«Tuvo una vida plena, de entrega desinteresada al fomento del deporte en nuestra ciudad, y valgan estas líneas para glosar, de alguna forma, lo mucho que significó su figura en la historia del fútbol asturiano»
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El club ‘playu’ por excelencia, el Cimadevilla, vuelve a estar de luto.
Si a principios de año nos dejaba Edu Cordero, hombre clave en el último resurgir de los gualdiazules, el pasado 15 de febrero decíamos adiós a Julián Arrigorriaga, principal valedor del remamiento de la entidad en 1974, y su presidente entre las temporadas 1974-75 y 1993-94, con la salvedad del curso 1976-77, en el que ejerció la presidencia Pedro Martino. Además, en el verano de 1994 pasó a ser vocal de la Junta Directiva de la entidad.
El hijo pequeño de Benito Arrigorriaga, la persona más determinante en la historia del club, siguió la estela de su padre y ejerció dieciocho años como presidente, y otros dos en cargos directivos; casi nada. En 1998 fue reconocido como Socio de Mérito del Grupo Covadonga, otro de los clubes de sus amores junto con el Cimadevilla y el Sporting. Y es que en el club rojiblanco también tuvo su protagonismo. Socio sportinguista que supo transmitir el amor por estos sagrados colores a sus hijos y nietos, llegó a fichar por el club gijonés. El 24 de junio de 1947 el langreano José María Fernández ‘Ponticu’ accedió a la presidencia de la entidad rojiblanca, y apenas una semana más tarde fichaba a un defensa central gijonés para el segundo equipo rojiblanco: era el propio Julián Arrigorriaga.
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Firmó por el Oriamendi-Hispania, que esa temporada 1947-48 saldría a jugar con el nombre de Deportivo Gijonés. Julián Arrigorriaga se había comprometido por una temporada con el club sportinguista con la idea, manifestada por el presidente y principal avalista, de que alternara primer y segundo equipo, pero el nuevo entrenador rojiblanco, Rumbold, trajo un nuevo sistema de fútbol que conllevaba otro tipo de central, y avisó de que en el modo en que quería que jugaran no encajaba el fútbol de Arrigorriaga. Así que, en plena pretemporada, Julián optó no sólo por aceptar la baja, sino por devolver el dinero que le habían dado por fichar. Un gesto de bonhomía poco habitual en un fútbol ya profesionalizado por aquellos entonces.
Julián Arrigorriaga, eso sí, pudo defender con éxito las camisetas del propio Cimadevilla, del C.D. San Martín, del Mosconia e, incluso, a comienzos de su carrera deportiva, llegó a disputar algún amistoso con el filial oviedista.
Julián Arrigorriaga tuvo, pues, una vida plena, de entrega desinteresada al fomento del deporte en nuestra ciudad, y valgan estas líneas para glosar, de alguna forma, lo mucho que significó su figura en la historia del fútbol asturiano.