El Principado asigna a las empresas Taller de Urbanismo e Ingeniería y Obras Generales del Norte la construcción de un equipamiento que, para los lugareños, plantea serias incógnitas; «Falta lo esencial: definir su uso y que sea gratuito»
El Polígono tendrá su aparcamiento disuasorio. A pesar del criterio vecinal, cierto, pero lo tendrá. Tal como ayer anunció el Gobierno autonómico, el Principado ha adjudicado ya las obras de construcción del futuro equipamiento en la avenida de Portugal, junto a la glorieta de finalización de la autopista GJ-81, por un importe final de 4.526.636 euros, financiado con fondos europeos Next Generation, y con un plazo de ejecución de quince meses. Y, finalmente, será la unión temporal de empresas (UTE) constituida por las firmas Taller de Urbanismo e Ingeniería, SL, y Obras Generales del Norte, SA, la que acometerá la tarea. Un proyecto que, por el franco ciudadano, ha vuelto de despertar las dudas de los lugareños; las mismas que alimentaron intensas protestas en tiempos del Ejecutivo local de Ana González, y que, ahora, llevan de nuevo a los habitantes de la zona a preguntarse para qué es necesario dicho parking, y si verdaderamente cumplirá su función prevista.
En el plano puramente técnico el complejo resultante, que recogerá las aportaciones de los colectivos vecinales, contará con 486 plazas distribuidas en dos plantas. La superior, cubierta tendrá 230 de ellas, de las que diez estarán adaptadas a personas con movilidad reducida, y otras veintiséis dispondrán de puntos de recarga para vehículos eléctricos; por su parte, la planta semisótano albergará los 256 estacionamientos restantes. El conjunto ocupará una superficie de 7.300 metros cuadrados, e incluirá seis patios interiores dotados de vegetación, con el objetivo de aportar luz y ventilación a la planta semisótano y naturalizar el espacio. Así mismo, la urbanización del piso superior descubierto, al nivel de la avenida de Portugal, incorporará una ‘zona verde’ con espacios de uso público, que dará continuidad a la existente al otro lado de la calle y separará el parking de los edificios residenciales colindantes. En cuanto a los accesos, a la planta cubierta se entrará por la propia avenida de Portugal, y a la semisótano, por Sanz Crespo.
Desde el Principado insistían este martes en que la actuación «se enmarca entre las medidas para transformar la movilidad en los entornos metropolitanos recogidas en la Estrategia de Movilidad Sostenible, que busca coordinar la planificación urbanística con la oferta de transporte público, reducir los desplazamientos en vehículo privado y fomentar el uso de los medios públicos». Sin embargo, ese argumento ha vuelto a despertar el recelo entre los habitantes de la zona… Como también lo ha hecho el propio proyecto, muy contestado en el momento de su presentación. «No tiene ningún sentido en la actualidad, porque en estos momentos no posee ninguno de los servicios alternativos de movilidad que le dé el carácter de disuasorio: ni una línea de autobús cercana, ni el intercambiador que se anuló, ni nada», concreta Manuel Cañete, presidente de la Asociación Vecinal ‘Evaristo San Miguel’ del Polígono. Por si fuera poco, las características que regirán la utilización del parking cuando esté acabado tampoco quedan claras. «Sus usos no están definidos; Gijón todavía está pendiente de que se saque una nueva Ordenanza de Movilidad, pero lo que está claro es que el aparcamiento debe cumplir el compromiso de gratuidad con los vecinos, tal y como se nos trasladó hace ya un tiempo», recalca.
Porque, como bien saben quienes tienen memoria, la cuestión de este equipamiento viene de lejos. Siendo concejal Aurelio Martín, con Ana González ostentado la alcaldía, el de los aparcamiento disuasorios fue un tema puesto sobre la mesa reiteradamente, aunque siempre con la mirada puesta en emplazarlos a las afueras de la ciudad. «La sorpresa fue mayúscula cuando apareció este proyecto, junto con lo del intercambiador del Humedal; no acabábamos de entender cómo se encuadraba un aparcamiento disuasorio en un espacio urbano habiendo a pocos metros aparcamientos de sobra en zona blanca y zona ORA a tasa reducida», rememora Cañete. Desde el tejido asociativo vecinal se dio una dura batalla contra la idea, con la que se logró el compromiso municipal de facilitar la gratuidad para los habitantes de la zona. Sin embargo, por el momento la única certeza es que el Gobierno autonómico sigue adelante con la construcción, sin que todo lo demás haya sido acotado. «Más allá de ese empecinamiento por levantarlo, está todo por hacer; y tendría más sentido en la futura estación intermodal, haciéndole una planta más«, ahonda Cañete.
Así las cosas, ahora la única posibilidad es mantener la calma, alimentar la paciencia y, como suele decirse coloquialmente, barajar las cartas. Por delante hay más de medio año de trabajo hasta que la UTE complete las obras, tiempo en el que, esperan los vecinos, las Administraciones resolverán esas dudas, y mirando por el interés general, además. Todo ello, a mayores, sin olvidar que la intermodal aún no es más que una buena intención, y que la situación del ‘plan de vías’ no ha sido resuelta. «Es un poco galimatías, como empezar la casa por el tejado«, opina Cañete. Resignado, concluye reflexionando sobre que «no queda sino ponerse manos a la obra. Después, veremos cómo se encaja ese aparcamiento en un puzle, el ferroviario, que está sin solucionar».