Ana González, alcaldesa de Gijón, rechazó que la aprobación de la Ley Trans en el Consejo de Gobierno suponga una guerra abierta en el seno del feminismo español. A su juicio «las feministas somos pocas violentas». Según ella, el feminismo se ha hecho sin ningún tipo de violencia y esta sólo sirve para identificar los que es feminista de lo que no es: cuando hay amenazas, cuando hay golpes, las feministas no están. Así, defendió un feminismo «incruento» durante la inauguración de la 18ª edición de la Escuela Feminista Rosario Acuña junto a la catedrática de filosofía Amelia Valcarcel.
Este año, el seminario se centra en la posibilidad de que exista una civilización feminista que implique una nueva era en la que se haya instalado definitivamente la igualdad entre hombres y mujeres. El feminismo es una revolución incruenta, un parlamento continuo y se basa en la discusión y el uso de la palabra para convencer. El feminismo es el hijo no querido de la ilustración.
En relación a la beligerancia que el movimiento LGTBI ha mantenido ha favor de esta ley que inicia su trámite parlamentario desde su aprobación en en el Gobierno la semana pasada, y las posiciones manifiestamente contrarias del movimiento feminista tradicional, la alcaldesa no quiso tomar partido: «hay gente que piensa de manera diferente y como estamos hablando de que el feminismo propugna el debate continuado para determinar lo que hay de racional y lo que no hay, sólo puedo decir que estamos en ese debate y que tendremos que ver hasta dónde nos lleva».