El Ayuntamiento anuncia la progresiva supresión de todos los tramos limitados a treinta kilómetros por hora, y su apuesta por carriles bici de uso exclusivo y completamente segregados
Tres años y medio. Ese el tiempo, semana arriba o abajo, que han pervivido en Gijón los ‘ciclocarriles’, la acción ejecutada en plena pandemia por el Gobierno de Ana González para limitar la velocidad del tráfico a treinta kilómetros por hora en hasta quince tramos de la ciudad, de modo que el tránsito de los vehículos a motor coexistiese con el de bicicletas y patinetes, con preferencia y sin peligro para esas dos últimas clases. Porque tras un periplo corto, cierto, pero marcado por la desconfianza de sus usuarios y las críticas de la entonces oposición, el actual Ejecutivo ha anunciado este miércoles su intención de poner en marcha la supresión, de forma progresiva, de todos los tramos existentes, y apostar por carriles bici perfectamente segregados de la calzada. No obstante, hasta que se complete la retirada de la señalización, la normativa que aún hoy rige su uso deberá ser cumplida.
Pelayo Barcia, edil del área de Movilidad, era el encargado de dar a conocer ayer esa idea, en respuesta a lo que no dudó en calificar como una «chapuza provisional» por parte del anterior Gobierno. A su juicio, si bien los ‘ciclocarriles’ no potencian la inseguridad en las calles, sí trasladan esa sensación, aparte de no ser «el modelo para fomentar la bicicleta». Dicha solución pasaría por carriles bici con todas las de la, ley, dotados «de sus separadores y todo», que verdaderamente discurran con independencia de la calzada. Con todo, esa opción no siempre será factible, ni mucho menos sencilla. Tal es el caso, sin ir más lejos, de la avenida Pablo Iglesias; su proyecto de reforma no incluía un carril bici, pero sí un carril bus en el lado derecho, por el que solo pueden ir autobuses y taxis. Colectivos ciclistas han reclamado replicar en ella el modelo de la avenida Schultz, donde cohabitan ambas clases de carriles, pero esa opción, un «caso excepcional» para Barcia, se antoja complicada, al no estar contemplada en el proyecto de reforma. Las posibilidades deberán evaluarse «una vez se ponga en marcha».
La comparecencia de Barcia también sirvió para presentar el balance preliminar del sistema ‘Gijón Bici’, de bicicletas eléctricas compartidas, y para desvelar un nuevo mapa de carriles bici, junto con los 47 nuevos puntos de anclaje del servicio municipal. En lo concerniente al primero, por el momento, desde que se activase el pasado verano su uso se ha ido estabilizando, y este mes de octubre contabilizó hasta 6.500 beneficiarios, con la aplicación bajada, y mil abonos al servicio. Así mismo, se hicieron un total de 56.322 viajes, siendo octubre, pues, el que mes de más uso. El recorrido global realizado alcanzó 173.000 kilómetros, evitando así la emisión de once toneladas de CO2 a la atmósfera. En cuanto a los perfiles de los usuarios, la edad media de más uso fue entre los 20 y 30 años; la distancia media, de 3,21 kilómetros, y el tiempo de duración medio, de catorce minutos. Respecto a las estaciones de más uso, destaca la de la franja costera, así como la de la Fábrica del Gas, la plaza del Humedal y Cuatro Caminos. Aunque no será hasta el primer trimestre del año que viene cuando se podrá analizar con precisión su efecto, Barcia confesó ayer su confianza en que ‘Gijón Bici’ esté plenamente operativo en Semana Santa, una vez se subsanen los últimos problemas identificados.
¿Dónde podemos ver la «apuesta por carriles bici de uso exclusivo y completamente segregados» ?
(El periodista debería preguntar, juzgar, criticar en pro de la noticia; no solo ser megáfono)
¿Esa apuesta será en un futuro en otro universo?
La misma excusa con lo de los coles: Hay que hacerlo bien, mientras que se jodan los ciclistas y los niños.
En un futuro, todo será mejor, pero no con el concejal
(el futuro seguramente cuando Moriyón sacrifique al concejal por las chapuzas que está haciendo y la mala imagen que le da la alcaldesa, que es lo que le preocupa)