A sus dieciséis años el joven diestro salmantino, que despuntó en la reciente Feria de Begoña al cortar una oreja, fue nombrado Socio de Honor por el veterano colectivo, además de ser catalogado Novillero Triunfador del evento
La huella dejada en Gijón por la Feria de Begoña de este año tardará en diluirse en ese desierto que es el tiempo. Ya sea por el malestar que suscitó entre sus crítico, o por la pasión generada en quienes la secundaron, todo apunta a que las cuatro jornadas celebradas en la plaza de El Bibio la semana pasada continuarán protagonizando conversaciones, anécdotas y chascarrillos durante días. No obstante, hay quienes lo tendrán aún más difícil para olvidar lo acontecido en coso gijonés, fruto de su significación especial. Es el caso de la Peña Astur, una de las más volcadas con el que es evento taurino asturiano por antonomasia, y que, de hecho, el domingo aportó su propio grano de arena rindiendo un sentido homenaje a Marco Pérez, el joven diestro que recibió su bautismo de fuego en suelo local. Con sólo dieciséis años, y una oreja cortada en la arena de la ciudad, este salmantino fue nombrado Socio de Honor de dicho colectivo, aparte de recibir la consideración de Novillero Triunfador del evento.
Fielmente escoltado por sus padres, aparentemente tímido en inicio pero inmediatamente suelto, Pérez acudió a la ceremonia organizada en su honor en el Hotel Begoña, y pronunció un largo discurso en el que ensalzó los valores de la tauromaquia y el importante papel de Gijón en la historia de ese arte. «Es un chaval muy agradable, muy majo… Y, sobre todo, es una promesa», reflexiona Dionisio Montero, presidente de la peña y maestro de ceremonias del acontecimiento. En su opinión está impresa la segunda característica, además del amor por el toreo, que le une a Pérez: su común origen salmantino. El mismo que ha llevado a Montero, oriundo de Tamames, a consagrar parte de la labor de la Astur a ensalzar el papel en los ruedos de todos aquellos diestros con talento que Salamanca ha parido a lo largo de los años. «Tenemos la esperanza de que, como Julio Robles o Santiago Martín en su época, en este chaval tengamos a un futuro torero de categoría que pinga nuestra región natal en el mapa», confía el presidente.
Desde luego, y al margen de ese nexo castellanoleonés, si algo caracteriza la realidad de la Peña Astur es su actividad incesante. Con dieciséis miembros actualmente en su rol la agrupación, fundada en 1987, ha completado este 2024 tres décadas consecutivas de conferencias taurinas, y ha entregado la friolera de 37 trofeos de la Feria de Begoña. Un currículum nada desdeñable para un colectivo que, pese a las críticas de los sectores contrarios a la pervivencia del toreo, continúa en la brecha, ya sin local social, pero decidida a seguir preservando lo que sus miembros consideran una parte indeleble e irrenunciable del carácter y de la historia de España.
Qué triste, tan joven y matando.