CRIS PUERTAS: ACTRIZ, PROFESORA DE ARTE DRAMÁTICO Y DIRECTORA DE LA COMPAÑÍA ‘TEATRO A LAS PUERTAS’
«A los de Gijón, al tener tanta oferta teatral en casa, les cuesta más desplazarse a otros municipios»
«Mi talento oculto es ser muy buena eligiendo al ganador del programa ‘Forjado a fuego'»
«Si no hubiera habido actrices haciendo cosas molonas, jamás me hubiera dedicado esto»
-¿A qué hora te levantas? Por el flujo de trabajo, no tengo horarios fijos, pero intento mantener unas 7-8 horas de sueño. No tengo rutina alguna.
-¿Cuántos años tienes? 36.
-¿Dónde naciste y te criaste? En la zona del Carbayedo de Avilés.
-¿Tu colegio? San Fernando.
-¿Formación? Estudié Arte dramático en la ESAD y luego hice un máster en educación.
-¿Qué desayunas? Café solo, largo, mucho.
-¿Practicas algún deporte? Procuro evitarlo, pero sé que me va a tocar en breves (risas).
-¿Y de pequeña? En el San Fernando jugué al baloncesto. Pegué pronto el estirón y era muy alta, pero muy vaga. Mi estatura asustaba pero no cogía un rebote. Realmente no era muy competitiva y lo que quería era socializar.
-¿Aficiones? Además del cine y de las series, me gusta tocar la batería, aunque la toco mal.
-¿Y al aire libre? ¿Senderismo? Disfruto de los paisajes ahora que tengo perro, aunque yo siempre fui más de esperar en el bar.
-Háblame de tu perro. Se llama Curtis y es un Staffordshire bull terrier.
-¿Y ese nombre? Si le preguntas a mi chico, que es músico, te dirá que se llama así por Curtis Mayfield, y si me preguntas a mí, te diré que es por el actor Tony Curtis. Tampoco hay que olvidar a la gran Jamie Lee Curtis.
-¿Es Asturias un referente en el teatro? Sí, el nivel que hay es muy alto y no somos muy conscientes. Siempre tenemos la sensación de que lo de fuera es mejor. Pero aquí tienes producciones muy potentes. Soy muy admiradora de referentes como Ana Morán, Alberto Rodríguez, Teatro Margen, Higiénico Papel y muchos otros (me fastidia dar nombres y dejarme otros en el tintero). Siempre he sido fan del teatro asturiano y guardo con cariño los programas de obras del Palacio Valdés o del Teatro Jovellanos.
-¿Qué ha significado Gijón para ti? Viví 6 años en la ciudad, por La Arena y por la zona de los Alsas. Siempre me ha encantado. Adoro Cimavilla. Solía ir mucho a la Ruta de los vinos (en su día vivía literalmente en La Mina) y al Savoy a ver conciertos.
–¿Y Gijón en el panorama teatral del Principado? Es el centro neurálgico por la cantidad de espacios que hay. Tengo la sensación de que la gente que venimos de fuera, de Avilés por ejemplo, tendemos a movernos más por toda Asturias. A los de Gijón, sin embargo, al tener tanta oferta en casa, les cuesta más desplazarse a otros municipios.
-¿Alguna ciudad que te haya impresionado como impulsora del teatro? Londres, aunque no es justo hacer comparativas. La sociedad inglesa trata el teatro como algo académicamente positivo. Hay un sentido de erudición, de valor cultural inmenso, que se trabaja en universidades muy importantes, como Cambridge.
-¿Un prestigio social que no hay en España? Aquí los actores no tienen tanto reconocimiento como los escritores y otros creadores. Muchas personas desconocen la formación, las técnicas de trabajo, las horas infinitas de perfeccionamiento que llevamos encima… Parece que algunos se quedan con lo de «si no madruga, es vaga».
-¿Qué es lo mejor de ser actriz? Lo mejor es que vives más vidas que la tuya. No solo te quedas con tus experiencias personales, de hecho, incluso tus vivencias están al servicio de tu trabajo. Adquieres un gran nivel de empatía, puedes revivir cosas, vivir de otra manera, construyes personalidades y momentos.
-¿Y lo peor? La precariedad y que tienes que hacer labores que no son interpretación: burocracia, producción… Son cosas que me estresan mucho.
-¿La gran oferta de entretenimiento que hay ahora, como Netflix, quita protagonismo al teatro? No lo sé, sinceramente. Lo que sí creo es que va a haber modificaciones de comportamiento en las personas. La gente paga la entrada de cine para que les obliguen a no mirar el teléfono. Quieren evadirse de los WhatsApp y notificaciones que les bombardean constantemente.
-El brillo de los móviles ya es una constante en el patio de butacas. Siempre me ha horrorizado. Es como lo de estar grabando un concierto, me parece absurdo. Estás grabando algo que se va a escuchar peor que el directo y que posiblemente no vuelvas a ver nunca, solo lo grabas para subirlo a redes. El brillo de los móviles, como actor, te despista. Además, el teatro tiene algo de efímero y ahí esta su poesía y su magia: es algo que ocurre entre el público y tú. También creo que las fotos que se toman durante la obra, en escenas de violencia por ejemplo, corren el riesgo de ser utilizadas fuera de contexto.
-¿La corrección política es una lacra para el arte? A veces. Pero las dificultades hacen que salgan buenas obras. Hoy en día se sigue hablando de los grandes temas, de otra forma, pero se sigue hablando.
