos años más tarde, y, por extensión, la victoria sin paliativos del sistema capitalista ejemplificado por Estados Unidos y sus aliados. Entre esos últimos, España. Sin embargo… ¿Fue realmente ese modelo socioeconómico y político predicado desde Washington tal como lo han descrito? Esa es la duda que se ha planteado el docente, político y, ahora, también escritor ovetense Juan González Ponte, actual director general de Agenda 2030 del Gobierno del Principado. Y las reflexiones subsiguientes han dado forma a ‘El capitalismo no existe‘, su primer libro, un ensayo filosófico concebido para desmontar buena parte de los mitos que han rodeado a ese supuesto éxito occidental. Una obra tan incisiva como oportuna que ayer martes presentó en la librería La Revoltosa de Gijón.
Acompañado por Javier Suárez Llana, portavoz local de Izquierda Unida (IU), partido en el que milita, Ponte compartió con el público presente la que es la idea matriz de su texto: que el libre mercado, como tal, es una falacia. Una criatura puramente irreal, descrita únicamente como fórmula de sometimiento de los ciudadanos y Administraciones a los intereses de las empresas. A fin de cuentas, reflexionó el autor, «la competencia, según el pensamiento neoliberal, es para los perdedores; lo que buena parte de los empresarios privados desean es que el Estado les garantice privilegios, prebendas y monopolios, y están a favor de la concurrencia competitiva siempre que sea desde una posición de partida ventajosa». De ahí que, siempre a juicio de Ponte, el rechazo de las corporaciones no sea a la Administración como tal, sino a un intervencionismo público que juegue en contra de sus intereses, y no a favor. «Quieren un Estado fuerte con los débiles y débil con los fuertes… Y planifican», sentenció.
Como no podía ser de otro modo, la cita de ayer no tardó en convertirse en un coloquio del invitado con Llana, quien ejerció de conductor del evento, y con el público presente en La Revoltosa. Esa fase, más que crítica, se reveló constructiva, con varias voces alentando una mayor democratización de las instituciones, particularmente de las europeas, un buen puñado de peticiones para afrontar los retos climáticos y sociales del momento, y un clamor general contra el rearme que Europa está llevando a cabo.
Se vive muy bien defendiendo el comunismo en un país capitalista