«La única herramienta que queda a disposición de los actores públicos y de las instituciones para poder actuar sobre las ciudades de una manera rápida, eficaz y hasta reversible es la movilidad»
Quizá sea un buen momento para abrir uno de esos melones que siempre circulan de mesa en mesa y que, cuando se abren, generan numerosos debates y posturas. La excusa de hacerlo ahora nos lo da el reciente anuncio (y continuo, día a día) de que la alta velocidad ferroviaria va a llegar a Asturias a finales de este mes, y el también reciente anuncio (si bien es una constatación de un hecho esperado) de la anulación definitiva de la Ordenanza de Movilidad que existía en Gijón.
No pretendo dar un profuso y complejo discurso a lo Reverte de cómo funcionan las cosas, o cómo no funcionan. Yo no lo sé. Pero sí me gustaría compartir unas reflexiones con vosotros.
Tenemos, por un lado, la llegada a la región de la alta velocidad. Ya no me acuerdo cuántas décadas hace que la esperamos. Es, quizás, una buena noticia en sí misma, pero que, sin duda, nos enfrenta a esas grandes contradicciones que existen en nuestra tierra.
Me explico.
Con la llegada de la alta velocidad nos encontraremos con la curiosa particularidad de que cruzar nuestra región de oeste a este, o de este a oeste, en trasporte público, te lleve más del doble que ir (y casi también volver) a la capital del Reino, a Madrid. Ese hecho, en una región del tamaño de la nuestra, es ya un motivo para reflexionar sobre hacia dónde van los esfuerzos de inversiones en infraestructuras, replicando un modelo nacional radial y centrista, en nuestra tierra. Un modelo de movilidad que ahonda en el sempiterno problema de Asturias respecto al despoblamiento existente en las alas, especialmente en el occidente y suroccidente. En la zona oriental el problema demográfico está empezando a ser sustituido por el problema del ‘decorado turístico’, consistente en encontrarnos entornos colmatados de viviendas vacías durante diez meses al año, o de viviendas de uso turístico. Pero ese es otro debate.
Además de esa particularidad regional, a la que podemos sumar el peaje del Huerna, que no es poca cosa, está el debate de quién usa la alta velocidad, que es un debate con muchas aristas para el que tampoco tenemos espacio hoy. Pero le dedicaremos una columna más pronto que tarde.
Si descendemos del debate regional al local, a lo que pasa en Gijón, estamos un poco más en lo mismo. Nos encontramos enfrascados en un absurdo, me vais permitir que así lo califique, en el que el actual Gobierno local simplemente se dedica a tirar de un costumbrismo propio de los años 80 del siglo pasado para explicar y entender hacia dónde se dirigen las ciudades. Todo ello en pleno 2023.
El propio modelo económico en el que ya estamos inmersos debería darnos una pista de que la gente no solo ya teletrabaja, sino que demanda muchas más cuestiones a las ciudades en las que quiere vivir. Demanda espacio para hacer deporte al aire libre, para el ocio diurno de pasear y relajarse en espacios comunes, ojo, no solo públicos, y si no pensemos en el furor, que ha venido para quedarse, de las terrazas, o pensemos simplemente en la forma de interrelación de la sociedad joven actual, que ya no consiste en salir por las noches hasta las siete de la mañana. Todas estas pequeñas cosas, y muchísimas más, dibujan una ciudad que, siendo la misma, debe ser distinta. Y para ello la única herramienta que queda a disposición de los actores públicos y de las instituciones para poder actuar sobre las ciudades de una manera rápida, eficaz y hasta reversible es la movilidad.
Actuar sobre la movilidad puede ser algo tan simple como ensanchar un paso de peatones de seis metros a doce metros, o a dieciocho, hecho que puede conllevar que los flujos de peatones que se concentran en una acera de metro cincuenta accedan al mismo punto de la ciudad por un espacio aledaño ya peatonalizado de ocho metros de anchura.
