En Asturias, tres serían las nuevas sociedades anónimas deportivas: el Real Sporting de Gijón y el Real Oviedo, que militaban en la máxima categoría del fútbol español, y el Real Avilés Industrial
El mundo del fútbol desde la implantación del profesionalismo había vivido en una continua bola de nieve, los clubes se adeudaban cada vez más, muy especialmente a partir de los años setenta. En el deporte profesional no había comparación posible con el del balompié. Muchos de estos clubes, con enorme arraigo social, estaban abocadas a la desaparición debido al enorme capital adeudado que hacía inviable su saneamiento. En 1936 ya había existido un plan para convertir a los clubes de fútbol en sociedades anónimas al uso, buscando el rescate económico de las mismas.
La Guerra Civil española truncó el proyecto. Décadas más tarde, con la mayoría de los clubes españoles sumidos en una crisis económica sin precedentes, acumulando deudas que superaban los 16.000 millones de pesetas, el Gobierno español lanzó en 1985 un plan de saneamiento de los clubes de fútbol profesional. Básicamente, tal plan consistía en que el estado prestaría un dinero, algo más de 4.000 millones, por medio del Banco Exterior de España. Ese crédito sería devuelto por los clubes con unos intereses bajísimos, muy inferiores al estándar crediticio del momento.
Todos los equipos que conformaban la Primera y Segunda División española, excepto el Club Atlético Osasuna, firmaron el convenio y se acogieron a los créditos blandos auspiciados por el Estado. La esperada solución no fue tal y la lluvia de millones no hizo sino aumentar la deuda de los equipos, que lo malemplearon en una rueda de fichajes sin parangón, con la consiguiente burbuja del mercado futbolístico. Así, en 1989 la situación era crítica y la mayoría de los clubes profesionales corrían riesgo real de desaparición. En el año 1990, año en el que se crea la figura jurídica de Sociedad Anónima Deportiva, con el fin de sanear el panorama económico de los clubes, la deuda del fútbol español era de 24.000 millones de pesetas y en 1992, año de la conversión de los clubes en S.A.D., alcanzaba los 28.000.
El nuevo plan obligaba a los clubes de fútbol profesional a su reconversión, a cambio los socios pasarían a tener participaciones en la propiedad de los mismos y el Estado incluiría un plan de saneamiento para reducir la deuda de los mismos al mínimo. La nueva legislación daba incluso da la capacidad a los propietarios de las S.A.D. de cambiar al equipo de ciudad, algo que sucedió en el año 2007 con la compra del Ciudad de Murcia por parte de un empresario y su traslado a Granada, convirtiéndolo en el Club Granada 74 y afectaba también a las secciones de otros deportes que tenían los clubes de fútbol, al obligarles a llevar una contabilidad que permita diferenciar las operaciones referidas a cada una de ellas , lo que supuso la práctica desaparición de estas.
El plan de conversión en S.A.D. se realizaría en tres fases, una primera de suscripción limitada a 4 acciones por socio y las siguientes abiertas a personas físicas y jurídicas e instituciones. Las acciones de cada club equivaldrían al número de socios que tuvieran cada club. En Asturias, tres serían las nuevas sociedades anónimas deportivas: el Real Sporting de Gijón y el Real Oviedo, que militaban en la máxima categoría del fútbol español, y el Real Avilés Industrial, que militaba en Segunda División. La fecha límite para la conversión en S.A.D se determinó que sería el 30 de junio de 1992, aquellos equipos que no lograran cubrir el capital de cada S.A.D quedarían fuera del fútbol profesional y no podrían disputar ninguna de las dos principales categorías del fútbol nacional. Entre los equipos que debían convertirse en nuevas sociedades no se incluyeron al Real Madrid ni al F. C. Barcelona que, aunque tenían una notable deuda de 1.100 millones el club blanco y unos 3.000 millones el blaugrana, se consideró que desde un punto de vista financiero ninguno de los dos tenía problemas para hacer frente a sus deudas, por elevadas que parecieran. Los otros dos equipos que quedaron fuera de las S.A.D fueron el Athletic Club de Bilbao y el Club Atlético Osasuna, al tener saldos patrimoniales positivos.
En lo que refiere directamente al Sporting, la conversión del club a S.A.D traería parejo que la Liga de Fútbol Profesional se haría cargo de los 461 millones de pesetas de deuda pública de la institución, así como otros 268 millones de deuda privada. Los casi 1.000 millones que debía el Sporting se verían reducidos en 729 millones, un 75% de la deuda total. Pero para ello había que conseguir completar el capital social exigido: 588 millones de pesetas, unos 3.530.000 euros. Lo contrario significaba quedar fuera del fútbol profesional y con la deuda íntegra, es decir, la práctica desaparición del club. En la primera fase, limitada a cuatro acciones por persona, como era previsible, no se logró completar el capital social. Tampoco en la segunda fase, por lo que en la tercera se hizo un llamamiento a empresas y todo tipo de entidades. Tampoco se completó el capital total y el Ayuntamiento optó por comprar las acciones que faltaban para hacer efectiva la conversión a S.A.D. Un paquete accionarial que tenía un valor de 46 millones de pesetas. Siendo los principales accionistas Hizarco Publicidad, propiedad de Manuel Calvo Pumpido, con 60 millones de pesetas en acciones, el Ayuntamiento de Gijón con 46 millones, Alberto Menéndez S.A. con 12 millones, el actual máximo accionista José Fernández con 11’8 millones, el ex futbolista rojiblanco Enzo Ferrero con 11 millones y Mail Gijón S.A. con 10 millones de pesetas. Posteriormente, José Fernández se haría con el paquete accionarial del Ayuntamiento que dirigía el alcalde socialista Vicente Álvarez Areces.
El caso del Sporting no fue un caso único. El Valencia C.F., el R.C.D. Español, el Albacete Balompié, el Deportivo de La Coruña, el Racing de Santander, el C.D. Tenerife y la Real Sociedad completaron el capital social en las tres fases previstas sin demasiados problemas pero la gran mayoría tuvo que recurrir, en última instancia, a instituciones públicas (casos del Burgos C.F. con el ayuntamiento de su ciudad o del Las Palmas con su cabildo), a empresas privadas (casos del Real Zaragoza o del C.D. Castellón) o a personas físicas que en muchos casos fueron, a posteriori, más que problemáticos propietarios (como el Real Betis con Lopera, el C.D. Logroñés con Eguizábal o el Atlético de Madrid con Jesús Gil). Finalmente, sólo dos clubes no fueron capaces de completar la transformación obligada: el Sestao Sport Club, que se vio abocado a jugar en Segunda B y que desaparecería en el verano de 1996 y el C.D. Málaga que desapareció ese mismo año 1992 al no poder conseguir su objetivo y quedar fuera del fútbol profesional con una deuda que superaba los 2429 millones de pesetas.