Tanto el Consejo Regulador de la DOP ‘Sidra de Asturias’ como el Gobierno autonómico llaman a disfrutar, preservar y transmitir ese potencial autóctono, apostando por la pedagogía para garantizar su legado a las generaciones futuras
A estas alturas, en Asturias y, en menor medida, también en el resto de España pocos son quienes no están al corriente de que la cultura sidrera es ya, de pleno derecho, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En la tarde de este mismo miércoles, hora española, el Comité Intergubernamental para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) confirmaba el nombramiento de la candidatura autóctona, escribiendo un punto en el largo relato de un proceso de lucha y defensa de lo propio que se ha extendido a lo largo de casi diez años. Claro, que ese punto no es, ni mucho menos, un final. Todo lo más, un aparte. Porque, si bien el buen sabor dejado por ese éxito todavía resiste en los paladares asturianos, más y más personas se están haciendo una pregunta común… ¿Y, ahora, qué? ¿De qué manera afectará este reconocimiento? ¿Qué pasos habrá que dar ahora para continuar con la preservación de ese bagaje cultural único? Y, un aspecto tan delicado como fundamental… ¿Existe verdaderamente una voluntad para ello?
«Lo que conseguimos el miércoles fue un hito histórico; hay sidra en todo el mundo, por lo que debemos estar muy orgullosos, pero no es la meta», exponen desde el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) ‘Sidra de Asturias’. Desde su condición como uno de los agentes que ha luchado por sacar adelante esta candidatura, el organismo en cuestión detalla que, a su juicio, ahora «hay dos partes que tenemos la responsabilidad de salvaguardar ese legado cultural: por un lado, la Administración, que deberá realizar un plan estratégico para definir las áreas que queremos optimizar y mejorar dentro del sector de la sidra; por otro, también es una responsabilidad de los propios asturianos». Un punto, ese último, fácil de exponer, pero… ¿Cómo conseguirlo? Para el Consejo, una posible forma pasa por «proteger y guardar todo este patrimonio. Esto quiere decir seguir yendo a las romerías, a las fiestas relacionadas con la sidra, fomentar el escanciado, utilizar el vocabulario sidrero, visitar y proteger los llagares… Para cuidar el paisaje, si queremos pumaradas, tendremos que tomar sidra de DOP, que es la que garantiza que la manzana sea asturiana».
Como en la inmensa mayoría de los desafíos que implican al conjunto de la sociedad, la pedagogía jugará un papel esencial en esa cruzada, un detalle que los responsables de Consejo tampoco pasan por alto. «Tendremos que ir educando a nuestros hijos con la cultura sidrera, y eso significa que en Primaria y Secundaria haya una materia en la que les podamos trasladar todo este conocimiento». Eso, sin obviar la producción de sidra casera, al margen de los grandes sellos del sector, otro frente «importante» y que, opinan, «debería ir manteniéndose manteniendo en los hogares, tal como actualmente es». Y, un matiz crítico, no se pueden cerrar los ojos al carácter internacional del momento presente, del que el nombramiento de la UNESCO es prueba cercana y palpable. «Hemos de reivindicar una vez más que vivimos en un mundo global, y que la DOP es la única protección de la manzana y de la sidra asturiana. Sólo con ella lograremos el mantenimiento del paisaje y de la fijación de población en el entorno rural, con la consiguiente creación de empleo en esas áreas».
¿Y qué dice la Administración asturiana de todo lo anterior? Bien, hasta el momento, y desde que se tuvo conocimiento de la buena nueva, las manifestaciones por parte del Gobierno del Principado no han bajado al detalle, aunque este jueves la consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte del Principado de Asturias, Vanessa Gutiérrez, en el transcurso de la recogida en Paraguay del diploma acreditativo del nombramiento, sí hizo alguna mención discreta a lo que está por venir. Después de agradecer la decisión del Comité y el esfuerzo de todos los implicados en el impulso de la candidatura, y tras apuntar que el éxito «lo es de todos los asturianos», Gutiérrez insistió en que la impronta dejada lo será también «para las generaciones a las que ahora vamos a transmitirles este gran patrimonio que tenemos entre las manos, que abarca tantísimas cosas, de todas las manifestaciones culturales que hay alrededor: la gastronomía, el propio sector, la llingua en la que se expresa…». En suma, un total de piezas que conforman un vasto puzle que, «ahora, tenemos que vivir y, sobre todo, tener la responsabilidad de salvaguardar y transmitir».