Los protagonistas de esta ciudad son también los protagonistas de una trama en el tiempo que hemos ido capturando, escribiendo contra ellos, como en una foto de Instagram
Nunca digas nunca. Ni te tomes la última. La columna viene a ser un trago de aguardiente y aquí va el penúltimo porque uno nunca sabe lo que beberá después. Ni falta qué hace. Dice mi amigo Jorge Explosión que yo no escribo columnas, que lo mío, de alguna forma, son canciones. Yo creo que son lingotazos de whisky, como el que me enseñó a beber Juan Ramón Pérez las Clotas en el viejo Banús de Poniente. Jorge que es un hombre sabio, cultivado en las lejanas tierras de Austin, Texas, tiene el oído de los americanos y estima, como Valery, el sonido tanto como el sentido cuando lee hasta los prospectos de un médicamente. En el fondo, se nos ha quedado esa vieja manera de leer en voz alta, aunque ahora todos leemos en voz alta hacia dentro.
Cada columna es un intento de atrapar el tiempo. En este ferragosto extraño, plomizo y bochornoso, es bueno parar la máquina unos días, dejar que el tiempo fluya, entre el tedio y la Feria de Muestras, donde nos verán a toda la tribu del diario atravesados entre actos institucionales, reportajes y todo lo que viene siendo el diario desde que se fundó hace casi un año.
Esta feria de muestras va a ser un poco sobrenatural, retomando la normalidad con todas las restricciones. No habrá día del jubilado, ni del banco, ni cosas así. Pero se cumple el rito de cada verano, con vocación espectral, ya digo, porque será una feria más racional, más contenida, sin esa fiebre por comprar el cacharro inútil que siempre triunfa. Se confirma que la ministra de Ciencia y la de Justicia visitarán la Feria y de esta manera se dará el certamen por inaugurado con la bendición de Pedro Sánchez. Hay quien ha interpretado esto como un espaldarazo a la gestión de Adrián Barbón. Ya digo, todo muy sobrenatural. Porque a veces interpretamos los gestos políticos como las brujas interpretaban los surcos de nuestras manos. La política se parece cada día más a la quiromancia, y así en este plan.
Como ven, hasta en la penúltima uno no se puede escapar del tiempo. La columna es nuestro entrenamiento personal, nuestro combate con eso que los pedantes llaman la contemporaneidad. Ana González o Pedro Sánchez, en distintas escalas, son tiempo presente y, sobre todo, una manera unipersonal de poner en marcha la política. De esto ha tratado hasta hoy el Diario Pop, del hombre o la mujer resilientes que, en el fondo, son seres solitarios que representan en el orden político al hombre y a la mujer solos en el poder o fuera de él, a sea, una representación de nuestra más miserable soledad, convertida en individualidades pululantes que tratan, mayormente, de resistir y sobrevivir a nuestro tiempo.
Decía Gustavo Bueno que siempre que se escribe, se escribe contra alguien. Los protagonistas de esta ciudad son también los protagonistas de una trama en el tiempo que hemos ido capturando, escribiendo contra ellos, como en una foto de Instagram. Nos ha salido un retrato moderno, divertido, obsceno y procaz. Después de tantas columnas (y ciento volando), sólo me queda agradecerte, querido y desocupado lector, tanta paciencia. Un columnista es algo más que un articulista y algo menos que un ensayista y, en cualquier caso, un escritor que trabaja con una libertad salvaje, de asuntos y de prosa. Escribir la columna es poner la bomba y estar a otra cosa cuando explota. Se trataba de agitar el avispero. El Diario Pop tiene esa vocación de colocar también los avatares de esta ciudad en un mapa político, social y cultural más amplio, siguiendo la vieja máxima de Juan Cueto. Porque en el fondo, no importa desde dónde se escribe o sobre qué ciudad, sino lo que se cuenta, pues al fin y al cabo, es la curiosidad y la inteligencia lo que convierte a una ciudad en cualquier otra capital. Nos vemos en unos días.