Durante muchos años y en distintos medios de comunicación se ha repetido hasta la saciedad que la grave lesión sufrida por Quini en un partido en 1972 contra Irlanda del Norte había sido obra del polémico y genial George Best, alimentando la leyenda negra del jugador británico
Evidentemente, las lesiones suponen el trago más amargo en la vida de un deportista y en el Sporting, como en cualquier club, las hubo de todo tipo, tamaño y color. Algunas fueron casi surrealistas, como la padecida por el brasileño Douglas Pereira, un jugador que llegó a Gijón cedido por el F.C. Barcelona. Fue baja durante un par de semanas, por una mala postura cuando se quedó dormido en el autobús viniendo de Vigo, tras jugar un partido de liga contra el Celta. No es el único caso, Alberto Lora vivió una situación semejante, sufrió una contractura tras una larga charla del entrenador vizcaíno Javier Clemente. José Morado, un centrocampista gallego que perteneció al Sporting durante el inicio de la temporada 1963-64, se lesionó al resbalar en las duchas tras la disputa de un partido.
Otros futbolistas del Sporting vieron su carrera truncada por lesiones mucho más graves. Fernando Villaverde, el gran ídolo de los primeros años del Sporting, no sólo se vio apartado por una lesión de la selección española que ganó la medalla de plata en Amberes, sino que le llevó a una anticipada retirada como futbolista. Se fracturó la tibia y el peroné tras sufrir una durísima entrada de Otero, defensa entonces del Vigo Sporting. Manolo Meana por su parte, el que fuera el primer internacional rojiblanco, se vio limitado por los muchos problemas físicos sufridos, pese a su fortaleza natural. Meana fue el primer jugador español operado de una lesión de menisco. José Manuel Díaz Novoa se vio obligado a dejar su carrera de futbolista a los veintisiete años por una grave lesión sufrida cuando militaba en el Real Avilés. En 1973, con veintinueve años, ya estaba entrenando al segundo equipo sportinguista.
Pero, probablemente, la lesión que más sacudió los cimientos morales del sportinguismo fue la que sufrió la principal figura totémica del club, el gran Enrique de Castro González “Quini”. Durante muchos años y en distintos medios de comunicación se ha repetido hasta la saciedad que la grave lesión sufrida por Quini en un partido en 1972 contra Irlanda del Norte había sido obra del polémico y genial George Best, alimentando la leyenda negra del jugador británico. No fue así y tal error partió de un afamado locutor radiofónico, haciéndose eco, después, otros muchos periodistas. La realidad es que Best ni siquiera estaba cerca de la jugada, sino en la otra punta del campo. Ocurrió en el partido contra Irlanda del Norte disputado en la localidad inglesa de Hull, en el estadio Boothferry Park (no era London Down Road, como también erróneamente se repite una y otra vez), antigua casa del Hull City A.F.C. hasta el año 2002 , un 16 de febrero del referido 1972. El encuentro tenía previsto disputarse en la ciudad de Belfast, pero la situación de violencia que se vivía en Irlanda de Norte, el tristemente famoso “Bloody Sunday” había sido apenas dos semanas antes, hizo que la federación norirlandesa optara por trasladar el mismo a la vecina Inglaterra.
Las amenazas del I.R.A., particularmente hacia el jugador George Best, marcado simpatizante de la causa unionista, hicieron que en la concentración se mantuviese en un clima de alta seguridad, cuatro policías escoltaban de forma permanente a Best y la selección estaba recluida en un auténtico búnker. Esa tensión se trasladó también al estadio. Hubo mayor control que nunca a la hora de acceder al campo y la policía inglesa multiplicó su sistema de seguridad por temor a un posible atentado. Y por supuesto, afectó a los jugadores. Entradas a destiempo y la “desaparición” de un Best desconcentrado y ausente durante la mayor parte del partido. España formó con Iríbar, Sol, Gallego, Costas, Tonono, Benito, Aguilar, Lora, Quino, Quini y Chechu Rojo. Posteriormente Migueli entraría en lugar de Lora y Manolete haría lo propio por el lesionado Quini.
El resultado final fue de empate a un gol, con tantos de Morgan y Rojo. Pero la noticia más importante del encuentro fue la gravísima lesión padecida por el delantero sportinguista, que al saltar para cabecear un centro de Chechu Rojo, recibió un tremendo codazo del defensa central “Big” Allan Hunter. El rudo defensa disputaba entonces su última temporada en el Blackburn Rovers, y que después de ese curso sería traspasado al Ipswich Town, club en el que se convertiría en una de sus leyendas, de sus figuras más destacadas. El tremendo codazo del norirlandés derribó al brujo asturiano, dejándolo en el suelo en un estado semi-incosciente. Un golpe que el propio Quini calificó como intencionado: “Sí, fue intencionado, claro que sí, quizás no tenía la idea de hacerme tanto daño, pero sí de golpearme en la cara y derribarme”.
Hunter, ante las cámaras de la BBC, dijo justamente lo contrario, que había saltado con los brazos abiertos y que había sido Quini, al intentar rematar, quien había “se había golpeado con su codo”. Las imágenes grabadas no dejan lugar a dudas: codazo intencionado dentro del área; por lo tanto, penalti y expulsión. Pero el árbitro, el inglés Taylor, no vio ni una cosa ni otra y dejó la terrible acción sin sancionar. Quini padeció la lesión más grave de su carrera deportiva, rotura del pómulo y del arco del ojo. Le querían ingresar en una clínica inglesa para ser intervenido, pero el propio jugador solicitó a la Federación Española de Fútbol que deseaba volver a España para estar cerca de los suyos. Así se hizo, fue intervenido, en una complicada operación de pómulo realizada a través de la boca, y se perdió casi tres meses de la temporada. Una baja importantísima para un Sporting que, pese a la prolongada ausencia de su figura, logró salvar la categoría, descendiendo a Segunda el Sevilla, el Córdoba y el Sabadell.