Con el curso académico ya avanzado, y sin que el centro sea reparado, los padres y tutores del alumnado claman por un acuerdo entre Ayuntamiento y Principado para rehabilitar los daños causados por el hundimiento
Octubre ha llegado a su ecuador. Los cursos lectivos, iniciados el mes pasado, ya están totalmente consolidados, y sus estudiantes, a pleno rendimiento, miran a los inminentes exámenes. Una realidad cotidiana año tras año, aunque ensombrecida en el caso de los progenitores y tutores del alumnado del Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) ‘Rey Pelayo’. Desesperados ante la falta de acuerdo entre el Ayuntamiento de Gijón y el Principado para rehabilitar el centro, hundido el día 12 de enero, los integrantes de la Asociación de Madres y Padres (AMPA) han cerrado filas para exigir por escrito a ambas Administraciones que «se acorten los plazos», y que se pongan a trabajar «codo con codo» sin importar «a quién corresponda cada parte del proceso, ya que ambas son responsables». Es, a su juicio, «la única forma» de sacar adelante un proyecto conjunto.
La indignación y la desilusión son perfectamente patentes, y el texto elaborado da buena cuenta de ello. «Avanzan los meses y nadie nos ofrece ninguna solución a los múltiples problemas que esta situación nos está causando», aseguran sus autores, que ruegan a los dos equipos de gobierno que «sean conscientes, por una vez, de la durísima situación que los niños y niñas están pasando». Sus sensaciones se han visto acrecentadas recientemente por la negativa de la consejera de Educación, Lydia Espina, a acotar un margen temporal para la resolución de la cuestión, en lo que calificó como un ejercicio de prudencia. «Lo que es atrevido e irresponsable es tener a toda una comunidad educativa sin respuesta ni certezas. Sabemos que el proceso va a ser largo, pero los procesos tienen plazos», plantean desde la AMPA.
A todo lo anterior se suma una derivada más de lo que los afectados entienden como inacción por parte de las Administraciones en cuestión. «En enero se hundió el colegio, y en abril salió la concesión provisional de los fondos europeos. En septiembre, al comenzar el curso, y con proceso electoral por el medio, ninguna de las dos supo decirnos en qué estado estaba la subvención europea», reseñan. Ante semejante tesitura, y sin visos de una rehabilitación inmediata del colegio, «fuimos las familias de la AMPA las que comunicamos a ambas administraciones, después de bucear en arduas plataformas administrativas desconocidas para nosotras, que la subvención estaba definitiva desde el mes de junio. Entonces nos aseguraron que se ponían a trabajar. Sabemos que, por fin, el proceso está en marcha, porque así nos lo han confirmado desde la concejalía, pero también creemos que ese trabajo ya podía estar adelantado». Y concluyen sentenciando que «los meses que se perdieron también tienen responsables, y no somos las familias».