La víctima, de 56 años, estaba supervisando la carga con carbón de las bodegas del mercante holandés ‘Arklow Valour’ en 2020 cuando fue golpeado por la cuchada de la grúa, y arrojado a la montaña de mineral
Tres años después de que la tragedia se cerniese sobre el puerto de El Musel, la Justicia, al fin, se ha pronunciado sobre el accidente que en 2020 le costó la vida al estibador José Antonio Sesmilo González, de 56 años. En una sentencia dictada este miércoles, el Juzgado de lo Penal Número Uno de Gijón ha condenado a penas de dos años de cárcel a un capataz y a dos gruistas, que formaban ‘mano’ o equipo con el fallecido, y a un año al gerente de la empresa propietaria de la grúa que golpeó a la víctima, por su implicación en el suceso. Y si bien es poco probable que ninguno de los cuatro entre en prisión, al no existir antecedentes o responsabilidades civiles cuyo incumplimiento lo propicie, el resultado ha cubierto las expectativas tanto de la viuda y de los dos hijos de Sesmilo, como de Manuel Estrada Alonso, abogado de dichos allegados.
«Ha sido una satisfacción moral; sobre todo, para unos familiares que entendieron lo que había ocurrido como una completa injusticia», declaraba esta mañana a miGijón el propio letrado, que ahora sólo aguarda a que se materialice el resarcimiento económico. Según el texto de la sentencia, el 2 de febrero de 2020 Sesmilo se hallaba a bordo del mercante ‘Arklow Valour’, de pabellón holandés, que se encontraba atracado en el muelle Ingeniero Olano de El Musel para recibir en sus bodegas una carga de carbón. El fallecido estaba «correctamente situado» sobre la cubierta del buque, a pocos metros de la boca de la bodega, y continuaba en esa posición cuando sus compañeros de ‘mano’ iniciaron la labor de ‘trimado’, o aplanamiento de la carga para hacer hueco a la siguiente capa de carbón. Esa maniobra se realiza oscilando la cuchara de la grúa de un lado a otro; fue en una de tales oscilaciones cuando la cuchara golpeó accidentalmente a Sesmilo, que cayó sobre la pila de carbón. Murió pocos minutos después.
«Todo fue un despropósito»
A la vista de esos hechos, la Justicia ha determinado ahora que ni se elaboró un plan de prevención de riesgos específico, ni se dieron las pertinentes instrucciones en materia de seguridad, ni tampoco se supervisó correctamente la maniobra. Además, el operario de la grúa, que afirmó no haber visto a Sesmilo, no detuvo el movimiento de la máquina en el momento en que la víctima salió de su campo visual. Por si fuera poco la propia grúa, construida por la multinacional suiza Liebherr, «carecía de garantías de un funcionamiento seguro». Un cúmulo de circunstancias que, a juicio del abogado Estrada y de sus representados, convirtieron la labor de carga del barco en «un despropósito».
Por el momento, la aseguradora de los condenados ha consignado para su entrega a la familia de Sesmilo la suma de 594.335,54 euros. A ello habrá que sumar el pago de las costas del proceso, a repartir en partes iguales entre cada uno de los cuatro. Por su parte, tanto la viuda como los hijos del fallecido se han reservado el ejercicio de acciones civiles.