Alicia G. García y Reyes Martínez presentan este viernes la versión en lectura fácil de la obra ‘Buenos días’ de la primera, título que inaugura la colección ‘Comprendo lo que leo’ de la editorial El desván de la memoria; demandan su uso en textos literarios, administrativos y en prensa

«Es una forma de escribir, en cuanto al contenido, que simplifica las frases, simplifica las expresiones, y, a la vez es una forma diferente de maquetarlo». Es la manera sencilla y directa que utiliza para definir lo que es la lectura fácil Alicia G. García, acostumbrada desde hace 2 años a hacer más comprensibles los textos a terceros. Un concepto que nació en la década de los 60 en los países nórdicos, regulado por ley por la Unión Europea y adaptado a la normativa española, y que, junto con Reyes Martínez, trabaja ahora para extender por Asturias.
Ambas van a presentar esta tarde, a las 19 horas en el salón de actos de la Biblioteca Jovellanos, el que es el primer libro asturiano de narrativa actual adaptado a lectura fácil. Se trata de ‘Buenos días’, novela de debut de García, con la que ganó en 2009 el VII Concurso de Narrativa Femenina Princesa Galiana que convoca el Ayuntamiento de Toledo. «Los libros de lectura fácil son casi todos clásicos y queríamos introducir cosas actuales, que es la única manera de que avance la lectura fácil», expresa la autora, que añade que «hemos empezado con las nuestras por temas de derechos de autor y porque sabemos de qué van».
Tras convencer a Ramón Alcaraz, de la editorial El desván de la memoria, se pusieron manos a la obra. «En un principio pensábamos que era más fácil», se sincera. «Nos cuesta más porque al ser la tuya, que te gusta como estaba, porque por eso la hiciste, claro… Y aquí hay que meter tijera. Hay muchas cosas, muchas metáforas, muchas descripciones, que hay que simplificar mucho y te da como un poco de cosa. Pero es verdad que luego, entre las dos lo fuimos haciendo», relata.
«Los libros de lectura fácil son casi todos clásicos y queríamos introducir cosas actuales»
En este caso, lo importante es «mantener la historia». «La obra trata de una chica de 16 años que se practica un aborto casero. Cada capítulo lo cuenta un personaje del libro y cada uno da su versión. Entonces, al leer todas las versiones, tú ya te haces una idea de lo que pasó. Aparte, para la lectura fácil, a cada capítulo le hicimos un pequeño resumen, por si lo leía alguien con aún menos capacidad lectora; que sólo con los resúmenes fuera capaz de seguir la historia», explica su autora.
‘Buenos días’, que se podrá adquirir la próxima semana en la Feria del Libro de Xixón (FeLiX), es el primero, pero detrás ya vienen más títulos. «Esto es una colección, ya tenemos otro terminado y estamos trabajando en un tercero. Este año queremos sacar mínimo tres o cuatro», adelanta Martínez, autora de ‘El centinela’, novela juvenil que será la siguiente en salir del horno. ‘Historia de unos pasos’ de José María Diez, sobre el Camino de Santiago, se convertirá en la tercera. «Nos parecía muy bien que fueran cosas muy distintas, para abarcar más público», completa.
García, mientras, explica que «es muy interesante ‘El centinela’ porque habla sobre el tema del acoso. Reyes lleva años en coles y en institutos hablando sobre ese tema. Nos parece muy interesante porque da la posibilidad de, en el mismo aula, con chavales que tengan diferentes capacidades lectoras, leer el mismo libro. Para un chico o una chica que no llega a lo que llegan sus compañeros, aunque sea adaptado, va a leer la misma historia, va a tener los mismos personajes, va a ser el mismo inicio, el mismo final; todo va a ser igual. Nosotros consideramos que les va a suponer un gran orgullo, una satisfacción personal, el poder trabajar el mismo texto al nivel de sus propios compañeros».
Reglas estrictas
Fue la autora de ‘Buenos días’ la primera de las dos en tener contacto con la lectura fácil. «Tomando un café y hablando de otras cosas con Covi Sánchez, la presidenta de la Asociación de Escritores Noveles, ella nombró la lectura fácil y yo, reconozco mi desconocimiento, le dije ‘pero, ¿qué eso?’. Me dijo que era un tema muy interesante y yo me fui para casa y me puse a ver qué era. Me gustó, vi que en la UNED había un curso de nueve meses de formación como experto en lectura fácil y lo hice. Estuve un año formándome, haciendo prácticas y hablé con un profesor de los que me dio clases sobre la posibilidad de transformar la novela. Me dijo que era muy buena idea, que había muy pocos títulos, y entonces ahí se hizo una bola».
