Además de más de 200.000 comidas al año, ofrecen alojamiento a quien lo necesita, tienen una residencia de ancianos para quien no tiene recursos e, incluso, un servicio dental gratuito

Vivimos en la era de las crisis económicas. No nos habíamos recuperado aún del todo de la devastadora del 2008 cuando el coronavirus aparece y nos deja otra de regalo. Las cosas se fueron más o menos parcheando, gracias a las ayudas económicas europeas y a las ganas de la gente por no quedarse en casa, pero el miedo a una recesión, escondida tras la siguiente esquina, con la inflación, los carburantes y la electricidad por las nubes, son amenazas que atenazan. Los ciudadanos se preocupan.
El año pasado, sin ir más lejos, el 26,3% de los asturianos estaban en riesgo de pobreza. O, lo que es lo mismo, uno de cada cuatro. Entre los menores el dato es más sangrante ya que el 30,6% están en situación de pobreza. En números redondos, 206.910 asturianos y asturianas son pobres.
Las ayudas económicas nacionales, regionales y municipales, ayudan, claro. A través de esas fórmulas, según la Red Asturiana de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión, se han conseguido sacar a 10.000 personas de esta situación tan dura. Pero no es suficiente. Ni de lejos. Por ello, la labor de organizaciones no gubernamentales es tan importante y necesaria. Sin ellos, literalmente, habría muchas familias que no podrían comer.
Cocina Económica
Una de ellas es la Cocina Económica. Su nombre real es Asociación Gijonesa De Caridad y, cosas del destino, tiene la misma edad que el Sporting: 117 años, aunque la propia cocina comenzó a funcionar quince años antes como comedor social en 1890.
Con el paso de los años han evolucionado. También ofrecen alojamiento a quien lo necesita, en especial a mujeres gestantes, familias sin recursos, personas sin hogar que se adhieren a algún programa de incorporación social u hombres toxicómanos que deseen recibir un tratamiento a sus adicciones. Este último punto está reservado al Centro de Primera Acogida San Vicente de Paúl. En el listado también entra una residencia de mayores para quien no puede permitirse una.
El último servicio que han introducido es el de asistencia sanitaria bucodental gratuita, la Clínica Dental Solidaria, enfocada a personas sin recursos o en riesgo de pobreza. Una iniciativa liderada por los doctores Soledad Espías Gómez- Arias y D. Salvador Alonso Pérez, cirujanos estomatólogos. Dice Luis Torres, presidente de la entidad, que “no sabes cuánta gente no puede comer ni un mendrugo de pan” por sus problemas dentales.

Allí, en la Cocina Económica, viven estos tiempos con cautela, con miedo. Las han visto de todos los colores y tienen ya buen ojo para saber cuándo las cosas se pueden poner feas. Al fin y al cabo, sólo tienen que contar a la gente que ayudan para saber si la situación está peor ahora que hace un año. Luis Torres tiene los números claros. En enero se servían 17.889 comidas (incluyendo desayunos, comidas y cenas). En el pasado mes de octubre, la cifra se incrementaba hasta los 20.979, una diferencia de más de tres mil servicios más al mes. El cómputo global del año, hasta el 31 del mes pasado, sumaban 189.808.
El problema se complica, además, por las previsiones. Tras dejar atrás la pandemia, Torres asegura que “el presupuesto de este año lo hicimos pensando que iban a bajar los servicios. Era lo que avisaba el estado”. “Hubo un momento a lo largo del año que parecía que iba a bajar la demanda, pero ahora está subiendo más”, añade.
Sin embargo, el problema no es únicamente el número de servicios, sino el coste que supone el incremento de la maldita inflación en los precios de los alimentos. “La energía la tenemos más controlada, no hemos tenido esas subidas tan fuertes porque tenemos una serie de contratos de consumo que se respetan, pero cuando se modifica la ley no podemos hacer nada. Ahora viene la calefacción y a ver cómo lo resolvemos”, comenta el presidente. Eso sí, no descarta tener que reducir el uso de la calefacción si la situación lo requiere, pese a que “aquí vienen personas mayores, o con otros problemas, y a ver cómo podemos mantener la calefacción en aquellas zonas de las instalaciones que sean necesarias”.
“El pueblo de Gijón es muy generoso”

“Lo que se dice en la calle es que todo está muy mal, pero no se hace nada”, denuncia Torres. Reconoce que reciben una buena cantidad de dinero del Ayuntamiento pero “se olvida que la suma de todas las comidas que damos es una fortuna”. ¿De dónde sale, pues, el dinero que requiere la Cocina Económica? “Del pueblo de Gijón, que es muy generoso”. Para muestra, un botón: en tiempo de manzanas, el frigorífico de 60 metros cúbicos se llena. “Todo eso lo tiene Gijón, es una ventaja. Ya tenemos previsto, incluso, el apoyo a la campaña de Navidad”.
En ella se vuelcan, aún más, en la Cocina Económica. “Intentamos darles una comida lo suficientemente razonable para que no se olviden qué fechas son y que son personas”. Ese es un aspecto en el que incide mucho Luis Torres, el psicológico. “Cuando la gente se siente cuidada, se siente ayudada, la mayoría se dan cuenta del esfuerzo que está haciendo Gijón por ellos”. Habla también la necesidad de medios que tiene la Cocina: “ver a la gente en invierno, lloviendo, esperando en la calle sin sitio donde atecharse… Hay que tener el corazón cuadrado”.