Cerca de dos centenares de judíos franceses pudieron escapar de una muerte más que probable gracias al sportinguista Moutón
Ramón Herrera «el Sabio», gran figura del Sporting y simpatizante falangista y anti comunista convencido, se alistó como voluntario en la División Azul
La más brutal de las guerras sufridas por el ser humano fue, sin duda, la conocida como la Segunda Guerra Mundial. Cincuenta y seis millones de personas murieron, según los cálculos más aceptados, y muchos millones más se vieron afectadas por el conflicto. En esta segunda lista también están tres ex jugadores del Sporting que, de una u otra manera, tomaron parte activa en el conflicto bélico.
El primero, cómo no, fue uno de los más importantes futbolistas que ha dado el fútbol asturiano. Es Ramón Herrera «el Sabio», gran figura del Sporting y que, simpatizante falangista y anti comunista convencido, se alistó como voluntario en la División Azul. Casi 47.000 voluntarios españoles se enrolaron en la misma y unos 8.000 perdieron su vida en combate. Herrera fue la segunda persona en alistarse en su banderín de enganche de Gijón. Luchó en primera línea de combate en el frente ruso en las tropas bajo el mando del comandante Vierna, y sufrió toda clase de penurias, la dureza de la guerra y el invierno ruso. El propio Herrera narraba haber sufrido heridas en las manos y en una de sus piernas, que a punto estuvo de ser amputada, como consecuencia de las bajas temperaturas padecidas que le produjeron congelación en manos y pies. Pese a ello, nunca pareció haberse arrepentido de alistarse como divisionario y, en varias ocasiones, manifestó que para él hubiera sido un honor morir allí. Ramón Herrera tuvo un final trágico: se suicidó en el año 1960. Lo hizo con una sobredosis de pastillas en el restaurante El Retiro, propiedad entonces del también jugador del Sporting Corsino. Estaba enfermo de una sífilis que había contraído en Sevilla cuando militaba en las filas del Betis.
El segundo de los futbolistas de este particular listado es el del portero Isidro Menéndez. El guardameta gijonés tuvo una vida propia de una película. Tras pasar por el Sporting juvenil fue cedido al Hispania, otro equipo gijonés, para que disputara la temporada 1920-21 con el objeto de que se fogueara antes de dar el salto al primer equipo. Y con el Hispania se trasladó en marzo de 1921 a Madrid a jugar dos partidos amistosos. El primero fue contra el Racing de Madrid, se disputó el 6 de marzo y finalizó con victoria gijonesa por 1 a 2; el segundo se jugó contra el Atlético de Madrid el día 8 de marzo y los colchoneros aplastaron a los asturianos por 4 a 1. Ese mismo día, un grupo terrorista anarquista asesinó al presidente del Consejo de Ministros de España, Eduardo Dato. Al día siguiente, cuando los jugadores gijoneses salieron a pasear antes de coger el tren de regreso a Gijón, Isidro fue detenido por la policía por su parecido con uno de los terroristas que asesinaron al político Fue llevado a comisaría y después de unas horas, una vez interrogado y aclarada su identidad, fue puesto en libertad. En 1934, Isidro Menéndez militaba en la C.N.T., durante la revolución de Asturias fue detenido por el ejército en posesión de dinamita, por lo que fue encarcelado durante unos meses. Con el estallido de la Guerra Civil, Menéndez, que era ingeniero de profesión, se alistó como voluntario en el ejército republicano, alcanzando el rango de teniente del arma de ingenieros. Tras la caída del norte de España se refugió en el sur de Francia, en Burdeos. Lo hizo junto con dos futbolistas de la plantilla del Sporting de la temporada 1935-36, Tinín y Roxín. Al liberarse Francia por parte de los aliados, pasó a trabajar para el ejército francés, en su condición profesional de ingeniero y debido también a sus conocimientos militares. Al acabar la Segunda Guerra Mundial se reintegró a la vida civil y residió en Burdeos hasta su fallecimiento.
El tercero en tomar parte activa en la Segunda Guerra Mundial fue Rafael García Moutón, conocido futbolísticamente por su segundo apellido. Moutón formó parte del Sporting que se proclamó campeón de Asturias infantil en 1911. En el verano del año 1912 Moutón pasó a formar parte del filial del Sporting, el «equipo reserva», alternando su participación con el del equipo infantil. Al año siguiente dejó el fútbol para centrarse en los estudios de derecho que cursa en la Universidad de Oviedo. Tras licenciarse, es llamado a filas en 1918 para cumplir con el servicio militar (por entonces de dos años). A la vuelta decidió opositar para el cuerpo consular español y en 1923, fue destinado a París con el cargo de Canciller consular, una especie de funcionario de apoyo del embajador en la capital francesa. Como es sabido, a Moutón le toca vivir una época más que convulsa de la historia europea y en 1940 las tropas alemanas ocupan Francia. Como quiera que España de Franco era un país amigo de la Alemania nazi, tenían cierta condescendencia con aquellos documentos que proporcionaba la embajada española y la cancillería consular en París. El embajador español, el madrileño Eduardo Propper de Callejón (aunque católico, hijo de un judío checo, Max Propper) firmó unos 30.000 visados para que los judíos pudieran cruzar la frontera española con destino a Portugal. Propper, con la ocupación alemana trasladó la embajada a Burdeos, a la Francia de Petain. Y Moutón quedó en París como máximo representante de la diplomacia española.
La labor de Moutón, el ex futbolista del Sporting no fue tan grande, en términos numéricos, pero no de menor importancia que la de su superior. Falsificó partidas de bautismo y de matrimonio con españoles a numerosos judíos y así, en trenes destinados para aquellos españoles que deseaban volver a su país, cerca de dos centenares de judíos franceses pudieron escapar de una muerte más que probable. Solo en uno de esos viajes, 126 judíos con falsos documentos matrimoniales y visados se mezclaron entre los pasajeros con destino a España. Tras la Guerra Mundial, Moutón fue destinado de nuevo a su ciudad natal, Gijón, donde ejerció como funcionario del Registro Civil del Juzgado de la ciudad, mientras que el embajador Propper fue enviado a Marruecos. Hoy, Eduardo Propper ostenta la distinción de «Justo entre las Naciones» otorgado por el gobierno de Israel. Mientras, la labor de Moutón, reconocida únicamente en contados libros sobe este terrible periodo bélico y el holocausto judío, quedó un poco «tapada» por la magnitud de la del embajador. La vida y sus vueltas, un joven futbolista al que el destino le esperaba con vivencias muy duras.