Los alumnos de infantil han participado en la Semana Europea de Prevención de Residuos promovida por Cogersa para conocer la planta de compostaje del centro: «Ellos son el motor de concienciación en su casa»
En el colegio gijonés de La Inmaculada hay un contenedor muy especial, uno que transforma los desperdicios de sus alumnos en tierra. Cuando estos hacen desaparecer sus desechos orgánicos provenientes del comedor (mondas de fruta o servilletas, por ejemplo) a través de él, se encuentran con que, tras unos minutos de espera, comienza a salir abono del otro extremo del dispositivo. Lo que ocurría en su interior se mantenía como una incógnita hasta hace poco, pero los niños y niñas de las clases de infantil consiguieron desvelar el misterio. Después de su exhaustiva investigación, con microscopio y lupa en mano, estos «magos del compost» han podido conocer la labor de los pequeños seres encargados de trocear y romper sus residuos de manera que se conviertan en recurso: lombrices, hongos, miriápodos, bichos bola, larvas…
Bajo esa premisa mágica, la escuela gijonesa ha celebrado la Semana Europea de la Prevención de Residuos que, en la región, impulsó durante la pasada semana el Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos de Asturias (Cogersa). El taller de compostaje ha conformado una de sus iniciativas, y ha estado destinada a que los más benjamines de la escuela se familiarizasen con el concepto de circular en relación a la reutilización de sus propios desperdicios aprendiendo a usar la compostadora con la que cuenta el centro. Así, comprueban que lo que echan al cubo cumple un ciclo de vuelta. «Normalmente, como son tan pequeños, a esas edades todavía no conocen para qué se utiliza el contenedor marrón o el compostaje, por eso se quedan alucinados al ver cómo sale la tierra y que no huela mal por ejemplo, porque asocian la basura a algo que ya no sirve», comenta Laura de Paz, profesora de Biología y Jefa de estudios del colegio.
A la actividad, además, pudo sumarse una invitada sorpresa especial. Carmen Moriyón, alcaldesa de la ciudad y antigua alumna en el colegio, aprovechó la visita con la que inauguró la cancha deportiva tras su reforma para acompañar a los más de 200 escolares que participaron en la actividad. Tras conocer a los «bichitos» que hacen posible el proceso, cada uno pudo llevarse a su casa la figura de plastilina con la que retrataron a su «animal del reciclaje» favorito. La responsable del centro asegura que dicha inocencia a la hora de aproximarse a la gestión sostenible de los residuos hace que, en muchas ocasiones, los más pequeños se conviertan en «motor de concienciación en su casa» y terminan pidiendo a sus familias que utilicen todos los cubos o que se haga una correcta separación de los residuos.
Pero el compromiso de La Inmaculada con la sostenibilidad no termina en los cursos de infantil. Los esfuerzos de la escuela por alcanzar la eficiencia energética (con la instalación de placas solares y luces led), promover el reciclaje y reducir el uso de envases también han dado sus frutos entre el alumnado de primaria y secundaria. Ellos se han involucrado en la semana europea a través de un concurso organizado por la dirección del colegio que premiará a las mejores ideas sobre posibles mejoras a la reducción de plásticos. «La mayoría de niños ya no traen envases al recreo y lo han sustituido por fiambreras, pero así evitamos que se relaje esta concienciación con el tiempo», argumenta la docente. Tras haber recogido las últimas propuestas el viernes, esta semana tendrán a los ganadores. Aunque todo el alumnado ya debería considerarse vencedor: números uno en crear conciencia sostenible.