En respuesta al llamamiento hecho por el Sindicato de Estudiantes, varios centenares de personas se han manifestado esta mañana en la ciudad para reclamar tanto la memoria de lo ocurrido, como esfuerzos reales para que la tregua resulte duradera

La paz es un bien delicado. Un objeto frágil, comparable con un fino cristal de exquisita factura tallado con ingente trabajo… Y, como ese último, capaz de quebrarse con sólo un chasquido. Por eso mismo son pocas las personas en todo el mundo que no observan con recelo la tregua firmada por Israel y Hamás para poner fin a la matanza perpetrada por el primero de esos actores en Gaza, preguntándose si ese equilibrio imperfecto volverá a romperse… Y, de ser así, cuándo. Y es precisamente esa perspectiva, la de una reactivación de la violencia en la Franja, la que ha llevado a cientos de alumnos, convocados por el Sindicato de Estudiantes, a manifestarse este miércoles en las dos principales ciudades de Asturias: Oviedo y Gijón. Particularmente en la segunda, recorrida desde mediodía por una manifestación que, al grito de «No es una guerra, es un genocidio», ha llevado a dos centenares y medio de personas a concentrarse ante el Ayuntamiento para exigir no sólo una vigilancia exquisita, por parte de la comunidad internacional, del cumplimiento del acuerdo de paz… También un ejercicio de memoria para que el horros que han sufrido los gazatíes durante los últimos dos años no sea olvidado jamás.
Casi una hora antes de la salida de la marcha desde El Parchís, las inmediaciones de la Casa Consistorial vivieron un primer conato de lo que poco después sucedería. Con los relojes marcando las once, y cumpliendo con los dictados de los paros parciales convocados por Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT), unas cincuenta personas, muchas ataviadas con la tradicional kufiya palestina y enarbolando las banderas de dicho pueblo, se concentraron frente a la sede del Gobierno gijonés para visibilizar su indignación con las acciones perpetradas por el Estado hebreo en Gaza en estos veinticuatro meses, y para pedir que se inviertan todos los recursos necesarios para prevenir su repetición. Entre ellas fue posible ver a los representantes municipales del PSOE, de Izquierda Unida (IU) y de Podemos. Finalmente, tras unos veinte minutos de consignas y arengas, esa primera protesta se disolvió y varios de sus miembros pusieron rumbo a El Parchís, donde ya aguardaban los alumnos solidarizados con la protesta. Entre estos últimos estuvieron los jóvenes Adrián Polonio, Carmen Suárez y Norma Martínez, convencidos de que el plan de paz suscrito no debe, en absoluto, marcar el fin de la lucha. «No podemos olvidar todo lo sucedido, y tenemos que seguir defendiendo la idea de que no se puede repetir, como ya ha sucedido en el pasado«, coincidieron. A pocos metros de ellos la veterana Aurora Junquera, llegada de la protesta frente al Ayuntamiento, reconocía que la de hoy «es una huelga ética; hemos de dar visibilidad a lo que ha sido un mirar para otro lado de todos los Gobiernos«.
Por fin, pasadas las doce por ocho minutos y fuertemente escoltados por agentes de la Policía Local y de la Nacional, incluidas tres furgonetas de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de ese segundo cuerpo, los manifestantes emprendieron el camino hacia el Consistorio de Gijón. Y no sin sorpresas, ciertamente… Un primer intento de seguir la ruta habitual de las comitivas organizadas por el Sindicato de Estudiantes, calle de la Merced adelante hasta la plaza Mayor, tuvo que ser modificado sobre la marcha por las fuerzas policiales, dado el volumen de participantes, inesperadamente alto. Así, la manifestación regresó a El Parchís y, una vez reorganizada, enfiló Menéndez Valdés hasta la plazuela de San Miguel, desde donde, calle Capua mediante, recorrió la sección noroccidental del Muro hasta alcanzar la meta. Un trayecto que se cubrió en más de una hora, marcado por las decenas de banderas ondeantes y pancartas desplegadas, y cuyo son fueron las consignas proferidas por los asistentes. Las iniciales y tibias «Desde el cielo hasta el mar Palestina vencerá» o «Dónde están, no se ven, las sanciones a Israel» no tardaron en dar paso a mensajes más combativos, como «Estado sionista, estado terrorista» o «Israel asesina, Europa patrocina«… Y fue cuestión de tiempo que se diese el salto a máxima aún más expeditivas, de entre las que destacaron «Ayuso, sionista, estás en nuestra lista» y «Trump y Netanyahu son la misma mierda«.
Al fin, con el trazado cubierto y los estudiantes y simpatizantes ocupando parte de la plaza Mayor, tomó la palabra Jessica Mejía, portavoz del Sindicato de Estudiantes y designada para leer el manifiesto redactado al efecto. Ante la atenta mirada de los transeúntes y clientes de los negocios hosteleros cercanos Mejía, armada con un megáfono, recordó a propios y a ajenos que «la jornada de hoy forma parte de una rebelión imparable en todo el mundo contra el sionismo, contra todos los Gobiernos e instituciones cómplices con el Holocausto al pueblo palestino, y contra el sistema capitalista que hace posible todo este horror». Fue la antesala de un mensaje que enfatizó el carácter «criminal» de la matanza cometida por Israel en la Franja, y en el que se insistió en que «la paz de los genocidas no es paz; es una farsa para coronar el genocidio, para convertir Palestina en una colonia y para arrebatar al pueblo palestino el derecho a existir». Su cierre, aplaudido y coreado, resultó tajante… La de Gaza y Palestina es, en suma, «la causa de la Humanidad». Todo un colofón para el entremés de la gran manifestación general convocada por los sindicatos que esta tarde, a las 19 horas, partirá desde El Humedal.