«Tal vez la buena gestión consista en dejar que un concejal de otra formación hunda el interés de los gijoneses en visitar la Isla o la aliseda pantanosa»
Iba a dejarla pasar, lo juro. Pero es que me lo ponen tan a huevo que es difícil no rematarla, como cuando en el patio del colegio un compañero regateaba a todo el equipo rival y se paraba en la línea para que tú empujaras el balón a la red. Y, claro, no puedo resistirlo.
Parece una broma, pero no lo es. Izquierda Unida ha sellado el pacto electoral con Más País y no se le ha ocurrido mejor lugar para presentarlo que el Jardín Botánico. Sí, ese que se agenció Aurelio Martín para su concejalía y del cual lleva pasando como si fuera un trasto viejo, un recuerdo incómodo como el regalo de un ex. Divertia era el mal, recuerden, y Medio Ambiente era el lugar lógico desde el que gestionar uno de los rincones más icónicos de la ciudad. A Foro, por cierto, se la han dejado botando también. El JBA era su estrella, su Sanctasanctórum, y esta misma semana denunciaban que las visitas han caído un 20%, los ingresos en taquilla un 30% y un 40% en la tienda. Además, como ya no es una empresa, no puede desgravarse el IVA – unos 200.000€ – y al final resulta que el JBA acaba palmando 400.000€ al año. A pesar de ser la concejalía verde, parece que los billetes no se le acaban de dar del todo bien al bueno de Aurelio.
Recuerdo que una de las críticas más feroces que se hacían hace cuatro años era que Foro había convertido el Botánico en un parque de atracciones donde el foco científico se había perdido. Hoy, ya en manos del concejal-emperador, el centro no tiene cubierto el puesto de conservador, una figura clave en cualquier jardín que se precie y que supone un clavo más en el ataúd de la gestión de uno de mis lugares vitamina.
El Botánico es, junto con la Semana de la Magia, el símbolo de lo que no debería pasar nunca tras un cambio de gobierno. Hay cosas que funcionan, sin importar el pin que lleve la alcaldesa de turno, y como tal deberían respetarse. Es lícito que cada partido intente imprimir su sello en los eventos y lugares de una ciudad. Para eso les votamos, caray. Pero el juego político de tapar bajo una sábana cutre y polvorienta los aciertos de otros es una salvajada más que aqueos y troyanos acostumbran a llevar a cabo. Dice el programa electoral del PSOE que «la creación de un artefacto como DIVERTIA, ha desvirtuado el Jardín Botánico y el Teatro Jovellanos». Tal vez la buena gestión consista en dejar que un concejal de otra formación hunda el interés de los gijoneses en visitar la Isla o la aliseda pantanosa. O, quién sabe, está bien tener miles de metros cuadrados sin un solo lugar dónde poder tomarse un café.
Pero todo esto no importa en la sede de IU, parece. Es un pulmón verde y el rollo ecologista encaja en la marca de Más País, pero a los que nos hemos dejado en algún momento el alma en el jardín, que IU decida firmar su “Pacto del Botánico” es como si el PSOE presentara a Floro en los terrenos del ¿futuro? vial de Jove: una broma de mal gusto que no tiene ni puñetera gracia.