El jurado destacó su «decisiva aportación a las letras en lengua española del último medio siglo», así como «su capacidad para conectar con diversas generaciones gracias a una obra marcada por el humor, la ironía y una visión profundamente humanista de la realidad»

En España hay pocos premios que susciten el cariño e interés que logra captar el Princesa de Asturias. Ya no solo por lo célebre de quien hasta ahora lo ha logrado, sino también por el prestigio de una gala que, año tras año, atrae miradas desde todos los puntos del mundo. En este contexto, la felicidad de este miércoles del escritor Eduardo Mendoza al ser elegido como el Premio Princesa de las Letras de este año no es de extrañar. El jurado destacaba su «decisiva aportación a las letras en lengua española del último medio siglo», así como «su capacidad para conectar con diversas generaciones gracias a una obra marcada por el humor, la ironía y una visión profundamente humanista de la realidad», como las grandes bazas por las que el celebrado literato recibía el Premio.
Poco después de conocer la noticia, Mendoza ha compartido unas primeras declaraciones en las que no escondía su gratitud y emoción: «Tiene un gran efecto de satisfacción, de pensar que justo a 50 años después de publicar la primera novela, todavía sigo estando, no me han mandado al cuarto de los trastos y esto es muy bonito». El autor de La verdad sobre el caso Savolta y Sin noticias de Gurb se refirió con ironía a su carrera como «una vida dedicada a hacer lo que más me gusta: escribir y hacer el vago», y consideró que el premio reconoce también una vocación mantenida en el tiempo: «No sé si he sido proveedor de felicidad para los demás, pero desde luego sí para mí mismo».
En su intervención, remitida a través de la Fundación Princesa de Asturias, Mendoza ha reflexionado sobre su aportación a la novela de humor, un género que considera poco habitual en el panorama literario español: «Tuve la desfachatez de lanzarme con novelas de humor en un momento en que apenas se cultivaban. Me arriesgué, y fue bien acogido. Creo que detrás de mí se han animado muchos, y ahora hay una literatura de humor digna. Lo importante es no bajar el listón y ser respetuoso con el lector». También ha querido abordar el impacto que ha tenido su obra en las generaciones más jóvenes: «Me sorprende que me lean los jóvenes. Una obra como Sin noticias de Gurb necesitaría hoy una edición crítica con notas al pie, porque muchas referencias ya han quedado atrás. Pero creo que ese ‘buen rollo’, esa falta de amargura o sarcasmo, sigue conectando».
Respecto a su proceso creativo, ha confesado que, pese a haber anunciado un parón en la escritura de novelas, «la posesión diabólica» de la ficción lo llevó a retomar el trabajo casi sin darse cuenta. Aunque actualmente trabaja en recopilaciones de artículos y ponencias, no descarta escribir «una novela de tiros» en cualquier momento. Mendoza también ha enmarcado el premio como un reconocimiento colectivo a toda una generación de escritores que introdujo nuevas formas de narrar en España durante la segunda mitad del siglo XX: «Creo que incorporamos el humor, la novela negra, el costumbrismo… fue un momento de ilusión literaria. Este premio también va para ellos».
Y es que, como ha reconocido, galardones como el Princesa de Asturias no solo suponen una alegría, sino también una llamada a la reflexión: «Primero todo es alegría, pero luego piensas: ‘¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Estoy a la altura?’ No me dejan jubilar tranquilamente. Como le pasó a Serrat, que dijo que se retiraba y acabó cantando otra vez». Con este premio, Mendoza se une a la nómina de autores reconocidos por la Fundación Princesa de Asturias. La ceremonia de entrega tendrá lugar en otoño en Oviedo, y estará presidida por los Reyes de España. El galardón está dotado con 50.000 euros, una escultura de Joan Miró, símbolo representativo del galardón, un diploma acreditativo, una insignia y la cantidad en metálico de cincuenta mil euros.