«A mí me llama Alicia y me dice: tengo un proyecto; yo creo que tú eres la persona adecuada para que me ayude en este proyecto. Y yo empecé a pensar, ¿por qué soy una persona adecuada? Porque sabe que no le voy a decir que no», bromea Martínez. «Entonces, me metí de lleno, hice el curso que me mandó a hacer, me mandó toda la normativa, me la estudié, y nos pusimos a transformar», completa. Porque la lectura fácil «tiene una serie de reglas que vienen recogidas en una norma de la Unión Europea que se hizo en el 2018, y es muy estricta», apunta García.
«Por ejemplo, las frases no pueden tener más de 8 o 10 palabras, cada concepto va en una frase…», explica a continuación, porque «lo que hace simplemente es facilitar la lectura». También es importante la maquetación: «La letra es más grande, hay más espacios entre las líneas, se maqueta hacia la izquierda para que la visión de la página no sea difícil de asumir como un mogollón de palabras… Tiene una serie de características que hace que gente que no tenga una gran capacidad lectora, que no conozca muy bien el idioma o que por capacidad cognitiva tenga más problemas para comprender lo que lee, pueda seguir la historia perfectamente y disfrutar con la lectura, que es la idea de esto”. Además, «se puede apoyar con imágenes, con pictogramas. Todo lo que pueda facilitar la comprensión», añade Martínez.
«No es normal que haya unas elecciones y el programa electoral no esté en lectura fácil o que subvenciones, tampoco»
«Un 30 % de la población podría beneficiarse de la lectura fácil, que es lo que se calcula desde Plena Inclusión», entidad que representa al movimiento asociativo de la discapacidad intelectual en Asturias, destaca García, un porcentaje que incluiría «alfabetos funcionales, que es gente que sabe leer, que las grafías las identifica, pero que no entiende lo que quiere decir; inmigrantes que no tienen un conocimiento del idioma o lo tienen muy bajo; gente mayor que ha perdido un poco el hábito; y, luego, gente con una discapacidad cognitiva». Por eso considera que debería implantarse también en textos administrativos y en prensa: «No es normal que haya unas elecciones y el programa electoral no esté en lectura fácil o que subvenciones no estén en lectura fácil».
«La norma en la Unión Europea está desde el 2018, en la legislación española se adaptó en el 22, o sea, se nombra en la legislación, pero no está implementada salvo en contados casos». En Asturias, por ejemplo, existe una guía de museos en Gijón que se hizo en lectura fácil hace unos años “que es una pasada», pero poco más. «Hemos tenido varias reuniones con el Ayuntamiento, varias reuniones con la consejería, porque queremos que den un paso más. La Administración, parte de sus contenidos, tienen que estar en lectura fácil», reclaman.
Sección en los medios
Fue en Suecia, en los años 60, cuando empezó este movimiento que reivindicaba «el acceso de todo el mundo, a la cultura y a la información». Allí, por ejemplo, existe a día de hoy un periódico de lectura fácil, con maquetación adaptada, de nombre ‘8 Sidor’. «A lo mejor no es necesario un periódico concreto, pero que cada periódico tenga una sección de lectura fácil es fundamental», apuntan; esto es, un espacio en el que salgan las noticias simplificadas.
Con este esfuerzo García y Martínez pretenden «dar a conocer la lectura fácil a la gente que no sabe que existe, para que haya un movimiento social que le diga a la Administración que si está en la ley, se haga. Nadie se cuestiona que haya un baño adaptado, o que haya una rampa, o que haya accesibilidad sonora, que haya los semáforos para la gente invidente. Y si está la lectura fácil, ¿por qué no se hace? No es un coste… No estamos hablando de quitar las escaleras a la Biblioteca Jovellanos y hacer una rampa, que eso es un dineral, estamos hablando de algo mucho menos costoso y que favorezca a mucha más gente».
Y como conclusión, un ejemplo: «Me ha pasado que una chica compró mi última novela para la mamá y me dijo: ¿Sabes que ya le empieza a costar? Cuando hay muchos personajes… Y yo pensaba: esta señora, ¿por qué tiene que dejar de leer? Tendrá que leer algo que ella pueda, que sea un poquito más sencillo, para poder hacerlo».