-¿Debe haber cuotas de representación por género, raza, sexualidad u otras características? El mundo no está exclusivamente poblado por hombres blancos heterosexuales. Creo en la importancia de los referentes. Quiero escuchar historias de gente de diferente origen y contexto. Si no hubiera habido actrices haciendo cosas molonas, jamás me hubiera dedicado esto.
-Si no te hubieras dedicado al arte dramático, ¿que otra profesión te hubiera gustado ejercer? Siendo la profesión tan inestable, muchos me dijeron que mirara otras cosas. Me hubiera gustado tener un videoclub, aunque tampoco habría sido muy estable la verdad… (risas). También me gustaba mucho psicología, que es algo que tiene mucha relación con nuestra profesión. El conocimiento del psicoanálisis, de la psique humana, es parte de la interpretación.
-¿Pedir perdón o pedir permiso? Pedir permiso, aunque espero madurar algún día. No soy muy agresiva en el proceder y me cuesta mucho pedir cosas a la gente.
-Película reciente que te haya gustado. Una joven prometedora (Emerald Fennell, 2020). Me parece muy interesante la apuesta que hace por el salto entre distintos tonos, va de un género a otro.
-¿Qué destacas de la última edición de los Oscar? Creía que iba a ser un año muy malo y no esperaba mucho. Ha habido algunas perlas, como Otra ronda (Thomas Vinterberg, 2020). Aprovecho para decir en esta entrevista que todos somos Yuh-Jung Youn (mejor actriz de reparto): ¿quién se puede comportar con normalidad cuando tienes a Brad Pitt tan cerca? Creo además que el hecho de que haya sido presencial parece como una señal de que estamos en el principio del fin de la situación que estamos viviendo, un cambio de etapa que parece que siempre marcan las cosas grandonas.
-Recomiéndame un libro. Atrapa el pez dorado: Meditación, conciencia y creatividad, de David Lynch. Es maravilloso. Con Lynch lo he pasado pipa en pandemia, viendo sus vídeos de YouTube ‘retransmitiendo’ el tiempo.
-Una canción que tengas en la cabeza. Our love will change the world, la versión de Alice Cooper del tema de Outrageous Cherry. También Push Over, de Etta James.
-El teatro en Asturias es… prometedor.
-Has montado tu compañia, ‘Teatro a las Puertas’, en plena pandemia. ¿Cómo ha sido el recibimiento del sector? Hay mucha camaradería, me están ayudando mucho para empezar con buen pie.
-¿Cuándo veremos tu obra ‘Aullido’ en Gijón? Me gustaría ir para el semestre que viene.
-¿Qué opinas del festival de teatro para niños FETEN? Pues voy a participar este año, con la obra ‘De Sastres’ (Higiénico Papel), junto a Carlos Dávila, y sustituyendo a Laura Iglesia. Es una feria muy importante que no me perdía cuando estaba haciendo la carrera. Es fundamental para generar el público de futuro. Tiene obras maravillosas.
–¿Se ha criminalizado al mundo de la cultura en pandemia? Creo que no, la idea de que la cultura es segura ha calado desde el minuto 0, y no hubo ningún brote en espectáculos.
-Si pudieras, ¿a dónde viajarías mañana? Al sofá, estoy agotada.
-¿Qué te llevarías «al sofá»? ¿El mando? No tengo la tele sintonizada, me resta productividad. Es algo pasivo y veo las cosas cuando de verdad quiero verlas.
-¿Cómo decides qué ver en pareja? Él es muy indulgente, por lo que tengo que decidir yo y claro, me cargo de responsabilidad. Soy ecléctica y me gustan muchos tipos de series y películas. Al final siempre que elijo yo vemos algo desastroso y hay que cambiar…
-¿Personaje histórico inspirador? Josefina, la de Napoleón.
-¿Y de ficción? De pequeña era muy de Escarlata O’Hara de Lo que el viento se llevó, pero con la madurez cambié y prefiero el personaje de Melania: trabajar la bondad es cada vez más aplaudible.
-¿Sidra, cerveza o vino? ¿Por qué elegir entre dioses?
-¿Restaurante italiano, mexicano o chino? Mexicano.
-Actor o actriz española que te encante. Vicky Peña.
-¿Y de Hollywood? Cate Blanchett.
-¿Un gran consejo de tus padres? Cuando veía las pelis de James Bond con mi padre, las antiguas, me preguntaba por qué los rusos eran siempre los malos (plena Guerra Fría). Él me explicó que los que hacían las películas «estaban enfadados» con Rusia. Tenía unos 8 o 9 años, pero aprendí que no solo es importante qué se dice, sino quién lo dice y su contexto: no hay verdades absolutas.
-¿Qué te saca de quicio de la gente? Lo que más me molesta son las cosas que yo también hago mal. Critico comportamientos que si lo analizo, también me definen.
-Un talento oculto. Soy muy buena eligiendo al ganador del programa ‘Forjado a fuego’. En casa apostamos y nos jugamos quién saca el perro de noche, y todavía no lo he sacado.
-Algún famoso actual que te gustase conocer: Ian McKellen, pero siendo honestos, no soy buena mitómana. Tuve la oportunidad de conocer a Iggy Pop después de un concierto pero pensé, ¿para qué voy a molestarle? Así soy.
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