Quizá este párrafo anterior ha quedado un poco engorroso, pero quienes estéis leyendo este artículo y vayáis ya por este punto estoy seguro que comprenderéis lo que quiero decir, porque seguro que se os ocurren varios espacios en vuestro entorno urbano en el que se pudiera aplicar.
Pero no sólo el debate que nos propone el actual Gobierno es absurdo en cuanto al uso del automóvil privado y el espacio que requiere en nuestras ciudades, sino que, si nos paramos a pensar por un segundo en una ciudad cuya estación de trenes es provisional, carece de prácticamente cualquier intermodalidad y no guarda ningún sentido con los flujos de movilidad existentes en la ciudad, podríamos decir que mejor se centrasen en lo que más hace la gente en Gijón, que es desplazarse a pie. Y no es un dato quimérico, es un dato que se repite machaconamente desde que se hacen encuestas de movilidad en cualquiera de los planes de movilidad que se han redactado (cierto es que se han redactado y luego tirado a la basura).
Por no hablar de la incompresible decisión política tomada en su día de asociar la construcción de la estación publica de autobuses a la de trenes, que a quien ha beneficiado únicamente ha sido al gobierno regional, que es quien se ahorra el dinero de construirla, puesto que es su competencia. Bueno, y a Alsa. Pero lo de la Alsa va por otro lado.
Pretendía, en resumen, hacer notar que las preocupaciones de nuestros gobernantes, en el caso de Asturias, se centran en traer gente a pasar el fin de semana, en vez de posibilitar que ir en tren de Gijón a Oviedo, o de Gijón a Cudillero o a Infiestu, sea más factible que ir en coche.
Y las de nuestros gobernantes de Gijón consisten en que puedas aparcar tu Ibiza en el Llano en vez de que puedas ir caminando del Llano a Begoña sin acabar circulando por aceras de metro y medio, y sin poder escuchar a la persona que lleves a tu lado por el ruido del tráfico. O que ir a Pola de Siero en tren en un tiempo razonable no sea una prioridad, pero llegar en tu coche desde Somió hasta la calle Cabrales, sí.
La movilidad no es un debate entre coches y peatones, ni entre patinetes, bicicletas o autobuses urbanos, es un debate entre pensar una ciudad para todo el mundo, o sólo para señoros nacidos (o educados) antes de los 80.
Que yo sepa lel que tiene las competencias para poner o quitar estaciones de tren y de autobuses es el Ministerio de Fomento, obras públicas o como se llame con el Gobierno de España de turno.
Esta claro que esté señor que fue concejal del Ayuntamiento de Gijón con Podemos lo sabe, por tanto lo único que hace con este artículo es pura demagogia.. .
Esta ordenanza de movilidad que acaba de derogarse no existe como tal en ninguna ciudad de España salvo Madrid y Barcelona….
Alguien cree que la culpa de la contaminación en Gijón es por los coches??? Por desgracia sabemos bien de donde viene, mientras que Avilés se «limpia» aquí nos traen las baterías de Cok y no decimos nada…
Pero claro todo es culpa de Moriyon que quito las etiquetinas de los coches!!!
Buenas tardes,
Pues que usted sepa, no parece saber mucho, aunque no por ello tiene problema en descalificar.
La competencia sobre el transporte de viajeros por carretera en Asturias es del Gobierno regional y es el responsable de construir la estación de autobuses, que es de lo que hablo.
Negar la evidencia científica de la contaminación del aire por el trafico lo deja, también, en evidencia. Aunque tampoco entiendo que tiene que ver eso con mi artículo. Por cierto, le recomiendo la lectura de otro articulo mio, Ar-ce-lor. Quizá le interese.
Y ya por último, negar que el Ayuntamiento de Gijón, como todos los de Europa, no va a aplicar las zonas de bajas emisiones, es negar la realidad. Pero bueno, estoy seguro que la culpa de todo ello es de Venezuela.
Un saludo.