Inés Arrimadas aseguró el pasado domingo que “hay muchos españoles que no quieren votar packs ideológicos. Merecen una alternativa que no mercadee con los jueces o las televisiones, que defienda impuestos bajos y también el derecho a decidir sobre su vida”
Decía el primer ministro británico Winston Churchill que “la política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces”. A Ciudadanos lo han matado varias veces y enterrado otras tantas. Aquí se llega después de algunos errores, sí, pero también de una polarización política agitada por Podemos y Vox y azuzada por PSOE y PP.
Volviendo a lo propio, Ciudadanos ha cometido fallos e, incluso, asume errores en la comunicación de algunas de las decisiones adoptadas. Sin embargo, es la misma formación que ha sido capaz, por ejemplo, de impulsar una nueva Ley de Infancia en Andalucía que ha contado con los apoyos de todo el arco parlamentario, salvo VOX. Este tipo de iniciativas son las que necesita la gente, respuestas concretas y no eslóganes vacíos; propuestas que salen desde la formación naranja para hacer una mejor sociedad.
Tras la Convención Nacional, la hoja de ruta es clara: reconectar con esa parte de la ciudadanía que un día vio en este partido un soplo de aire fresco, capaz de romper con el bipartidismo. Durante la clausura, nuestra presidenta propuso diez Pactos de Estado: desde la educación hasta el empleo pasando por la natalidad, la innovación o la vivienda, entre otros. Pilares necesarios para una sociedad que el ejecutivo de Pedro Sánchez deja un segundo plano con un discurso populista y marcado por la reapertura de cuestiones ligadas con del pasado.
Pese al deseo de Sánchez de aferrarse al poder a cualquier precio, durante la pandemia Ciudadanos ha demostrado una extraordinaria capacidad para hacer una oposición constructiva, sensata y respetuosa, tendiendo puentes y anteponiendo el interés general al particular. ¿Ha podido esta actitud penalizar al partido? Sí, pero pese al ruido de algunos medios y las críticas sin argumento, ha sido lo correcto; lo necesario en el peor momento de la historia.
Las situaciones difíciles en los partidos, igual que en la vida, son entendidas como momentos de incertidumbre, de cambio pero también de esperanza. Inés Arrimadas aseguró el pasado domingo que “hay muchos españoles que no quieren votar packs ideológicos. Merecen una alternativa que no mercadee con los jueces o las televisiones, que defienda impuestos bajos y también el derecho a decidir sobre su vida”. En definitiva, en eso consiste la libertad.