La incorporación de doce empresas y entidades más a la Asociación Club de Producto Sidraturismo Asturias consolida en la Laboral un proyecto que ha convertido la sidra en motor económico regional
Lejos quedan ya aquellos tiempos en que la sidra era considerada poco más que un objeto de placer rústico, una bebida tradicional y típica, sí, aunque con su consumo limitado a las fiestas de ‘prao’, a los pueblos y, tal vez, a algún que otro grupúsculo de visitantes foráneos. En pleno siglo XXI, el caldo más representativo del Principado se ha convertido en todo un foco de atracción turística por sí solo, un triunfo colectivo que, en gran medida, tiene en la Asociación Club Sidraturismo Asturias a uno de sus grandes artífices. Y más aún desde que esta misma mañana, en el Paraninfo de la Laboral de Gijón, sus responsables han acogido a diez nuevas entidades y empresas ligadas, de uno u otro modo, a la producción y explotación de la sidra.
Presidido por Graciela Blanco, viceconsejera autonómica de Turismo, el acto, ágil a la par que cargado de emoción, sirvió de cortejo de bienvenida a esa nueva hornada de colaboradores que, en el plano público, cuenta con el Ayuntamiento de Gijón como gran y única incorporación. Su concejal en funciones de Promoción Económica, Empleo, Turismo y Comercio Local, Santos Tejón, en uno de sus últimos eventos antes de ceder el testigo a la nueva corporación municipal mañana, recogió la placa acreditativa y el obsequio en nombre del Consistorio. Y tras él subieron al escenario Miguel Rodríguez, en representación del llagar Viuda de Angelón de Nava; Pedro Nieda, propietario del vivero de Villaviciosa que lleva su nombre, y Silvia Suárez, uno de los rostros de la empresa Los Caserinos, también sita en Villaviciosa.
Hubo quienes tuvieron que recoger no una, sino dos placas, al asistir como emisarios de otros tantos nuevos miembros; fue el caso de Ana Méndez, que abandonó la Laboral con las enseñas correspondientes a las sidrerías-parrillas Muñó, con sedes en Poniente y en El Coto. Fuera del ámbito de la producción o servicio de sidra, aunque igualmente ligado al mundo de dicho caldo, el alojamiento Casa Amaido de San Tirso de Abres, también obtuvo su reconocimiento, que recogió Yolanda Alzu, dueña del mismo; y lo mismo hizo César Menéndez, uno de los propietarios del alojamiento Apartantiguo San Isidoro, en Oviedo. Por el contrario, no pudieron asistir Saúl Moro, dueño de la sidrería Prida de Nava, ni Elena Borchers, fundadora y gerente de la guía de turismo Tourasturias, con sede en Oviedo. Aun así, sus placas respectivas les serán debidamente remitidas. El cierre fue una sentida mención a la Asociación de Escanciadores de Sidra de Asturias (AESA), primera entidad colaboradora con el club.
«Cuando un proyecto avanza, el proyecto crece», sintetizó Graciela Blanco el sentir general, ejemplificado en el hecho de que «hemos sido capaces de armas una red de colaboración entre lo agrario y el turismo en torno a la sidra». Resultado de ello, recordó, han sido acciones como ‘Mayando con Sidraturismo’ o ‘Primavera Sidrera’, de las que «todas ellas colgaron el cartel de completo». Por ello, la viceconsejera no dudó en confesar que «auguro un largo recorrido» a esta iniciativa, que ya cuenta en su haber con sesenta empresas y organizaciones. «Hemos de seguir materializando ideas y acciones para incluir la sidra como activo económico, y hacer del turismo un impulsor sostenible de nuestra economía».
Junto a Blanco también estuvo Ana Soberón, vicepresidenta del Clúster de Turismo Rural Asturias; en su intervención, primera del acto, celebró sinceramente que esta nueva suma de miembros, la tercera fase del proceso de incorporaciones, sea la confirmación del error de «aquellos que decían, cuando propusimos crear esta red, ‘Ya está aquí la loca de Sidraturismo'». Eso sí, animó a todos los recién integrados a que «esto no sea sólo tener una placa, sino proponer actividades, lograr un retorno y que, en la cuenta de resultados, veamos un dinero a final de año». Una idea que, por su parte, amplió Víctor Ramos, presidente del Consejo Regulador de la DOP Sidra de Asturias, quien instó a «aunar todas las fuerzas, y apostar por Asturias». A ese respecto, y haciendo un guiño al sector productivo del campo autóctono, recordó que «la sidra de Asturias necesita manzana asturianas», por lo que concluyó llamando a «un ensamblaje entre los ‘llagares’, los alojamientos y la hostelería» para trabajar por un fin común.
Por supuesto, en un acto de las características del de esta mañana no podía faltar Caja Rural de Asturias, una pieza clave de dicho engranaje. Su responsable de Medio Rural, Javier Nievas, hizo un llamamiento a «vender un medio rural diversificado, que es beneficioso para todos, y cuyos beneficios deben quedarse aquí». Y, de cara a rebasar esa meta, enfatizó el papel de la sidra como «una bebida con identidad propia» y, por ello, un recurso de un valor incalculable en un momento en que «el usuario del turismo rural busca elementos diferenciadores de cada lugar. En la sidra tenemos uno de los nuestros».