Decía mi vecina Adela, esquela en mano, que nadie se tendría que morir los días 5 y 6 de enero. Y esa frase escuchada en mi tierna infancia, la víspera de Reyes, regresó a mi memoria el 5 de enero de 2025. La tarde que me enteré de la muerte de José Eduardo Cordero Álvarez «Kily»
Decía mi vecina Adela, esquela en mano, que nadie se tendría que morir los días 5 y 6 de enero. Y esa frase escuchada en mi tierna infancia, la víspera de Reyes, en el avilesino barrio de Sabugo, regresó a mi memoria el 5 de enero de 2025. La tarde que me enteré de la muerte de José Eduardo Cordero Álvarez «Kily». Un activo y noble corazón de Cimavilla que ya llevaba tantos años en el barrio alto que «el senado playu» ya consideraba a Cordero como «casi playu». El cáncer arrebató, a familia y amigos de Edu, esa socarronería, marca de la casa, desplegada en compañía de sonrisas, chascarrillos y abrazos desde cualquier rincón de su amada Cimata.
El fútbol era su pasión menos secreta. «Furibundo» sportinguista, vivió emocionado los goles de los rojiblancos en El Molinón con una bufanda naranja del Dundee United enroscada en su cuello. Paseó los colores «gijonudos» por el inolvidable Mundial de Sudáfrica, desplegando en Johannesburgo esa oriflama dedicada a Manolo Mesa, gracias a la Peña Siete Pulmones. También sintió con fuerza el pálpito del Athletic Club de Bilbao y el Ceares. Sin olvidarse de la historia futbolista en su casa. Consiguió refundar el Cimadevilla Club de Fútbol y con la ayuda de Pedro Riesco, Pablo Casillas y unos cuantos guajes del barrio volvió la pelota a ser tan protagonista como el azul y el arena, tiñendo los campos y las canchas que en otra época tiñeron la vida de un futbolista al que llamaban Kily.
Estaba Edu metido de hoz y coz en un proyecto histórico-literario que repasaba la trayectoria del Cimadevilla Club de Fútbol y en su alianza para realizar este trabajo de archivo y documentación contaba con el inefable Frichu Yustas. un Frichu que afrontará ahora el libro en solitario. Eduardo padre, su madre: Consuelo, Katia, Alba y un buen grupo de compañeros y amigos de la Asociación Vecinal Gigia ni van a poder ni van a querer olvidar las sorprendentes ocurrencias de Edu. En una ocasión les contó un sueño con todo lujo de detalles que resultó ser un cóctel cargado de instantes surrealistas: Kily convertido en «Toro sentado» le hablaba al general Custer del Ché Guevara (todo parece posible en el territorio de los sueños). En su locuaz parlamento, Edu falaba n´asturianu.
Decía el escritor uruguayo y universal, Eduardo Galeano, que nuestra lengua, la que llevamos pegada al corazón, es la que utilizamos cuando amamos, insultamos y soñamos. Y el bueno de Cordero soñaba a menudo n´asturianu. Algunos de «sus guajes» los del Cimadevilla Club de Fútbol dejarán muy pronto de soñar con ser futbolistas profesionales el día de mañana. Uno, dos o tal vez tres terminarán lográndolo. Esos mismos críos fascinados por el fútbol e inscritos en el Cimadevilla C.F. y que este fin de semana lucieron en sus camisetas un mensaje-homenaje para todos los que quisieron al rebelde sioux del barrio alto: «Edu Kily el Cimavilla yes tú».